Wednesday, September 03, 2008

Almas bellas, sensibles

Leía sobre un condenado a muerte que cedió su cuerpo para que fuera parte de una obra de arte, en caso de que su última apelación no enmendara la condena. No recibió el perdón. Ahora abogados están revisando el testamento para ver si es válida la entrega de su cuerpo al artista. Los abogados no revisaron su confesión, en cambio, en la que se retractaba de acusar a un amigo como cómplice del asesinato que cometió -cosa que hizo con la esperanza de que no lo castigaran con la pena de muerte- pero como no entregó el documento en el que se retractaba dentro de un plazo determinado de días, las autoridades, ay, se vieron obligados a condenar también a su amigo, quien falleció por inyección letal. Una vez, de paso se les informa, arrestaron al artista a quien cedió su cuerpo por intentar pintar de rojo la cima de Mont Blanc, con aerosol -cosa que hizo con un iceberg. Ah, el arte. Hay gente que cede su cuerpo a la ciencia. Por otra parte, cuando se le preguntó al artista si le parecía ético el uso que le daría al cuerpo del condenado a muerte (piensa congelarlo y procesarlo para convertirlo en comida para peces; después, invitará a los asistentes de su exhibición a darle de comer eso a peces) contestó que ese no era el problema, el problema esencial es que seguía existiendo la pena de muerte.
En otras noticias relacionadas con el arte, Yoko Ono invitó a que se entreguen escalinatas de madera que ya no se usan para su exhibición que consiste en una especie de bosque de escalinatas. Yoko Ono es conocida porque desde la década de los sesenta involucra al público activamente en sus exhibiciones. Como cuando los invita a bailar una pieza con ella, según leo, o como cuando los invita a tijeretear su ropa.

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