Saturday, April 01, 2006

Tokio ya no nos quiere.

Por supuesto que las personas, después de un rato, dejan de extrañarte. Uno se despide con lágrimas en los ojos, o con la firme la intención de tener lágrimas en las ojos, y se sube al avión y procura pensar en algo que sostenga el sentimiento y la ansiedad de separación. Después de un rato, como es de esperarse, uno se rinde y advierte que las cosas siguen más o menos igual. Esto sirve para ambos lados. Los que se quedan y los que se van están tan igual que siempre. Diría que esto vale sólo para las personas que uno toma por sentado, pero algo, mi lado pesimista, comienza a decirme que no es así, no de manera exclusiva. Y se da cuenta de que las personas a las que más extraña también son las que más podrían lastimarlo a uno. Y eso no necesariamente es un sentimiento agradable.
Lo que significa, por otro lado, que estoy tan igual que siempre, sin importar dónde me encuentre.
A pesar de esto, cuando ultimamente abro mi correo y veo que ya no me llegan los once nuevos mensajes que antes me llegaban, los primeros dos días de mi ausencia de México, me siento mal y triste, olvidado, como si no valiera la pena o como si fuera una inmundicia humana, una partícula elemental, o no elemental sino más bien prescindible, algo que a pesar de ser tan pequeño alguien podría pensar que sobra y que el minúsculo espacio ocupado por mi cuerpo aún podría ser utilizado de una mejor manera.
Eso es lo que pasa cuando me siento. En otras ocasiones simplemente me siento y estoy, pero no mucho pues no me siento seguido, procuro estar en movimiento, mantener mi mente ocupada, pero ahora que mi compañero de viaje se encuentra ocupado orando y yo estoy aquí, en el café internet, y mi cerebro está muy despierto, pues sucede, en fin, que estos pensamientos asedian mi cabeza.
Es un poco bobo, lo sé. Así que terminaré la actualización aquí, al momento que escucho esa canción que Charlote Johansen cantó en Lost in translation.

1 comment:

Anonymous said...

Es extraño, la vida, esto, no se porqué te escribo, termine hace 1 hora de leer Tokio ya no nos quiere...olvidar es más facil no? nos hace escapar de la vida... los recuerdos son algo oscuro: primero estás en la candidez, luego en la adolecencia cargada de cursilerías y de pronto, de pronto estás en un lugar en donde no querías estar...pero hay una salida: olvidar, dejar todo atrás, pero hay un trasfondo, los recuerdos son los simientos de nuestra razón, sin razón que nos queda?, pues la respuesta es fácil, un loco, un demente... pero es tan terrible?, la locura es la salida de emergencia, cierras bien la puerta tras de ti y se acabó...
Ni siquiera se si vas a leer esto, si estas vivo, lo más probable es que jamás nos conozcamos, pero si te puedo decir algo, no eres una particula más, hay alguien al fin del mundo que si leyo tu mensaje... eso es algo no?...

1 abrazo (la memoria es como el perro más estúpido, le tiras un palo y te trae cualquier cosa, Ray Lorgia, Tokio ya no nos quiere)

P.D.: Yo estoy escuchando a Michael Nyman, "the end of the affair", te recomiendo ver la pelicula o leer el libro , je... adiós