Sunday, May 31, 2009

Una coma a una mala hora

Ganas de levantar el teléfono para preguntarle a Sofía si en su edición, como se hace en la mía, el traductor utiliza coma en la primera frase de A la busca del tiempo perdido. Estoy leyendo la de Valdemar, en la traducción de Mauro Armiño quien, a pesar de que en el prólogo señala que tanto Gide como Jacques Copeau -sus primeros, malos lectores- se desconcertaron con el uso de la coma en su Longtemps, je me suis couché de bonne heure ("esa coma que aísla el adverbio temporal rompe el ritmo lógico de la frase"), decide no usarla: "Mucho tiempo me acosté temprano".
Recuerdo que cuando me enseñaban, sin éxito, a traducir del griego -fui un pésimo estudiante- se señalaba que al adverbio que solía anteceder muchas, muchísimas, de las frases, (a saber,"ciertamente") solía acompañarse de una coma. ¿Siempre?, preguntaba uno. No, no siempre. Si uno lo deseaba, podía utilizarse para dar un respiro. Es verdad que la coma en "Mucho tiempo," afectaría ese "ritmo lógico" de la frase. ¿Pero qué tal si acompañara a un Durante mucho tiempo...? Y ya entrados en gastos, ¿qué tal si en lugar de un temprano un a buena hora? ¿No suena más a niño mimado, eso?
Durante mucho tiempo, me acosté a buena hora.
Sépalo usted, esta traducción de Mouriño -una compra impulsiva que hice antes de que Mauricio Marín Ykall me dijera que se trataba de una mala traducción (de acuerdo a Javier Marías, según recuerdo me dijo)- busca atenerse a una bibliografía que, de acuerdo con él, no estaba a la mano de otros traductores al español (entre ellos, Consuelo Berges quien, según creo, es la traductora de la versión que está en Alianza). Y pues, está muy bien, está muy documentada, muchas fotitos y tal. Pero, bueno, a uno a cada rato le dan ganas de agarrar el teléfono.
Total, nada de esto es grave. Yo ni sé francés.
Incidentalmente: recuerdo que otro amigo, Karim González, paseaba de arriba a bajo su edición de Alianza, los pocos tomos que tenía, lamentándose de que ya no se conseguían. Un recuerdo más: Benjamín Morales, en su auto con la misma edición que tengo yo, pero más que bien usada, el lomo a punto de reventar -pues la llevaba a todos lados (es muy impráctica; en un solo tomo, de tres, incluye Por la parte de Swann y A la sombra de las muchachas en flor)- y en fin, su cara de que está a punto de golpearme con el libro -un ladrillo, para efectos prácticos- cuando le digo que me han dicho que se dice que se trata de una mala traducción. "Yo tengo la misma", le digo para calmarlo, y pongo cara de que me afecta mucho.

Friday, May 29, 2009

Sobre la acción y la moral en McCarthy

Scott Esposito escribió este texto sobre las novelas de Cormac McCarthy, bajo el título de Cormac McCarthy's Paradox of Choice: One Writer, Ten Novels, and a Career-Long Obsession; la obsesión a la que se refiere es "esos momentos únicos" en los que se exige una auténtica y genuina decisión de orden moral. No lo he leído todo, me limité a la introducción y a las líneas que le dedicó al par de novelas que he leído del autor (Blood Meridian y The Road). Llevo un mes intentando poder sentarme a leer The Border Trilogy pero siempre se me cruza otra lectura. En suma, leí el texto en diagonal pero debo decir que este párrafo, que corresponde a su lectura de The Road, me hizo ruido:

The Road
is a very morally ambiguous book. What is quite clear is that, a) many of the survivors have completely eschewed any morality of any sort, and b) the father and the boy whose story we follow do believe in some kind of morality, what they often refer to as “carrying the fire.” What makes this so morally ambiguous is that it’s not at all clear that either father or son actually believes that there’s anything to preserve or that their actions in such a world are more than futile. The idea of “carrying the fire” may just be purely functional, just another trick for getting themselves to walk a few more miles down the road instead of surrendering into death. In that case it’s hardly a morality, which should be an expression of higher ideals, although in its functionality and general derivativeness it does resemble the beliefs of McCarthy’s wanderer-cowboys in his Western novels.

Una visión, me parece, un poco extraña sobre lo que es la moral, o la moralidad; la "expresión de ideales más altos". ¿Pero de qué modo se van a expresar los ideales (yo preferiría decir principios) si no es en acciones, en actos prácticos y funcionales? No creo, en suma, que en la novela la moralidad de estos dos personajes -el padre y el hijo- se muestre sólo en la articulación de "llevar el fuego" (un modo, pero sólo uno, de reafirmar sus principios) sino, precisamente, en su esfuerzo por sobrevivir y mantener el vínculo de la paternidad, en las acciones (en las cuales, en todas, se reafirman, digo, sus principios). Otro modo de decir esto es: que el padre no mate al hijo para comérselo ya dice bastante de su moralidad. En sentido positivo: creo que no es casual que McCarthy le dedique tanto tiempo a la descripción de actividades físicas, pues todas las acciones libres, desde arreglar una rueda de un carrito de supermercado hasta realizar en un cuaderno bocetos (como lo hace el Juez), responden a la moral y a ciertos principios. Hombres prácticos que saben del aquí y el ahora.
Lo curioso es que leyendo solamente ese párrafo uno creería que el que un libro sea "moralmente ambiguo" parecería algo negativo para Esposito. Pero leyendo el último párrafo que le dedica a Blood Meridian (un libro que consigue tolerar la claridad filosófica y moral de sus personajes) uno comprende que no es el caso. Al contrario:

Whereas Blood Meridian’s ambiguity and carnivalesque feel could support the judge’s occasional philosophizing as just one more odd element in an extremely strange and baroque picaresque, the allegorical elements of The Border Trilogy stick out more. In these books that finally brought McCarthy widespread fame, it seems he took up a form of writing that he could make salable, but not artistic.

