Monday, February 05, 2007

Más Peter Sutherland, más obsesiones


Al otro lado del lago, recuerdo, se encontraban las ruinas del colegio para niñas que se había quemado décadas atrás. Aquellos que podíamos salir por la tarde, aquellos que se habían comportado bien y no tenían que pasar horas de ejercicio disciplinario en el gimnasio, caminábamos a donde se nos antojaba, sobre la nieve. Había lugares a donde no podíamos ir, más allá de la carretera, pero por alguna razón cruzar el lago --congelado-- y llegar a las ruinas no parecía representar peligro alguno. Me gustaba tirarme bocarriba sobre la nieve, escuchar los ruidos de otros adolescentes que caminaban por el bosque. En el centro de las ruinas había una habitación sin techo. En aquellas fechas, cuando se podía cruzar el lago, el cielo siempre era blanco y nublado y era lo único que podía ver desde mi posición en el suelo. En ocasiones un ave cruzaba el paisaje. Las espinas que rodeaban la construcción, y que necesitábamos atravesar para llegar a ella, no lastimaban pues se rompían con nuestros rompevientos. La memoria me dice que alguna vez vi un venado entre esas ruinas, pero no estoy seguro ya. Tampoco estoy seguro de si era verdad o no que el colegio para niñas también albergaba un hospital para tuberculosos, comos nos habían dicho. El frío quemaba las orejas, las mejillas. Dios con Mayúscula, ya pasa una década de esto.
Adoro la precisión del adjetivo que usa Eggers al inicio de su memoria, A heartbreaking... para referirse a los árboles de invierno, con sus ramas "caligráficas". Y la descripción que hace Tobias Wolff en su Old School para hablar del internado que, al igual al que se alberga en mi memoria, parecía, a la distancia, un grabado ilustrativo en un libro para niños.

6 comments:

De-Scartes said...

has ido a la nieve alguna vez?, no suenas muy convencido y tu pareces demasiado deprimido para ser un adolecente feliz...
habla de pornografía, ese recurso siempre es bueno...

Guillermo Núñez said...

Frío pornógrafo.

Mariana said...

gran post =)

Anonymous said...

Las cosas con las que solemos comparar a otras cosas son el reflejo de lo que nos gustaría que fuesen. Porque, en realidad, podrías sostener sin ruborizarte algún símil que hayas hecho? Yo no. Por eso es símil, y no descrición. Además a quien le interesa escuchar, por ejemplo, que la casa parece una casa, o un conjunto de cuatro paredes con techo rojo?

chalud!

Enrique G de la G said...

Me latieron esas ramas caligráficas. ¿Lees "On Language", en el Magazine dominical del NYT? En el último número hablan de un buen adjetivo, entre otras palabras: boneheaded.

Tormentas said...

has oído cuandolos anglosajones usan el adjetivo cerebral en sentido peyorativo?