Thursday, October 07, 2004

Prudencia

En una ocasión le dije a una niña que se veía muy elegante y que estaba muy guapa. Llevaba un top negro, unos apretados pantalones negros, y unos aretes. Generalmente no me fijo en los aretes, pero aquellos aretes eran delgados y terminaban en un bola brillante. Me gustó cómo colgaban de sus lóbulos, unos pequeñísimos lóbulos en unas pequeñísimas orejas. Estábamos en una fiesta y apenas empezaba a conocerla. Era un par de años mayor que yo y en efecto, aquella noche se veía muy guapa. Me preguntó, molesta, si me estaba burlando de ella.
Hay un problema con mi voz. Esto nunca lo sabrán las personas que sólo me leen y que no me han escuchado hablar; pero no puedo abandonar un tono sarcástico, cuando hablo. Esto es un problema, particularmente cuando halago a una persona. A aquella niña le dije inmediatamente que no me estaba burlando de ella, lo dije con verdad, pero creo que no la convencí del todo. Mi voz no es verosímil. Estábamos platicando junto a una mesa de plástico donde una pizza fría descansaba en su caja de cartón, abierta. Ella me dio la espalda, molesta, y yo me quedé viendo la pizza y sentí hambre y luego asco. Después, me llegaron unas incontrolables ganas de abrazarla y pedirle disculpas si la había hecho sentir mal, así que balbuceé algo sobre tener que ir al baño y me alejé con rapidez. Verán, me conozco.
Tengo otro problema: no sé acariciar a las personas. No sé hacer "cariñitos". Y me encantaría. Cuando quiero demostrarle mi cariño a una niña, le paso un dedo por el tabique de la nariz, o le doy pequeños golpecitos sobre la cara, con la mano abierta, como si estuviera votando un balón de basketball. En otras ocasiones, les toco el estómago, se los palpo. Si tienes cicatrices, toco sus cicatrices, siento el desnivel de las hendiduras en la carne, con un dedo. Pero cuando lo hago me siento más tratando de demostrar algo, como el apostol incrédulo, que demostrando algo. Y sufro por esto.
Pero también ya he reconocido mis fallas. Y cada vez toco menos a las personas, y digo menos cumplidos, pues sé que no importa lo que haga, saldrán mal, de mi boca. Deberían dar clases de este tipo de cosas, así como dan clases de baile y tango.
Por otro lado, nunca he ido a una clase de tango.

2 comments:

ENRIQUE LEPE GARCÍA said...

He leído todos tus textos. Me parecen buenos. Creo que lo que escuchamos de Iván Thays habrá de reforzar tus proyectos de escritura.

Ojalá podamos luego charlar sobre nuestra idea de la literatura.

Saludos

Imelda Rebeca said...

No me lo creerás, pero te comprendo.A pesar de que no soy como tú. A mí me gusta abrazar a las personas y acariciarlas. Suelo ser empalagosa y a veces canso a los demás. Me gusta decirles que los quiero, porque los quiero. Siento gran empatía hacia los demás, me enternezco con facilidad y creo que tomo el papel de "madre",sin proponérmelo.Disculpa si alguna vez hice un comentario inapropiado.