Thursday, May 28, 2009

La Tempestad #66, Formas de Habitar/Bernhard


¿Les cuento algo? Nos enteramos de que el nuevo número de la revista era de aniversario cuando los diseñadores le pusieron un listoncito que decía: 11º Aniversario. Y es que el tiempo pasa aquí en la oficina como en La montaña mágica. La noticia nos puso tan contentos, al equipo de redacción, que celebramos siguiéndole dándole al número que le sigue. En suma, nos movemos con el heroísmo callado de un pistolero, de un enfermo de tuberculosis. Mientras, dejo un momento la humilidad, tomo aire y les recuerdo que aquí está ya el número 66 de La Tempestad. Como podrán ver, tiene tres portadas; en la primera, una pieza de Louise "Chiquilla" Bourgeois, en la segunda el bien querido Thomas Bernhard y en la tercera una imagen de la película más reciente de Theo Angelópoulos, El polvo del tiempo. Abel Cervantes describe así los contenidos de este número:

En Literatura:
"Lecturas de Thomas Bernhard" analiza multidisciplinariamente la obra del gran escritor austriaco, como homenaje en su 20 aniversario luctuoso. Dentro del dossier "Formas de habitar", Sergio González Rodríguez estudia los espacios en la narrativa de Haruki Murakami. Novedades bibliográficas en la sección de actualidad.

[Esto es: una reseña de Poesía completa de Viel Temperley, escrita por José Luis Bobadilla; una de esa decepción tropicalizada que es La maravillosa vida breve de Óscar Wao; Diarios. 1984-1989 de Sándor Márai, escrita por David Miklos y una de La vista desde Castle Rock de Munro, por Mauricio Salvador; también se revisa rápidamente Mi Pushkin de Marina Tsvietáieva, Todo nada de Brenda "Bob Toronja" Lozano, El animal sobre la piedra de Daniela Tarazona y Un lugar llamado Oreja de Perro de Iván Thays, entre otras cositas, como una columna de Diego Rabasa sobre la edición pasada del Salón del Libro en París.]

En Cine:
En la página 106, Naief Yehya aborda la filmografía de Wong Kar-wai y su modo de entender el espacio habitable. En "Actualidad del arte" presentamos una entrevista con theo Angelópoulos, así como una mirada a su reciente El polvo del tiempo. Además, reseñas de filmes de Tykwer, Folman y Van Sant.

[Abel Cervantes, además, escribe sobre crítica de cine en México, en una columna; se revisan rápidamente Quisiera ser millonario de Danny Boyle, un box-set con la obra de Lucrecia Martel; La casa de Alicia de Chico Teixera y 720 directores de cine, de Augusto M. Torres]

En Música:
La relación de la vida y la obra de Bernhard con la música es explorada por Miguel Sáenz, su traductor y biógrafo. Diego Fischerman nos habla de la espacialidad del trabajo de Morton Feldman. Discos de Arvo Pärt y Animal Collective, un concierto de Radiohead y la exposición Insideout son comentados en las páginas 42 y 43.

[Wilfrido Terrazas escribe sobre el Festival de Improvisación Libre en una columna; así como revisiones rápidas de Fever Ray, Mantra de Robert Moran, Yesterdays de Keith Jarret y material de Peter Gabriel]

En Arquitectura:
Alejandro Hernández Gálvez expone en "Artefactos (in)habitables" algunas ideas sobre la arquitectura y el acto de habitar. En el dossier sobre Thomas Bernhard, una inesperada lectura: Juan Carlos Cano revisa la novela Corrección y recuerda la casa que diseñó Ludwig Wittgenstein.

En Artes Visuales:
Dentro de "Formas de habitar", Donna Roberts estudia los espacios domésticos en la obra de Louise Bourgeois. "Actualidad del arte" incluye una reseña de la exposición de Francis Bacon en el Prado, así como muestras de Thomas Ruff, Candida Höfer y Gabriel Acevedo.

[Además, Gabriela Golder nos habla sobre las impresiones que tuvo de la reciente Bienal de la Habana y se revisan libros como A Brief History of Curating, Domesticated, fanzines como Sonny o el libro de artista Heavenly Visions, entre otras cosillas interesantes]

En Artes Escénicas:
Matthias Lilienthal creó Departamentos X, proyecto en el que diversos creadores intervienen viviendas de distintas ciudades [me prohibieron decirles quién tradujo este texto del alemán]; Katrin Bettina Müller se ocupa del tema en la página 1118. El director y actor mexicano David Hevia reflexiona sobre la experiencia de montar una obra de Bernhard, uno de los mayores dramaturgos del siglo XX.

[En Actualidad del Arte, Alberto Villareal revisa el paso de la Volksbühne en México así como Mujeres soñando caballos, de Daniel Veronese; Thomas Irmer el Dialoge 09 de la Sasha Waltz & Guests y Gustavo Emilio Rosales escribe sobre Mortal Engine de Chunky Move].

Me encantaría, no tienen idea, o sea, estaría encantado, con seguir aquí contándoles qué tanto viene en el nuevo número. Pero me tengo que poner a trabajar. Cómprenlo, disfrútenlo, cuéntenselo a sus seres queridos.

