En esta ocasión no se me ocurre nada precisamente ahora, generalmente tengo una idea vaga de cómo empezar o qué escribir, pero en esta ocasión tendré que regresar a ese truco de escribir un rato sin detenerme hasta que algo bueno salga. Generalmente esto no trae demasiados beneficios, o los beneficios son muy pocos comparados con el esfuerzo o la cantidad de estupideces que escriba justo antes de que consiga algo que me parezca bueno (cosa que, por otro lado, no es garantía de absolutamente nada). Me detendrá ahora para meditar este punto.
Hoy creí que iba a leer todo el día, pero no lo hice. Vi la televisión durante la gran parte del tiempo que estuve despierto. Intenté dormir un rato después de comer. Comí solo e intenté dormir solo. Es decir, me fui a la cama solo, pero no pude dormir. No quiero decir que haya intentado no dormir con alguien en específico, sino que después recordé que tenía que transcribir una entrevista a esta computadora. Así que no dormí. Cuando terminé lo que debía hacer, regresé a la sala de televisión y vi más televisión. Vi una película que ya había visto y a poco rato me aburrí.
Les cuento esto para que sepan cómo soy en la cotidianeidad. Como lo hace Vila Matas en su libro que es una novela que parece un diario. De la misma manera que dice Vila Matas que lo hiciera Gombrowicz, en su diario. Nada nuevo. Todo viejo. Siempre igual. Nada cambia.
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