Friday, August 31, 2007
TBA
Thursday, August 30, 2007
Nudos Windsor
Tuesday, August 28, 2007
Alejandro Vázquez es un genio
Temprano por la mañana
Monday, August 27, 2007
Hello children
Fiebre lacónica
Sunday, August 26, 2007
Estrella de Alejandro Vázquez
Cierta sabiduría en Marcel Schwob
Friday, August 24, 2007
Exemplaire numéro 2588
Thursday, August 23, 2007
Codex Seraphinianus
De acuerdo con Óscar Benassini un peluquero homosexual de allá de donde vivía, al norte del país, poseía una de las raras copias del Codex Seraphinianus. Cuando le pregunté si acaso intentó seducirlo para obtenerlo me contestó, por supuesto, que no. Del Codex me había enterado por vez primera, sin prestarle demasiada atención, hace como un mes o un poco más a través de un ensayo que busca aires borgesianos que apareció en la página electrónica de The Believer. Pueden entrar a través del link que tengo aquí a la derecha y buscarlo. Me da pereza poner el acceso directo. Perdón. Después, ayer o anteayer, en la bitácora de Javier Moreno, a la cual pueden entrar a través de la bitácora de Mauricio Salvador y después a través de la bitácora de Hermano Cerdo (de nuevo, pereza), vi que subió algunas imágenes del Codex. Simultáneamente, le contaba a Charpenel o le preguntaba al respecto a través del MSN. Charpenel es un amigo, quien también tiene una bitácora. A veces platico con él sobre cosas. Esta fue una de esas. Y me dijo que él conocía el libro, había tomado una clase en la UNAM al respecto. Y lo había visto. ("Muy impresionante", me dijo). Lo cual me pareció sorprendente en varios niveles: que alguien más o menos cercano a mí conociera el libro y que esta cosa, que se publicó en 1981, creada por el arquitecto italiano Luigi Serafini, ya poseyera este estatuto de libro de culto a grados tan grandes que me hace sentir como si estuviera llegando tarde, tardísimo, a la fiesta. Claro que ahora, y de esto habla a grandes rasgos el ensayo de Justin Taylor que apareció en The Believer (por cierto, este Taylor, me entero en The Believer, ha escrito cosas para Bookslut, un sitio en internet que posee uno de los mejores nombres de sitios en internet, en mi opinión), claro que, decía, ahora con Internet el aura de "cosa extraña" y rara y, sobretodo, difícil de conseguir se ha perdido. Uno puede buscarlo en eBay o en Amazon o, en fin, en variados lugares. Caray, uno puede viajar a Hermosillo y seducir a un peluquero. Es fácil.
Pueden obtener más información en esta página, que está bien ñoña y hace que todo esto tenga un aire de cosa del diablo. A mí, francamente, lo que más me late es que no haya o no parezca haber una "clave" para el libro, que sólo se hizo por el puro placer de hacer algo bello, un compendio de imágenes sin referentes reales, con referencias a bestiarios y a manuales y a códices. Y ya. Eso es todo. No sé qué más decir. Cómprenme uno.
Wednesday, August 22, 2007
Robert Downey Jr.
Lo que acabo de hacer
Tuesday, August 21, 2007
Umbrales
Misma imagen que, con la misma actriz, aparece al final de Dark City, de 1998 --una mujer que mira hacia el horizonte desde el último punto sólido de su mundo más conocido e inmediato. Esto, por supuesto, no es ninguna casualidad. Ni que a uno le recuerde ese umbral tan famoso plasmado por Dalí, en distintas versiones. Los frontispicios, arcos y ventanas que se abren hacia otros lugares es una de las imágenes más convencionales e icónicas que nos ha legado el romanticismo. Por un lado, tenemos esa manera en que, desde el romanticismo, se pretende meter en un cuadro una imagen que, por estática, impresiona: sin marco poco de esto sería interesante. Es decir, sin la capacidad de contener el gran poder del infinito en un momento. Pero aún con más fuerza llega esta idea: La oscuridad que aguarda en la noche detrás de las puertas, creo, detona algo en nuestro interior. El portal que debemos traspasar para acceder a esas dimensiones poco conocidas. Creo que la culpa de que en este momento esté pensando en esto, y en estos términos, la tiene David, quien subió hace poco esto a su más o menos recién estrenada bitácora electrónica. Los balcones también detonan recuerdos, detonan imaginación. Precisamente, apenas días atrás terminé de escribir el borrador de una historia con tintes más o menos fantásticos. El detonador de esa historia fue, precisamente, algo que vi que sucedió en el balcón del departamento de David --detrás del cual, debo añadir, se encuentra un estacionamiento que a altas horas de la noche permanece solitario, esperando ahí, en la noche oscura, detonar todo tipo de elucubraciones que giran en torno a lo siniestro, umheimlich o eerie. Ay, el romanticismo aún tiene su fuerza. Este es el poster, por cierto, de Dak city.