Tuesday, May 26, 2009

"La pobre había muerto de calor y de pánico"


En los comentarios de la entrada anterior, una amiga sugiere que es el miedo lo que nos hace hacer muchas cosas -como, por ejemplo, me imagino, no hacer bastantes otras o, digamos, meter a una perrita o a un chango en una cápsula que le dará vueltas a la Tierra. Estoy casado con la idea de que es la búsqueda de la felicidad lo que nos hace hacer las cosas tontas y no tan tontas que hacemos; esto es algo de sentido común en lo que, como todo mundo sabe, insistió Aristóteles. Me acordé de todo esto anoche, terminando Yo te conozco, de Héctor Manjarrez, quien escribe:

"Pero detrás y debajo de las variaciones atmosféricas de la vida humana, estaba el miedo: ese cocodrilo que flota como leño por las arterias de la inevitabilidad de lo cotidiano, y que aprendemos todos a solas, sin tutor alguno, a controlar y ocultar mal que bien".

A estas líneas le sigue un bello catálogo de modos de experimentar los varios tipos de miedo:

"El miedo, nuestro acompañante más antiguo, el sudor frío, el temblorcillo de la voz, el dolor de estómago, la locura en la mirada, el no poder respirar, el corazón retumbando, el esfínter suelto, la necesidad de correr, las ganas de morirse, el miedo a ser anormal o acusado de serlo, el miedo físico, el miedo moral, el miedo cerval, el miedo absurdo, el miedo más que justificado, el miedo pánico, el miedo que enloquece, el miedo pequeñito que te derruye, el miedo a los otros, el miedo a ti mismo, el miedo a la violencia, el miedo a la burla, el miedo al silencio, el miedo a la oscuridad, el miedo a las palabras, el miedo a la locura, el miedo a ser castigado, el miedo a la policía y el ejército, el miedo a las turbas, el miedo a la crueldad, el miedo a ser culpable, el miedo a ser imputado culpable, el miedo al miedo".

Me siento, ¿saben cómo?, ¿aquí en la oficina escribiendo sin saber precisamente a quién o para qué? Como Laika la cosmonauta canina, ladre y ladre durante cinco o siete horas. Leo en la red que, aunque se tenía la esperanza pública de que la perra callejera, capturada y entrenada por los científicos de la URSS, regresara a la Tierra, jamás se creyó -por los científicos- que lo haría; después de diez días en órbita, se le envenenaría a través de la comida. Pero murió antes, estrés y calor, a las pocas horas de órbita. El Sputnik 2, por lo demás, explotó al entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra, en 1958. También leo en la red que después de Laika doce perros, como los apóstoles, fueron lanzados al espacio exterior, como ovejas no entre lobos sino entre nada. Cinco regresaron con bien, entre ellos Strelka, uno de cuyos descendientes (pero de qué cosas viene a enterarse uno) fue regalado por la URSS a Jackie Kennedy.

Monday, May 25, 2009

Podemos y deberíamos renunciar

He dejado de tener esperanzas de ganarle a mi computadora en el ajedrez, es probable, de todos modos, que la misma termine matándome. Anoche busqué una reseña de la nueva Terminator en el New York Times y llegué a este texto y luego a este. Después de un rato dejé de leerlas porque me estaban poniendo en un humor catastrofista. Recordé estas líneas de Lovecraft:

"Life is a hideous thing, and from the background behind what we know of it peer daemoniacal hints of truth which make it sometimes a thousanfold more hideous. Science, already oppressive with it's shocking revelations, will perhaps be the ultimate exterminator of our human species --if separate species we be-- for its reserve of unguessed horrors could never be borne by mortal brains if loosed upon the world".
En Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family.

Pero también estas palabras de Bellow:

"There may be some truths that are, after all, our friends in the universe".

Pasé mucho tiempo en la mañana asustándome con estas cosas.

Friday, May 22, 2009

Más zombies en los tenebrosos medios

En su texto Zombi oficial, aparecido hoy en el Reforma, Juan Villoro inicia: "En La conciencia viviente, el psicobiólogo José Luis Díaz arroja una pregunta fascinante: '¿Por qué no somos zombis todos los seres humanos?'. No se refiere a la posibilidad de que imitemos a los personajes con ojos en blanco y brazos extendidos que asustan en las películas, sino a un asunto científico: el cerebro de un zombi carece de conciencia; en cambio, la mente humana se juzga a sí misma". También, más adelante: "Se trata del primer zombi que el PRI fabrica en tiempo real".

David me pasó el texto.
Incidentalmente, es el primer texto que leo donde se menciona tanto a zombis como alguna idea, aunque sea de pasada, en torno a los límites de los textos autobiográficos y las nociones de verdad, validez, veracidad, ficción y memoria.

Thursday, May 21, 2009

Marineros entrenados en un charco

“A climate of fear, created by pervasive, excessive and arbitrary punishment, permeated most of the institutions”.

En el New York Times, el texto.
Y hay un reporte de 2,600 páginas, acá.

