Thursday, January 19, 2006

Soledad

En ocasiones cuando estoy en el auto y volteo a los lados y los veo a todos ustedes debo recordarme que es verdad, que siempre están ahí, aún cuando no los tengo presente, aunque debo reconocer que esto es mucho más a menudo que mi completo desapego de ustedes. Pues aún por la mañana, con el sueño en la cara, los veo. En la regadera, extrañamente, sin ninguna razón fuerte o en particular, al momento que me tallo la cabeza con el shampoo pienso en todos ustedes y en la lejanía que nos separa, pienso en Mariana Arce y en Julián Zárate, también pienso en Héctor Zagal y en Adriana Degetau, pienso en el Che Guevara, en Roberto Bolaño, en Juan Manuel Ardavín, en la familia Arenas, en Cuco y en Charp y en el Pollo, pienso en Refu, en Sandra, en mi familia y ninguna de estas personas viene a mi cabeza porque lo haya pedido, sólo están aquí, ahí, acá, ustedes, todo el tiempo, está Julián Etienne y su familia, está Mariana Martínez y sus compañeras de cuarto, está la gente que trabaja en Long Island pero también la que trabaja en la facultad de filosofía de la Universidad Panamericana, Vicente de Haro, Vicente Amador, Jesús Salazar, María Elena, Jaramillo, Héctor Velázquez, demasiadas, muchas otras personas (Ross, Oscar, ¡Piú!, Mares...) Lo extraño es que todas estas personas tienen el mismo peso ontológico que yo, tienen la misma importancia en el universo; no todas son íntimas mías, pero muchas sí. Ciertamente Tom Cruise ni Dakota Fanning están constantemente en el fondo de mi cabeza, pero sé que no debo esforzarme demasiado para que así sea. Federico González, María, María Fernanda, Gabriela, Napo, Miguel Ángel, Gino, Rodrigo, Adolfo, José, Silvia, la otra Silvia, las múltiples Silvias, mis tocayos, o Rogelio Villareal, pero también el otro Rogelio, a quien francamente no conozco pero está ahí, en algún lugar de la intrincada red en la que--Tomás, Angulo, Pedro, los chicos de la preparatoria, los profesores de la preparatoria, los muertos, los aviadores, mi primo que estuvo en Irak, Soledad Solaro, las personas cuyas vidas no son interesantes pero así lo creen, el argentino que conocí una vez y que sólo vino a México para conocer los basureros, las personas que atienden en las taquillas, en los Blockbusters, en Videodromo, los intelectuales, los escritores, Benjamín Morales, Mario Bellatin, Juan Villoro, Sergio Pitol, Dave Eggers, Eli Horowitz, yo, yo, yo, tú, Bill Gates, Bukowski, Arrache, Diego, Jorge, todos los meseros, todos los astrónomos, todos los electricistas; el otro Guillermo que es amigo de Julián Zárate, el otro Guillermo que es amigo de Julián Etienne pero a quien no conozco, la otra Mariana que estudió conmigo y se casó y que tiene un hijo que se parece demasiado a Patricio, Claudio, el esposo de Silvia, su hermana Tania que alguna vez fue novia de José, la hermana de José que es novia de Edgar quien a su vez es amigo de Pavel y que tiene una novia que se llama Mariana que conoce a una de mis mejores amigas. También está María José y su madre y el resto de su familia. También está Yuli y mis ahijados. Y mi tía y Raúl que ya murió y mi abuelo Pepe que tiene cataratas y mi abuelo Eduardo que no tiene cataratas ni vida, y mi Padre, y mi Madre y mis hermanas y luego el sol, y los átomos y la unidad de la carne; pero también la separación y el frío porque también pasa que muchas veces simplemente no están ahí.

2 comments:

Mariana said...

aquí toy, aquí toy!

Anonymous said...

vaya, no esperaba la mencion. gracias, imagino. o no se, mas bien, ummmm. es dificil escribir esto. benjamin