Tuesday, April 26, 2011

26. IV. 2011

Mi estómago manda, por segunda ocasión, señales claras de que es hora de levantarse, casi una hora antes de lo normal. En el baño leo en la nueva Vanity Fair que existe una aplicación, RunPee, que indica cuál es el mejor momento para correr al baño durante una película. "A esto hemos llegado", formula mi mente, aún despavilándose. Momentos más tarde, en la regadera, se me ocurre que es el estómago y no el cerebro nuestro auténtico corazón. En ese momento, recuerdo, la ocurrencia tiene sentido pero no más tarde, cuando salgo ya de la regadera y me preparo mentalmente para ir al trabajo. Prepararse mentalmente para el trabajo significa medir tiempos y enlistar pendientes urgentes pero me gustaría que significara también algo que tuviera que ver con una especie de meditación trascendental que me ayudara a concentrarme en el momento, en no luchar contra mis ocurrencias y dejar que, sencillamente, las cosas ocurran. Comienzo a recordar que la noche anterior, después de trabajar una reseña que me dejó insatisfecho, soñé con Jessica Alba y un complejo de alta seguridad que se encontraba en el corazón de una especie de selva tropical. Era de noche, llovía, en mi sueño. También, la noche anterior, Óscar me pasó el video del "éxito" más reciente de Galatzia, "Me enamoré de un Avatar", que, creo, lanzó durante semana santa. Galatzia se ha vuelto parte del ethos cotidiano de la revista donde trabajo, quizá por las demasiadas veces que hemos escuchado su "Tachas y perico". Otra parte del sueño que tuve involucraba a mi padre, un gran centro comercial y una librería que se encontraba allí. La primera vez que me levanté, hoy, aún estaba oscuro pero ya cantaban los pájaros. Pensé que sería buena idea salir a correr pero regresé a la cama. Óscar se acaba de levantar. Me voy al trabajo.

2 comments:

EriAle said...

WOW.
Me fascino. Es un gusto leerte.

Guillermo Núñez said...

Saludos, gracias.