Tuesday, December 21, 2004

Rumbo a Esparta


Varios días después de la boda. Sigo esperando una gran verdad. No hubo epifanía ni piedra de toque. A pesar de todos mis esfuerzos por mantenerme alerta no encontré un momento determinante en estos últimos días, no fue un evento, no hubo "parte aguas" ni hitos en mi propia historia de vida.
Observé con desapego y distanciamiento las cosas que pasaban: durante la misa, la fiesta, la despedida, la carrera de mi hermana en el aeropuerto y las lágrimas de mi madre. Al momento que mi hermana corría rumbo a su luna de miel y su nueva vida en Alemania mi madre se soltó a llorar y me agarró desprevenido, así que me abrazó. Le dije: "Hueles a masapán". Olía a masapán. Le dio risa.
¿Eché todo a perder por no estar más al tanto de mis sensaciones? No. Simplemente no me estaba ocurriendo nada.
Bebí durante el banquete, bailé y no vomité. Al día siguiente tenía la mente clara y no sentí dolor. El vodka no deja demasiados espíritus pesados.
Ah, la vida sigue. Mi hermana está en otra zona de tiempo global. Y yo estoy aquí. En la jungla. Son los años sesenta. Soy un espía en los finales de la guerra fría. Presencio el cambio geopolítico. Como ratas y serpientes. De vez en cuando me rompo huesos o sufro heridas de bala. Me tomo mi tiempo para reponerme. Cambio mi camuflaje para desaparecer en el ambiente. Cuelgo de árboles y lianas, mato cocodrilos, soy una especie de Rambo, en la sala de televisión de mi casa, a través del Play Station. Ah, vacaciones. Me duelen los ojos. Me siento disperso. No avanzo en la tesis. Ni en la novela.

2 comments:

Imelda Rebeca said...

Es extraño, cuando se casó mi hermana la mayor, también yo creí que las cosas iban a cambiar y sí, cambiaron, ella se fue a Chilpancingo y yo me quedé sin una amiga. Increíblemente al poco tiempo ya estaba acomodada en la que era su recámara y platicando con nuevas amigas. Dónde quedaron las noches en que veíamos las estrellas desde la terraza de la casa y cantábamos desafinadas, pero juntas.

Imelda Rebeca said...

Es extraño, cuando se casó mi hermana la mayor, también yo creí que las cosas iban a cambiar y sí, cambiaron, ella se fue a Chilpancingo y yo me quedé sin una amiga. Increíblemente al poco tiempo ya estaba acomodada en la que era su recámara y platicando con nuevas amigas. Dónde quedaron las noches en que veíamos las estrellas desde la terraza de la casa y cantábamos desafinadas, pero juntas.