Así que hace unos días me encontré con la imagen de arriba en la red, es de un fotógrafo cuyo nombre escribiré ahora, Peter Funch, y a cuya página los dirigiré a través del siguiente vínculo. Allí podrán ver más de su trabajo y si buscan bien también podrán observar que varias de sus imágenes han sido alteradas -de hecho, ignoro si la imagen de arriba corresponde o no a la realidad en el sentido de que todas esas personas se hayan encontrado al mismo tiempo fotografiando Times Square. La imagen del algún modo me hizo eco a la de abajo, con la cual también me topé en la red.
Encuentro que la imagen de abajo es graciosa y es graciosa porque es una burla ingeniosa al turista que va y visita la Torre de Pisa y se fotografía con ella y no sólo se fotografía en el sitio sino que lo hace con ingenio, como muchos otros turistas lo han hecho antes de dicho turista. Pensé en estas dos imágenes hoy cuando leía el siguiente fragmento de Don Delillo, de su White Noise, uno de los fragmentos más citados de su novela. En él, un par de académicos (uno especializado en Hitler, el otro en Elvis, según recuerdo) deciden hacer un pequeño paseo en auto para visitar una atracción turística:
Several days later Murray asked me about a tourist attraction known as the most photographed barn in America. We drove twenty-two miles into the country around Farmington. There were meadows and apple orchards. White fences trailed through the rolling fields. Soon the signs started appearing. THE MOST PHOTOGRAPHED BARN IN AMERICA. We counted five signs before we reached the site... We walked along a cowpath to the slightly elevated spot set aside for viewing and photographing. All the people had cameras; some had tripods, telephoto lenses, filter kits. A man in a booth sold postcards and slides -pictures of the barn taken from the elevated spot. We stood near a grove of trees and watched the photographers. Murray maintained a prolonged silence, occasionally scrawling some notes in a little book.
"No one sees the barn", he said finally.
A long silence followed.
"Once you've seen the signs about the barn, it becomes impossible to see the barn".
He fell silent once more. People with cameras left the elevated site, replaced at once by others. [...] "Being here is a kind of spiritual surrender. We see only what the others see. The thousands who were here in the past, those who will come in the future. We've agreed to be part of a collective perception. This literally colors our vision. A religious experience in a way, like all tourism". Another silence ensued. "They are taking pictures of taking pictures", he said.
El pasaje no lo copié de mi ejemplar de White Noise (lo busqué en mi librero, sépanlo; debo haberlo prestado) sino de donde lo releí, en el ensayo de David Foster Wallace, "E Unibus Pluram: Television and U.S. Fiction", de su A Supposedly Fun Thing I'll Never Do Again, que releía hoy durante mi dos horas de comida. David Foster Wallace comenta después de haber citado (y traduzco conforme leo):
"Cito esto a pesar de su extensión no sólo porque es demasiado bueno como para editarlo sino para llamar su atención sobre dos elementos relevantes. Uno es el mensaje Dobynesco sobre la metástasis de la vista. Pues no sólo está la gente viendo una granja cuyo única fama es ser un objeto de la vista, sino que el académico de cultura popular Murray está viendo a gente ver la granja, y su amigo Jack está viendo a Murray ver ver, y nosotros los lectores estamos obviamente viendo a Jack el narrador ver a Murray viendo, etcétera. Si dejas fuera al lector, existe una recaída similar de registros de granja y del ver la granja.
Pero son más importantes las complicadas ironías que están en la escena. La escena misma es obviamente absurda y absurdista. Pero la mayor parte de la fuerza paródica del texto está dirigido a Murray, el supuesto trascendentista de la visualización. Murray, al ver y analizar, trataría de comprender el cómo y el por qué de ceder ante las visiones colectivas de imágenes masivas que se han vuelto a su vez imágenes masivas sólo porque se han vuelto objetos de una visión masiva. El "silencio extendido" del narrador como respuesta a los disparates de Murray habla por sí solo. Pero no debería entenderse como la implicación de simpatía por la masa borrega hambrienta de fotografías".
