Llegué a la oficina después de comer unas tortas enormes y de entregar una película y de sostener pláticas modorras y escribí esto: "Hacía calor, abrí la ventana". No hacía calor, no abrí la ventana.
En realidad sí hace calor, ¿a quién engaño? Y he abierto la ventana y ahora escucho los pajaritos de Mixcoac y bebo agua porque tengo sed y aún ronda el sabor de la torta, sus frijoles y su grasa, en mi boca. Hablé sobre Derridá durante la comida. No sé cómo no me dio indigestión, tal vez porque estaba con Mariana.
Es nefasto esto, esto de escribir cosas que pueden ser pero que en realidad no lo son. Pues a mí Derridá ni me da indigestión ni tengo una opinión concreta sobre él. Creo que sólo quería escribir aquella exageración para poder mencionar a M. y para que después las personas que leen mi blog puedan actuar con indiferencia y no me pregunten nada sobre M. aunque quieran hacerlo. La misma M. podría leer mi blog y después hacerme algún comentario o casualmente evitar hacerlo.
Soy alguien en el mundo y la manera en que ocupo espacio en él afecta a los demás. Igual que Derridá lo hace aún después de su muerte, o el resto de los muertos que vienen a visitarme seguido en mi cabeza, como Joyce y Cortázar, Jesús y Gandhi, Beckett y Paco Stanley, Churchill, Roosevelt, Newton, Einstein, Copérnico, Aristóteles, Santo Tomás, San Agustín, Juana de Arco, Marilyn Monroe, Mae West, Bolaño, pobre Bolaño, Roberto Bolaño, Stanley Kubrick, Kurt Cobain, John Lennon, Salinger, ah, no, Salinger sigue vivo, igual que Foster Wallace, pero parecen muertos, vivientes.
Quiero:
1. Leer el libro de entrevistas publicado por los libros de The Believer, de McSweeneys, para poder leer la conversación entre Robert Foster Wallace y Dave Eggers.
2. Rascarme, porque tengo comezón.
3. Beber más agua.
4. Ir a casa y terminar de escribir mi tesis.
5. Ir a casa y terminar de escribir mi novela.
6. Ser invisible.
7. Poder volar.
8. Hacer todas estas cosas, simultáneamente.
Me he rascado y ya no tengo comezón. Ahora iré por más agua. Reduciré mi lista de cosas que quiero hacer, día a día.
Mañana no trabajaré. Ahora que estoy aquí, en el trabajo, no trabajo. Mañana, quise decir, pues, no vendré a la oficina. Pues es mi día libre. Todos mis días son libres. Bonito corolario. Pseudo corolario. Bonita oportunidad para poder utilizar la palabra corolario.
Maldito calor.
Abriré mi ventana. Y ahora que está abierta, hablaré de Refu, mi perra, quien corrió en el Ajusco ayer por la mañana y se cansó y sudó, pues sigue muy viva a pesar de lo que haya afirmado hace unos cuantos blogs, y se tiró en un charco de lodo que olía pestes pero que aparentemente la refrescó bastante y a mí me incomodó un poco más pues debía bajar del Ajusco a la ciudad rápidamente y no podía esperar a que la perra se secara así que no lo hice y la subí igual de cerda a la camioneta, pues no usé mi coche sino la camioneta que utilizaba mi hermana antes de que se fuera a Alemania y perdón Mónica, hermana querida quien lee estas líneas desde bien requetelejos, pero tu Jeep sigue igual de asqueroso pues no me ha dado tiempo de lavarlo pero sobretodo me da flojera.