Hoy cumplí un año nuevo. Se murió el Papa, también. Fui al cine, después de comer. Pensé que tembló, pero no fue así. Anoche bebí un poco más de la cuenta. Es un mal signo que cuando regresas a un bar para preguntar si no encontraron las llaves que, piensas, dejaste ahí anoche, en las afterhours, te reconozcan y llamen por tu nombre. "Ya no tomes tanto, Guillermo", te dices. Y sonríes. Porque es gracioso. O al menos te haces pensar que es gracioso. No hablan en serio.
Náuseas en el auto rumbo al centro para comer en el Cardenal con mis padres. No quieres ir al centro porque temes encontrarte con tu amiga, la amiga que también nació el dos de abril de 1982, y con quien hablaste unas horas antes para felicitarla y preguntarle qué iba a hacer, cómo celebraría. Temes que piense que has ido al centro de la ciudad sólo para buscarla. Que fuiste tú quien sugirió comer en el centro, con tu familia. Pero no fue así. Fueron ellos, tu padre y tu madre, quienes eligieron el lugar. Tú hubieras preferido quedarte en casa. Tampoco quieres decirles: "No, no hay que ir al centro. Una amiga va a estar ahí y temo encontrarla porque no quiero que piense que la estoy siguiendo". Así que no lo dices. Te subes al auto, abres Monsieur Pain lees un poco y sientes las náuseas y esperas que tus padres, de un momento a otro, te pregunten qué fue precisamente lo que sucedió anoche, porqué llegaste tan tarde, dónde dormiste, etc. Escuchas una campana de Iglesia y en la radio anuncian la muerte del Papa. No se te ha ocurrido que, simplemente, el centro es lo suficientemente grande como para que no te encuentres a tu amiga. En el fondo esperas encontrártela, decirle algo como "Te estoy siguiendo". Y luego, "No, no es cierto. Mis papás eligieron el lugar". No la encuentras. Te sorprendes con lágrimas en la cara porque hay un informe no confirmado de que el Papa pidió, con un hilo de voz, que no estuviéramos tristes, que estaba feliz y preparado. Consideras un momento volver a practicar el catolicismo.
Se te pasa pronto y la náusea vuelve y sabes que estás deshidratado. Un taxista, en el tráfico, escupe de su auto a la calle. Te sientes en todas partes. Te sientes triste. Sabes que se te pasará en unas horas. Y que cuando las cosas que suceden más tarde que te ponen feliz, suceden, finalmente, imaginas, también, las horas venideras en las que escribirás al respecto mientras escuchas The way I feel inside de The Zombies. También piensas en la fiesta de anoche y cuánto te caga dar fiestas y ser un buen anfitrión. Piensas en Ratzinger. En Habermas. En Wojtila. En tu educación sentimental. En tu escuela católica. En tus planes a largo y corto plazo. En el dolor que tienes en la espalda. En la palabra "lumbago". En cómo el cuerpo se descompone. En Nicole Kidman y la película en la que la viste hace poco. En que una vez que actualices tu bitácora la leerás y no te va a gustar y pensarás que tal vez debiste haberla revisado mejor.
2 comments:
hace poco vi un libro que se llamaba "un piojo llamado matías" y se me ocurrió pensar en tí.
m.
no mames, y que tiene encontrarte a la chica, total no la estabas siguiendo, que piense lo que quiera, hueva
Post a Comment