Tuesday, May 19, 2009

Danza glacial


En una nota a pie de página del tercer "retal" compilado por Juan Rulfo y que apareció como columna para la revista El Cuento y que ahora se encuentra como libro, se anota: "El ejemplar utilizado para el cotejo pertenece a la biblioteca personal de Juan Rulfo. El autor de Pedro Páramo no acostumbraba subrayar o anotar sus libros; en esta obra se observan pequeñas palomitas trazadas con un fino lápiz al margen de los párrafos seleccionados".
Sin ser un purista con opiniones claras sobre lo que puede o no hacerse con un libro propio (si rayar o no, si doblar las páginas o no, si anotar al margen) debo decir que conforme han pasado los años, me he alejado poco a poco de este tipo de actividades; mis libros, a lo más, llegan a ser doblados en una esquina. Cada vez me cuesta menos prestarlos. Cada vez se vuelven más objetos. En un buen día, claro está. Otro buen día, sin razón, me vuelvo un obseso. Pero entiendo a ese compañero del trabajo que dedicó gran parte de la tarde del otro día a borrar todos los subrayados y anotaciones -afortunadamente, aunque descortesmente, realizadas a lápiz- que alguien a quien se lo prestó hizo sobre uno de sus libros más preciados.
Pero leyendo este libro me percato de algo curioso. Para ser un escritor que se alejaba tanto de la marginalia, apenas unas palomillas a lápiz, Rulfo cedió bastante ante el mundo del "texto parasitario" del que habla Steiner al realizar la compilación que ahora presenta Editorial Terracota. Es comprensible, creo, que uno tenga dificultades para acercarse a una obra marginal o póstuma sin sospechar que es producto de unos excava tumbas o de un editor sin demasiados escrúpulos; pero rara vez uno se encuentra con dichas dificultades cuando se tratan de, precisamente, retales dejados por autores mayores. Especialmente si se tratan de autores mayores que escribieron poco. Uno se siente como un niño que se arroja por el bolo. Quizá es precisamente con esto con lo que cuentan los editores. Pero no deja de ser emocionante, digo, encontrarse con algo, lo que sea, cuando se trata de un autor admirado. Me repito. Creo que no es sorpresivo, en ese sentido, que de los "retales" compilados (fragmentos de lecturas de Rulfo que publicó, a veces con modificaciones mínimas, en forma de columna) el único que no está firmado como "Compilado por Juan Rulfo" sino como "Por Juan Rulfo" sea el de una pequeña pieza de prosa sobre el recato, la avaricia y nuestros torcidos sistemas económicos. Esta rebaba inicia así:

"Sin descubrir, en público al menos, un solo centímetro de su epidermis, Ugpe Sumigla había conquistado París. Incluso al aparecer toda cubierta de pieles en su Danza Glacial debió que, en escasos ocho días, llegase a ser la diosa de las noches parisienses".

El texto, según se nos informa en el exhaustivo aparato crítico (entre más oscuro algo, más las explicaciones) de este pequeño libro, es una versión libre de un original de Pietro Silvo Rivetta (quien firmaba, y me encanta esto, con un pseudónimo; Toddi). Rulfo, se nos explica en el mismo pie de página del que les hablaba, tomó el texto de la Antología de humoristas italianos contemporáneos, una selección, a su vez, de Andrés Guilmain, G.B. Ricci, M.T. Mayo, L.I. Bertran, Ángel M. Bécquer, Domingo Pruna y M. Jiménez, de 1943. De los retales, éste, nos dicen, es en el que Rulfo trabajó más "aligerando el texto", al grado que lo hizo suyo.

La bailarina Ugpe Sumigla consigue con sus encantos revertir el valor del oro: "La noche del 16 de mayo de 1991, encontró, al llegar a su hotel, un estuche de oro macizo, ofrenda de un admirador mexicano que se había enriquecido durante la transformación industrial de su país. Ella hizo tirar en seguida aquel regalo por el balcón, manifestando a un grupo de amigos: -El oro es el más vulgar de todos los metales. Es preciso ser un verdadero patán para utilizarlo o apetecerlo".
Tres días después, ningún joyero podía vender sus piezas de oro. ¿Qué fue, en cambio, lo que adquirió valor? "La unidad monetaria internacional fue el cerebro: se designaron en cada país tres individuos geniales, reunidos en razón social y facultados para emitir moneda a su nombre, con un valor proporcionado a la inteligencia o genio de los aludidos". ¿Un alemán interpreta todos los manuscritos etruscos? Sube el cerebro alemán por algunos marcos. ¿En Roma descubren el bacilo de las pasiones eróticas y cómo curarlas? Sube la moneda italiana. ¿Un grupo de editores mexicanos le rascan a las arcas de uno de sus más grandes individuos geniales? La moneda a la alza, estaría.
Una curiosa ambivalencia, esta que experimento ante un libro como este. Me recuerda un poco aquella compilación de cuentos realizada a partir de una lista que Borges publicó en una revista para señoras argentina. Una lista valiosa, supongo, con la aprobación de Borges. En este caso se trata, claro, de algo más valioso. Quizá nuestro autor del siglo XX más importante también fue quien dejó menos atrás. Menos, en este caso, ¿es más ganas de exprimirle por donde se pueda? Y es verdad, esto no se trata sólo de una lista -Rulfo realmente leyó estas obras con un ojo de lector profesional, como un lector poderoso. (Un paréntesis, en su introducción al volumen, Alberto Vital y Sonia Peña rescatan esta declaración de Rulfo realizada en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de 1979:

-Yo escribo por afición, no soy un profesional. Leo, eso sí; soy un profesional de la lectura, me interesa mucho la lectura. Y [...] no es por modestia, pero quizás hay pocos autores que leen como yo, a veces leo dos libros por noche... amanezco leyendo, soy un vicioso de la lectura.

cierro paréntesis).
Rulfo no sólo lee como endemoniado sino que, al menos para El Cuento, se atrevió a alterar sus lecturas para hacerlas todavía más cercanas. Hay autores, hoy en día, que hacen una parte importante de su obra a partir de ejercicios de este tipo -alterar sus lecturas y publicar sus resultados, Bellatin me viene a la cabeza. Me apabulla todo esto, los pequeños resquicios, los abismos que se abren en las sospechas. Pues, es extraño, ¿o no lo es? A pesar de que sé que sus obras cumbres son y seguirán siendo Pedro Páramo y El llano en llamas, y a pesar de que me purga la cultura del texto parasitario, ¿por qué me emociona tanto leer una compilación breve de textos que Rulfo, sencillamente, leyó? Creo que esta duda se llega a aclarar en las coordenadas sugeridas por Víctor Jiménez en su presentación al libro, Rulfo lector, Rulfo escritor, donde nos presenta dos polos, Sainte-Beuve y Proust, el crítico y mal lector que creía que la obra de un autor sólo podía conocerse a través de la biografía del autor como persona y el escritor intimista que creía que había un yo inaccesible del escritor que lo hacía único; dos opuestos que en sus extremos se tocan, ambas luces que de tanto alumbrar son cegadoras. Ah, el agua tibia.

