Dos de la tarde pasados diez minutos. Mi padre grita en un cuarto contiguo, le grita a mi madre, le grita porque no entiende lo que dice, una mala conexión telefónica. Mi madre viene en camino, por carretera, y a su llegada partiremos. Semana que es santa. Semana que es vacacional. Una lista de lecturas planeadas y que no terminaré:
1. Caminos de bosque, Heidegger
2. ¿Qué es la metafísica?, Heidegger
3. Nietzsche, Heidegger
4. La montaña mágica, Mann
5. I., Stephen Dixon
6. Tristram Shandy, Sterne
7. McSweeney's Quarterly Concern Issue #15, varios.
8. The Fortress of Solitude, Lethem
Le voy a prestar a mi padre 2666 para que lo lea en vacaciones. No le va a gustar. Anoche tuve una pesadilla. En algún momento yo era Adrian Brody (pero como aparece hacia el final de El pianista) y en otro estaba en una especie de misa negra. También: me peleaba con un amigo al que estimo. La pelea tenía que ver con la manera en que trataba a su hermano. Mi amigo, en la realidad, no tiene hermanos. Amanecí con un arañaso en el hombro. Mi hermana me preguntó, por la mañana, por qué gritaba en la noche. Le expliqué que había tenido una pesadilla. Esto le pareció gracioso.
Por otro lado, creo que estoy enamorado. También creo que es algo puedo decidir, elegir. Cambiaré de tema.
Anoche bebí dos cervezas y un poquito. Abrí una y estuvo bien. Abrí otra y me supo a madres, a químico, a jabón. Abrí otra y me supo mejor. Las tres estaban un poco tibias. Quiero seguir escribiendo porque cuando deje de hacerlo comenzaré a organizar las cosas que debo organizar antes de irme (comprar la comida, el equipaje que falta, ponerle gasolina al coche).
En fin. A lo que sigue.
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