No sé cómo comenzar. Ahora tengo ganas de escribir "para variar". Y dejar estas frases introductorias y entrar directamente al abismo, que es el tema de esta actualización. Desde hace semanas quiero escribir sobre el abismo. A veces, acostado en mi cama, pienso: "Mañana escribiré sobre el vacío". Después, duermo. Más tarde, al despertar recuerdo lo que había pensado, o mejor dicho recuerdo que me había dicho algo precisamente antes de dormir, algo que era importante para mí, en un nivel. Así que paso algo del tiempo de la mañana pensando en qué era precisamente aquello sobre lo que quería escribir (en la regadera, mientras me visto frente al espejo de cuerpo completo que tengo en mi armario, al lavarme los dientes) y luego llega la idea, finalmente, después de años de viaje, después de siglos de haber deambulado en el desierto; pero de otra manera, cambiada, casi no reconocible, un poco coja y mal arreglada: "Más tarde escribiré sobre el abismo", me digo, aunque sé que era otra cosa, muy similar y cercana a la idea que tenía en el principio.
Y es el horror helado.
Siempre pienso un poco antes de comenzar a escribir. No pienso precisamente sobre lo que voy a escribir ni cómo lo haré, no a menudo, al menos, pero pienso lo suficiente como para llegar a ese lugar donde puedo escribir sin demasiadas trabas. Pienso en el pasado y en el presente y en cómo serán las cosas más tarde y pienso en las estrellas y la historia de la humanidad y del pensamiento y de la literatura y en las amebas y en el movimiento de cerrar y abrir lo ojos; también pienso en movimiento de mi pecho cuando estoy agitado, pienso en los fluidos y en los sonidos que hace mi estómago. Imagino que soy una máquina. Imagino que no importo, o lo reconozco. Después, las cosas vienen un poco fácil. Después no lo es tanto pues recuerdo lo que quería contar originalmente, mostrar las imágenes con las que quería presentar esto: el vacío y la falla de Kier que aparece en Garden State, película tan buena.
Y luego pienso en el abismo del que habla Bolaño.
Luego, en el vacío de los cuerpos.
Después, en cómo los llenamos.
Y no consigo escribir bien.
Hoy compré los cuentos completos de Kafka. Hoy vi, también, en los brazos de una persona el libro de Calasso, K. No fue hasta este momento que pensé en la relación. En la fila para pagar mi libro (carísimo), también estaban dos argentinas muy altas y delgadas que me hicieron pensar en la manera en que las nubes, a veces, crecen como montañas. Otro libro que compré fue Los invasores de marte, de Trino. Que la verdad, es bien cagado. Finalmente, pensé, con lo de las nubes, en que el sodio de la ciudad de México hace que la luz se disperse sobre la ciudad, igual que en algunas ciudades costeras. No sé cómo acabar esto.
1 comment:
debajo de la cama salio un diablito loco, tocando la guitarra.
suerte amigo memo
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