Digo que leí este libro con emoción. Tanto así que dejé por una noche la lectura de El tesoro de Sierra Madre, de B. Traven. De allí, saco estas líneas:

"Cuando no tenían nada, eran esclavos de su estómago hambriento, esclavos de aquellos que tenían los medios para llenarles sus barrigas, pero todo eso había cambiado. Comenzaban el camino que suelen emprender los hombres para convertirse en esclavos de sus propiedades".

También:

"En el momento de decir aquello, se dio cuenta de que nunca había hablado de algo que nunca antes había tenido cabida en su mente. Jamás se le ocurrió pensar que el oro traía consigo una maldición. Tuvo la sensación de que no era él, sino alguien que habitaba en su interior, y de cuya existencia nunca se había percatado, quien había hablado por su boca. Se sintió incómodo al percatarse de que en el interior de su mente habitaba una segunda persona a quien por primera vez acababa de conocer".

Convergencia


Y si uno busca "dead birds" en imágenes vía Google, aparece esto.

Monday, May 18, 2009

Entrada 1,100

Con ocasión de la publicación del primer volumen de sus cartas, John Banville escribe sobre Beckett acá. Llegué a través del sitio de Doug.

Saturday, May 16, 2009

Hoy en la peluquería

Hoy llevé a mi hijo a la peluquería y el peluquero intentaba hacerlo voltear de modo que pudiera pasarle la máquina en uno de los costados de su pequeño y adorable cráneo. Tuve que llevarlo porque hace unos días se me ocurrió lo que resultó ser una idea bastante tonta, cortale el cabello yo mismo. Tiene dos años, mi hijo. Y aunque muy inteligente, también es muy inquieto. Por supuesto, le solté varios tijeretazos y por ahorrarme un poco de dinero, mi pequeño terminó con algunas buenas mordidas de burro. Lo que quería contarles, en suma, es que mientras el peluquero le cortaba el pelo le decía: "Mira el perro", señalando al piso. "¿Cuál?", preguntó mi hijo, con esa voz que aún se está formando, acoplando a sus pequeños, aunque de pasos seguros, pensamientos. "¿No lo ves?", le preguntó el peluquero, "está allí, junto al gato". "Ñoo", decía mi hijo, al mismo tiempo que volteaba. "Y el gato está junto al ratón", finalizó el peluquero, su máquina arrasando con los delgados cabellos de mi peque.
Un momento después mi hijo, quien insistía en que no veía al perro -o al gato o al ratón- le dijo al peluquero: "¿Ya viste la vaca?". "¿Cuál vaca?", preguntó el peluquero. "Esa de allá", dijo. El peluquero buscó con la mirada.
Todo esto es verdad, excepto que yo no tengo un hijo, no sé por qué decidí escribir eso. El caso es que el peluquero preguntó, con auténtica duda, dónde se encontraba la vaca. En dos ocasiones distintas, preguntó. El peluquero que, por su parte, me estaba cortando el pelo a mí rió mucho y se burló mucho y repitió una y otra vez: "Te la aplicaron, te la aplicaron, ¡el morrillo es abusado!"
El padre que llevó a este niño pasó mucho tiempo recogiendo el martillo de juguete y el Elmo que el niño dejaba caer, por accidente.

Thursday, May 14, 2009

Mi computadora me va a matar

Como todas las veces que he jugado ajedrez contra mi Mac, hoy perdí de nuevo. Cosa curiosa: hace rato pasaban 2001: Odisea del espacio en la televisión y me senté a verla -ya tenía rato y estaba el momento en que las cosas comienzan a ir mal en la nave- y había olvidado que hay una escena en la que uno de los astronautas juega contra HAL. Curiosamente, unos momentos antes había regresado de cenar con un amigo a quien le había contado que siempre que juego contra mi computadora, pierdo. Me extrañó que me haya sugerido, entonces, que mi computadora en realidad me estaba haciendo trampa -pues, cada que le pido "pistas" y las tomo, de todas formas, pierdo. Pero ahora veo que es posible que esta madrola las trae contra mí.
En el momento de 2001... en que la escena se muestra, la reina del astronauta (quien juega blancas) toma uno de los peones de HAL quien contra-ataca con su alfil tomando al peón del rey. Entonces, Frank Poole dirige, o intenta dirigir, su torre contra el rey. Es en este momento que algo extraño sucede. Me imagino que ustedes ya se dieron cuenta de que el juego en realidad es una reproducción del de Roesch contra Schlage, mismo que tomó lugar en Hamburgo, en 1910. Obvio. Lo que vemos en la película es lo que le sigue al movimiento número 13 de las fichas negras en el juego original.
Ahora, lo extraño de todo esto es que cuando Poole, el astronauta, afirma cuál será su movida, HAL responde: "Lo siento Frank. Creo que te has equivocado. Reina a Alfil Tres". Pero en realidad, esto debió ser Reina a Alfil Seis. ¡HAL está haciendo trampa! Y Poole cae redondito. Extrañamente, la movida inmediata que narra HAL es "Alfil toma a Reina", lo cual es verdad. Entonces el Caballo toma a la Reina y se hace jaque mate. Pero se debería hacer en tres y no en dos movimientos, como quería HAL. Acto seguido, la computadora se vuelve loca y empieza a matar astronautas.
Intenté reproducir este juego contra mi computadora pero, pues, no salió. El diagrama de las movidas -y todo lo demás- lo saqué de acá. Ni que yo fuera qué o qué.

