Sunday, May 28, 2006

Texto donde hablo sobre mi identidad.

Disfruto especialmente los textos autobiográficos, lo confieso. Aún más los que están bien escritos, con un lector en mente. Detesto las malas lecturas que buscan en los textos autobiográficos la partícula fría, el vacío, la "historia detrás de la historia", pues a menudo se le da mucha más importancia a estos pequeños agujeros a través de los cuales la gente cree que podrá encontrar algo más. Planeaba escribir sobre esto para una revista en la que pagan bien los textos y utilizaría las siguientes líneas de J.M. Coetzee como una especie de epígrafe: "La identidad no es un asunto puramente privado. No somos tan sólo nuestro yo secreto, somos también la caricatura que existe de nosotros en el espacio social".
Después, en el artículo que planeaba escribir, estaba decidido a emparentar los reality shows y las bitácoras electrónicas con la tradición en la que se insertan los testimonios hablados y escritos, las autobiografías y los diarios, las memorias. Afortunadamente, he decidido que ya no escribiré este texto. O bueno, uno nunca sabe.
Dejen les confieso algo: amo los textos autobiográficos y en ocasiones quiero más, enterarme, saber lo que la gente opina sobre las opiniones de las personas. Particularmente cuando se dicen con sensatez. Por esta razón las líneas de Coetzee me impactaron. Las leí en un texto donde criticaba a Sándor Marai, especialmente su Autobiografía de un burgués. No he leído este libro de Márai, pero en ¡Tierra, tierra! (una memoria que ahora leo un poco por encima del hombro, no puedo evitar hacerlo después del ruido que me han provocado las atinadas opiniones de Coetzee), di con las siguientes líneas: "La caricatura escondía a la persona que no podía o no se atrevía a mostrarse, puesto que uno no solamente es aquel que es, sino también su propia caricatura, invariablemente".
Cuando Coetzee escribió las líneas que copié al principio, afirmaba no haber leído aún ¡Tierra, tierra!, pues el libro aún no había sido traducido al inglés. ¿Pero no es sorprendente que ambos usen el término caricatura para referirse a la opinión que puedan tener los demás sobre nosotros mismos? Escribo esto después de ver Jarhead por segunda ocasión, una película basada en un libro autobiográfico, las memorias de un marine después de la Tormenta del Desierto. Como saben, hay un curioso montaje de escenas casi al principio de la película, donde se nos "impide" ver cómo fue que procrearon al protagonista, cómo eran las pláticas con su padre, también soldado, por las mañanas, en los desayunos; tampoco podemos ver las visitas al manicomio donde se encontraba su hermana, pero podemos ver cómo se acuesta con su novia, en su memoria (una novia que, claro, posteriormente lo dejaría). Y digo que son curiosas estas escenas supuestamente íntimas que no podemos ver, pues sin esos rápidos vistazos, se comprendería muy poco del personaje. Quiero decir algo con esto. No me cuesta trabajo pero hago como que me cuesta trabajo pues no me gusta dar la impresión, en la bitácora electrónica, de que escribo con confianza, de que hay algo detrás, y que eso se encuentra en la ascéptica voz que guarda datos en el diario que llevo a mano, nocturnariamente, en mi cuaderno Moleskine; una voz que, curiosamente, tampoco se acerca demasiado a mi verdadera identidad. Que, vamos, no existe para nadie. No en el sentido de absoluta privacidad.
¿Quién es ese monstruo que se guarda todo para sí?

3 comments:

Anonymous said...

que premio ganaste?

benjamin

Adriana Degetau said...

uno, mil y ninguno dice Luigi Pirandello. Te acuerdas? El libro que me regaló María. Ahí habla de todo eso.
saludillos!

Mariana said...

felicidades por tu actualización número 300