Se trata, en efecto, del silencio inmutable del ironista. Pues apenas este rostro es perturbado, explica Foster Wallace, se vuelve parte del chiste, perdiendo así su posición privilegiada de registrador que juzga desde su estación de mando.
Several days later Murray asked me about a tourist attraction known as the most photographed barn in America. We drove twenty-two miles into the country around Farmington. There were meadows and apple orchards. White fences trailed through the rolling fields. Soon the signs started appearing. THE MOST PHOTOGRAPHED BARN IN AMERICA. We counted five signs before we reached the site... We walked along a cowpath to the slightly elevated spot set aside for viewing and photographing. All the people had cameras; some had tripods, telephoto lenses, filter kits. A man in a booth sold postcards and slides -pictures of the barn taken from the elevated spot. We stood near a grove of trees and watched the photographers. Murray maintained a prolonged silence, occasionally scrawling some notes in a little book.
"No one sees the barn", he said finally.
A long silence followed.
"Once you've seen the signs about the barn, it becomes impossible to see the barn".
He fell silent once more. People with cameras left the elevated site, replaced at once by others. [...] "Being here is a kind of spiritual surrender. We see only what the others see. The thousands who were here in the past, those who will come in the future. We've agreed to be part of a collective perception. This literally colors our vision. A religious experience in a way, like all tourism". Another silence ensued. "They are taking pictures of taking pictures", he said.
El pasaje no lo copié de mi ejemplar de White Noise (lo busqué en mi librero, sépanlo; debo haberlo prestado) sino de donde lo releí, en el ensayo de David Foster Wallace, "E Unibus Pluram: Television and U.S. Fiction", de su A Supposedly Fun Thing I'll Never Do Again, que releía hoy durante mi dos horas de comida. David Foster Wallace comenta después de haber citado (y traduzco conforme leo):
"Cito esto a pesar de su extensión no sólo porque es demasiado bueno como para editarlo sino para llamar su atención sobre dos elementos relevantes. Uno es el mensaje Dobynesco sobre la metástasis de la vista. Pues no sólo está la gente viendo una granja cuyo única fama es ser un objeto de la vista, sino que el académico de cultura popular Murray está viendo a gente ver la granja, y su amigo Jack está viendo a Murray ver ver, y nosotros los lectores estamos obviamente viendo a Jack el narrador ver a Murray viendo, etcétera. Si dejas fuera al lector, existe una recaída similar de registros de granja y del ver la granja.
Pero son más importantes las complicadas ironías que están en la escena. La escena misma es obviamente absurda y absurdista. Pero la mayor parte de la fuerza paródica del texto está dirigido a Murray, el supuesto trascendentista de la visualización. Murray, al ver y analizar, trataría de comprender el cómo y el por qué de ceder ante las visiones colectivas de imágenes masivas que se han vuelto a su vez imágenes masivas sólo porque se han vuelto objetos de una visión masiva. El "silencio extendido" del narrador como respuesta a los disparates de Murray habla por sí solo. Pero no debería entenderse como la implicación de simpatía por la masa borrega hambrienta de fotografías".
Se trata, en efecto, del silencio inmutable del ironista. Pues apenas este rostro es perturbado, explica Foster Wallace, se vuelve parte del chiste, perdiendo así su posición privilegiada de registrador que juzga desde su estación de mando.
Al momento que yo leía esto, sépanlo, yo escuchaba una conversación ajena, también. En una mesa contigua una actriz hablaba con un actor. Al escuchar lo que decían, mi compañero de mesa y yo intercambiamos un fugaz gesto irónico en el que -pero ustedes lo conocen bien- miramos hacia el cielo, rápidamente, con desesperación. Y es que, es terrible, pero es muy difícil no cometer estos gestos.