...

El corto de la película basada en The Road parece corto de Terminator: Salvation. Pero sin robots. Pero con Charlize Theron. Pueden verlo acá.

Jueves

La madrugada del miércoles soñé que un grupo de personas salíamos de nuestras casas, como refugiados en caravana rumbo al mar. Caminábamos por callejones de una gran ciudad, la ciudad de México, que en mis sueños era a la vez un pueblo enorme de casas chaparras y sin sombra, como Celaya o San Miguel Octopan, ubicado, sin embargo, sobre una colina a cuyos pies se encontraba, les digo, el mar. El cielo, entonces, cambiaba pronto de color y algunos rayos tronaban para caer sobre el mar. Las líneas ramificadas de los rayos quedaban dibujadas, suspendidas, en el cielo, y se podía ver el modo en que, a través de ellas, como hilos, se unía el mar con las nubes. Dejamos de avanzar cuando los rayos se volvían meteoritos, bolas de fuego que caían sobre la ciudad. Bloques masivos de fuego, envueltos en humo, cayendo como aviones. Le gritaba a la gente que no corriera, recuerdo, sin ver dónde caerían los meteoros -algo que, incluso en el sueño, recordaba haber aprendido en una película en la cual un volcán nacía en Los Ángeles. Desperté asfixiándome y aspirando aire en un largo, larguísimo, aliento que parecía no acabar. No sentí alivio hasta que empecé a toser. Esa noche cené dos bistecs.

Mi cabeza

Con sus dimensiones, descansa sobre mi cuello.

Wednesday, May 13, 2009

Otra entrada


Veía una serie de portadas de Penguin y no sé si son viejitas -no, sí sé. Acabo de revisar. Esta es de 1999 y lleva una fotografía de Jacob Sutton. Lo cual, supongo, excusa a la editorial de seguir llamándola Amerika (incluso en las versiones actualizadas lleva el título Amerika pero ya con el subtítulo The Man Who Disappeared). ¿Pero puede la fecha también disculparla de estar a punto de llevar el slogan: "Kafka, habla bien de ti"? Mucho ingenio por la tarde, que me disculpen.

"La torta es algo muy serio, algo que no se puede improvisar"

"Pocas cosas hay tan mexicanas como una burócrata malencarada con una torta de jamón y un refresco Lulú de grosella encima del escritorio entre de los legajos de los mil y un trámites".

Zagal le entra a la torta, acá.

Monday, May 11, 2009

Diario de la peste: trípodes


H.G. Wells describe la muerte de los marcianos pero también de sus enormes trípodes que llevan sus "rayos de calor", aquejados por los microbios que, como humanos, hemos tolerado, pues "el hombre no vive ni muere en vano". Anthony Burguess, en su introducción al Diario del año de la peste, afirma que esta novela de Defoe fue decisiva para la narración e inspiración de La guerra de los mundos. Y ahora encuentro, en La máscara de la Muerte Roja de Poe que cuando ésta, la peste, se introduce en el castillo del príncipe Próspero, que no sólo "la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres" sino que "las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo".
Y la extraña hierba roja se extiende de este modo sobre el mundo.

Sunday, May 10, 2009

Entrada 1,091.

Leo en Porque parece mentira la verdad nunca se sabe:

"Ay de aquél que se emborracha con sus principios morales y les da vueltas y vueltas y les sigue dando vueltas y no se ríe de sus vueltas".

Pero también:

"...echarse a su manera una dizque pestañita a la sombra de un huizache y que en vista del cansancio se convierta a la postre en ganosa pestañota... ¡asco!".

Friday, May 08, 2009

Diario de la peste: confianza

Ayer comí en un restaurante, como lo hacía antes de que empezara la contingencia sanitaria (no me da tiempo de comer en casa para estar de vuelta en la oficina a las cuatro), y cuando nos dieron una mesa -pues iba con los compañeros de la oficina- la persona que nos dirigió a ella -hablándonos a través de su tapabocas- nos presentó un botecito con gel desinfectante y, en fila india, nos formamos para recibir la dósis en nuestra mano, tal y como los cadetes de la escuela semi-militar a la que asistí a mediados de los noventa nos formábamos para recibir, antes de entrar a las regaderas, una ración de shampoo. Se racionaba de este modo desde los ataques furtivos a los más débiles por parte de los más fuertes, en las noches, y que, además de golpes con toallas y (en pocos casos) salpicaduras de orina, involucraban embardunamientos de shampoo, crema para afeitar o humectar. La respuesta de los prefectos fue, como les digo, racionar el shampoo. Curioso que me acordara de eso.
El martes o lunes pasado visité a una persona en su casa, para comer, aprovechando que los compañeros de la oficina verían fútbol. Esta persona me invitó a comer, aunque me advirtió que estaba enferma de gripe. Uno se vuelve confiado, temerario, conforme pasa el tiempo. Mientras comíamos y se sonaba los mocos esta persona me habló de la despreocupación general que se vivía en la ciudad de donde viene y donde aún vive su madre (fue de visita en el puente pasado). Aunque, me dijo, en algunos casos, algunas personas se arrojaban aún a preocupaciones de orden sobrenatural y teológico. Creo que una semana antes, al estar al tanto de la gripe de esta persona, no la hubiera visitado.
Leo hacia el final de Diario del año de la peste, cuando la peste está en su apogeo, uno que le hace pensar a los londinenses que se trata de una obra de Dios, una condena contra la que no puede hacerse nada: "Y a fin de cuentas esto fue lo que hizo que mucha gente se acostumbrara al peligro, y cada vez se preocupara menos por él, y en las últimas semanas, cuando la epidemia estaba en su apogeo, tomara menos precauciones que en un principio. Entonces, dando muestras de una especie de fatalismo, a la manera de los turcos, decían que si Dios juzgaba oportuno herirles con Su mano, tanto daba que saliesen a la calle como que se encerrase en su casa".
Anoche me contaban, por cierto, que hacia Hidalgo apedreaban a los capitalinos porque no querían que pasaran por ahí, con su enfermedad; ¿alguien sabe si esto es verdad?

