Sunday, July 08, 2007

Sobre el horror

En 2666 hay una escena delirante donde se describe una taquería en Santa Teresa, ese oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento. El pasaje describe un mural de la taquería, donde hay un personaje --creo que es un pastorcillo que cabalga en un burrito, pero la verdad es que no recuerdo muy bien y aunque lo intenté buscar en la novela, no lo hallé-- en distintas situaciones. Lo que me parecía delirante de aquello era la mitología que rodeaba al personaje y que se impregnaba de algún modo en el servicio y la comida del restaurante.
Anoche fui testigo de algo similar, en una taquería, al salir de una fiesta, aquí, en el Distrito Federal. El lugar se llama Dragonejo y al parecer está abierto hasta la madrugada. Yo había pedido un chorizo con queso, Eduardo Charpenel había pedido un alambre con queso y Alejandro Cavallazi pidió un taco de bistec. Un taco al que, en la carta, le llamaban "bistec dragonejo". Así que el mesero, a quien no recuerdo haberle visto la cara (había bebido un poco y mi atención se clavaba en fragmentos muy determinados de realidad), nos trajo la comida, diciendo: "Un alambre, un chorizo con queso y un bistec dragonejo". Parecía hacer énfasis en esto, que no era una orden de tacos de bistec, sino una una orden de tacos de bistec de dragonejo. Charpenel no podía parar de reír, con esa risa extraña que le sale cuando bebe demasiado, la boca muy abierta, el sonido entrecortado y la mirada fija en --¿en qué precisamente? En la imposibilidad, o la posibilidad delirante, de que el mesero hubiera dicho con toda seriedad la palabra "dragonejo".
No podíamos parar de reír. En algún momento dado tuve que ver fijamente al suelo para no vomitar. Charpenel se sostenía la cabeza con fuerza, como si le fuera a estallar. Cavallazi reía y reía y gritaba. Supongo que otros comensales debieron haber visto esto con malos ojos.
Cuando finalmente dejamos de reír, me dolía el estómago. Y la risa amenazaba con regresar (se especulaba por qué le habían puesto al restaurante "dragonejo" en lugar de, ponga usted, "centau-rata") cuando empecé a comer mi orden de chorizo con queso. Ahora que recuerdo todo me da risa pero de esa que sale con un poco de desesperación y temor. No sé cómo pueden causarme gracia estas cosas.

1 comment:

A.V. said...

Es muy bueno el Dragonejo. Y tiene gran éxito con los niños.

Supongo que es como el McDonalds de los tacos para los chavitos (al menos así lo era para mis sobrinos)