Tuesday, April 27, 2010

El odioso



Termino de leer Las encías de la azafata, de José Israel Carranza. Una cita de la página 194:

"¿Qué quiere decir que lo dejen a uno en paz? La presencia de los demás y la ocurrencia del mundo y de la vida forman una continua sucesión de interrupciones, y el odioso lo único que anhela es un poco de silencio, un poco de calma para estar a solas consigo mismo. No se trata de un egoísta, pues fácilmente puede pensarse que, por definición, cualquier odioso lo es, o que todo egoísta es irremediablemente odioso. (Y habría que considerar la posibilidad de una historia sobre el egoísmo como virtud.) Este individuo, por lo contrario, en tanto está en la búsqueda de la tranquilidad más pura, se mueve por un afán de paz y armonía: ha decidido que la única vía para que lo dejen en paz es ejercer su talento de manera impecable, denodadamente, y en ello se cifra una lógica transparente y honesta con la que no quiere violentar a nadie. Sólo precisa del odio más grande para estar en paz. ¿Su fin es la soledad? No: su propósito último es no figurar en el aprecio de nadie, y más allá, enlistarse a la cabeza del censo de resentimientos y desdenes y horrores y aborrecimientos de cada una de las personas que lo rodean, para poder estar en paz".

Hace unos instantes me preguntaba si estas son o no patrañas. Me lo pregunto ahora porque quizá, es verdad, hay algo de odioso en la gente virtuosa y mucho de soledad en la gente virtuosa, autárquica. Pero, la verdad, ¿quién quiere amigos odiosos? ¿Es posible tenerle envidia a un amigo por sus bondades y aún admirarlo? Nada. No se me ocurre decir nada más.

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