Thursday, May 07, 2009

Más zombies en los medios

"Like zombies, spiders in a lab twitched back to life hours after 'drowning'—and the scientists were as surprised as anyone". La araña lobo, Arctosa fulolineata, puede revivirse a sí misma después de inducirse un coma que puede durar hasta 40 horas. El resto de la información, acá, en National Geographic. Adriana me pasó la información. Gratis.

Tuesday, May 05, 2009

Las benévolas, de nuevo

Releo la mala-lechosa reseña de enero del año pasado de Ana Nuño de Las Benévolas de Littell, que pueden encontrar completa acá, en la que la descalifica como novela esencialmente porque la encuentra inverosímil, incapaz de realizar un "pacto de ficcionalidad" con el lector. En su intento por superar esta deficiencia, argumenta Nuño (si entiendo bien) Littell se dedica a llenar de datos la novela, que bien podrían haber sido sacados de, digamos, Google. Los últimos párrafos de su reseña:

"Dejaré de lado la inverosimilitud histórica de un SS que llegó a trabajar a las órdenes de Himmler que después de la guerra logra rehacer su vida tranquilamente en Francia (no en Alemania o en un país sudamericano), y que un buen día, sin que venga a cuento (o alguien nos explique por qué), decide consignar por escrito su testimonio. Pero incluso si obviamos estas irrealidades, con lo que nos quedamos es con un narrador que nos dice que ha vivido una vida que nadie ha podido haber vivido. Una vida que es un compendio de lo que hoy pensamos que fue lo más significativo del régimen nazi (¿habrá que recordar que el exterminio programado de los judíos es una realidad histórica plenamente establecida sólo desde hace tres décadas? ¿Que la mayoría de los nazis, ss incluidos, no supieron en su momento nada acerca de Majdanek o Belzec?), y que desempeña la única función narrativa efectiva de pasearnos por el parque temático de la guerra y las matanzas en la Europa de Hitler.
Quizás, después de todo, el pacto narrativo que nos propone esta novela sea el mismo que a cualquiera le ofrece Google: un puñado de palabras clave (“nazismo”, “exterminación”, “guerra”, “SS”, “testimonio”), y pulse “Buscar”."

Cuando leí la reseña, titulada en la versión impresa de Letras Libres (según recuerdo) como "La novela Google", me extrañó la exigencia de Nuño de una literatura que, al presentarse en formato de novela, deba ofrecer historias posibles (por lo demás, Nuño, aunque descalifica el texto como novela no afirma si se trata, entonces, de algo más; peor o mejor). La verosimilitud de dichas historias, para Nuño, dependen, en suma, de su posibilidad histórica. ¿Leí mal la reseña de Nuño? ¿Identifica, finalmente, verdad y verosimilitud?
He vuelto a ella por un eco que encontré en la reseña de Paul La Farge de la misma novela, recién publicada en The Believer, que pueden leer acá. Al inicio de su reseña Nuño se queja de que el texto de Littell no sigue un programa narrativo a pesar de que ella misma reconoce uno, "pasearnos por el parque temático de la guerra y las matanzas en la Europa de Hitler". Sobre por qué querría Littell hacer algo así, La Farge propone varias respuestas, entre ellas la intención de mostrar, precisamente, el modo en que un exceso de información adormece profundamente nuestra moral (algo puede decirse de nosotros, leemos periódicos y fornicamos, según Camus). Este entumecimiento moral está acompañado de un entusiasmo -la curiosa sensación de creer saber mucho. Para que estemos dispuestos a realizar dicho "paseo por el parque temático" (que, en realidad, nunca es agradable) Littell presenta a un narrador mareador en quien confiamos nos cuenta algo verificable sin percatarnos de que estamos ante un encantador de serpientes, algo que La Farge ve bien (fue este párrafor lo que me recordó la ocurrencia de Nuño):

"The enormous quantity of information contained in The Kindly Ones (you could call the novel “encyclopedic,” but, given its narrator’s subjective bias, “wikipedic” might be a better way of putting it) serves not only to enchant, but also to distract".

La Farge ahonda más adelante en el atractivo de este encantamiento escapista (ofrecido por un ojo que lo ve todo pero que, como todo ojo, es incapaz de verse a sí mismo):

"The totalitarian state is engrossing the way certain books, The Kindly Ones among them, are engrossing: it offers a complete world that masks the reader’s incompleteness; its fantastic descriptions set ablaze those lazy (or young, or sad) minds that want nothing to be left to the imagination".

En efecto, es preocupante el éxito de una novela de este tipo pero también es importante que nos de la posibilidad de reconocerla como algo preocupante (adoro que La Farge recuerde a Tolkien al inicio de su texto). De allí que la novela no se sotenga sólo en información; no está exenta, finalmente, de un juicio; presenta, sí, a un ojo narrador cuya perversidad reside no sólo en su monstruosidad (el protagonista, Aue, no es un burocratilla que acata órdenes, es un asesino y un depravado; es, en realidad, fácil despreciarlo) sino en que se obstina en ser un ojo, un aparato inhumano que brinda información (el principal obstáculo que nos pone a la acción de dejar escucharlo, pues nos encanta con su enciclopedismo engañoso).
Es curioso: al iniciar esta entrada, no me percaté del rush que me da hablar de esta reseña por aquí, esta reseña por acá; sólo es ahora, cuando la reviso y siento cómo se van enfriando los motores, que comienzo a extrañar la pasión de buscar información para poder soltar opiniones.
Finalizo con esto: en el tercer apartado de su texto, La Farge anota algunas ideas sobre la relación de la novela con La Orestíada. Algo que Daniel Mendelsohn ya había hecho en su reseña, que pueden encontrar, acá, en The New York Review of Books; quizá el mejor texto que he leído sobre la novela.

Diario de la peste: más zombies en los medios

El pasado 30 de abril, leo ahora, se publicó una entrevista en Vanity Fair a Jonathan Goldstein (uno de los editores de This American Life, un programa de radio de Chicago al cual llegué, hace tiempo, buscando cosas de Chris Ware) con ocasión de la publicación de su libro Ladies and Gentleman, the Bible!, un libro de cuentos en el que se retoman personajes e historias bíblicas pero se les altera para hacerlas, pues, chistosas. El resto de la entrevista pueden leerla acá. A continuación, el fragmento que nos interesa:

Seth Grahame-Smith did something similar with Pride & Prejudice, but he filled Jane Austen's novel with zombies. Why no zombies, Jonathan?

I was about two-thirds of the way through a story about zombies when somebody told me there were no zombies in the bibles. And that was the moment that I realized that my biblical scholarship was lacking and I had to start doing some actual research because that's what adults do when they're writing a historical document.

No zombies in the bible? Then what the hell was Lazarus?

He was a zombie?

He was a dead guy walking around. According to most definitions of zombism, I think that counts.

There was no brain eating though. That's what most people associate with zombies.

I always thought Holy Communion had some zombie elements to it. "This is my body broken for you." You're basically eating human flesh. What zombie wouldn't love that?

Yeah, yeah, I guess. That's one way to get kids to start reading their bibles, huh? When I was doing research on the bible, I found this old book from the 20s called The Bible Unmasked. The premise was basically that the bible is a filthy book and it isn't something we should be teaching our kids. It was basically out-puritanicaling the bible. It was filled with very lascivious pictures of women gyrating around half-naked and the author was just outraged by it. I thought, what a great way to get kids to want to pick up a bible.

Por cierto, el otro día leyendo Diario del año de la peste, Defoe habla en algún momento sobre los leprosos de Samaria (Lucas, 17, 12), de los cuales yo no sabía nada y cuando, morboso y con mente infantil fui a buscar de qué hablaba, pues, esperaba en realidad una cosa bien acá, bien morbosa; en cambio, encontré esto:

Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos [porque eran impuros, leprosos y contagiosos] y alzaron la voz, diciendo: "¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!". Cuando él los vio, les dijo: "Id, mostraos a los sacerdotes". Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz y se postró a sus pies dándole gracias. Este era samaritano. Jesús le preguntó: "¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".

Moraleja, hay que estar agradecidos con Dios. Otra moraleja: a veces uno llega con mente morbosa a la Biblia, pero acontece que aprende importantes moralejas en el camino y queda limpio.

Sunday, May 03, 2009

Diario de la peste: la casa de campo

A continuación, fragmentos de mi diario personal (2 de Mayo de 2009).

Leo en el texto de Defoe:

"...y aunque, después del primero de agosto, no fue nada fácil circular por los caminos, fuera en la dirección que fuese, había muchos modos de buscar refugio fuera de la ciudad, y sobretodo, según ya he apuntado, habían quien se llevaba tiendas de campaña y las planataba en los campos, y disponía de camas o de paja para dormir y víveres, y así vivían igual que ermitaños, pues nadie se atrevía a acercarse a ellos; y se contaban diversas historias de esta gente, unas cómicas, otras trágicas, de algunos que vivían como peregrinos errantes en el desierto, y que se salvaron aislándose de un modo caso increíble, y que sin embargo gozaban de una libertad mucho mayor de lo que hubiera podido esperarse en casos semejantes".

En Valle de Bravo la gente camina sin la preocupación que parece asaltar a los capitalinos, misma que se expresa generalmente en el uso del tapabocas. Un curioso fenómeno pues a pesar de que la cantidad de información alarmante se ve disminuida, en Valle de Bravo no faltan televisiones, Internet o periódicos. La geografía aún tiene una fuerta impresión sobre la psique de las masas.

[...]

Por lo demás, en las noticias se informa que las cosas mejoran.
Leo más del texto de Defoe:

"Los ratos de ocio los empleaba en leer y en escribir el relato de lo que me ocurría cada día, relato del que más tarde he sacado la mayor parte de la presente obra por lo que se refiere a mis observaciones en la calle. En cuanto a mis meditaciones personales, las reservo para mi uso propio, y bajo ningún pretexto quisiera que se hicieran públicas".

[...]

Más tarde en el día: recuerdo a Krikaliev, el astronauta con el récord de haber sido el hombre que más tiempo ha permanecido en órbita, contra su voluntad, quien se quejó con el Kremlin por haber encontrado en la videoteca de la MIR un par de películas cuya trama giraba en torno a una historia sobre un astronauta cuya vida depende de que la comida o el abastecimiento de aire dure lo sufiente. El otro día, en televisión: 28 weeks later y Dawn of the Dead. Hoy, 12 monkeys.

Es domingo, ahora, por la noche; en la televisión pasan The Stand.

Diario de la peste: sobre los tapabocas

Brenda Lozano escribe sobre los tapabocas, acá.