Las cosas que hacemos con las manos
Lo que me interesaba de aquello, del proceder de Duchamp, era que para confeccionar las cajitas buscó un determinado tipo de cartón, mismo que tuvo que rastrear en varioas locales de París pues no había suficiente. Y aunque buscaba duplicar para quitarle originalidad a sus mentadas cajitas, Duchamp regresaba al mismo cartón, a la sensación única que algo podía producirle. Al tacto.
Ahora recordé un texto de Weschler, Thumb in eye (que apareció en el McSweeney's 14) donde, a partir de Le Grand Pouce, de 1968, de Cesar Baldaccini escribe uno de esos magníficos ensayos que escribe. Por supuesto que se asocia este pulgar de Cesar con otro tipo de pulgar, pulgar de César, y con las asociaciones de poder (como las manos que empuñan, o empuñaban, espadas para formar un arco en Baghdad en signo de victoria) pero también con esa curiosa tendencia que tenemos de tapar el sol con el dedo, o bien, de darle perspectiva a las cosas. Hay una imagen que no encuentro, de una bahía en China, en la que dos manos sostienen un enorme marco que encapsula un escenario para los turistas de esta bahía, en Weihai. Con todo esto, ¿qué? Nada. Ganas de escribir cosas, de sentir este teclado, de llenar el tiempo --como el niño que metió el pulgar en la grieta de la presa-- antes de comer.
Sunday, August 19, 2007
El palacio de hielo
Me encanta esa última línea: ...a damp vault connecting empty tombs. Recuerdo que cuando leí esto, hace ya tiempo, pensé en la escena final de The shining. Y ahora que buscaba imágenes para subir (y que no fueran las que ya había subido aquí) me topé con muchas de El laberinto del fauno que, si recuerdan, tiene un final parecido, con una figura paterna persiguiendo a un niño por un laberinto para hacerle daño. Recuerdo, decía, que pensé en The shining y en si Stephen King habría tenido en mente el cuento de Fitzgerald cuando escribió su novela. Igualmente, pensé en la novela de Vendela Vida, Let the northern lights erase your name en la que algo significativo ocurre en uno de esos hoteles de hielo que se construyen durante el invierno en los países nórdicos. Todo esto, creo, sólo habla del poder persuasivo que poseen las imágenes, pues si bien los paisajes helados pueden parecer inhóspitos y representar tanto el horror como el abandono, pueden brindar la sensación de hospitalidad, preservación y salvación (las cartujas, la misma Fortaleza de la Soledad de Supermán, el paisaje helado que observa Musil al inicio de sus Diarios). El calor, como recordamos por La peste de Camus y, caray, por el infierno, también pueden ser signo de condena y sufrimiento, de justicia casi metafísica. Personalmente, prefiero el frío al calor, el bosque a la playa. La mayor parte del tiempo, al menos. Recorrer pasillo helados al final de los cuales sólo hay oscuridad, con fuego corriendo por las venas. Ajúa.
Nuño Memez reporta
Domingo
Friday, August 17, 2007
Las mascotas
Perra
Wednesday, August 15, 2007
Conjuro
Mal momento
Monday, August 13, 2007
Y que la convergencia
La primera la encontré en Zonezero, el proyecto fundado por Pedro Meyer, en el espacio de Colin Jacobson. Es una fotografía tomada en Alemania, en los treintas, me parece, durante entrenamientos militares. Me llevó, en mi mente, a la otra, que busqué sólo poniendo (creo recordar) dos palabras en Google: "War" y "Kiss".
Sankara
Hamelin
Saturday, August 11, 2007
Thursday, August 09, 2007
Más Koulsy Lamkó
Miente en el periódico
Wednesday, August 08, 2007
Sobre la grandeza de Dios
Monday, August 06, 2007
Instrucciones para sentirse como me siento ahora
Assouline
Bueno, es bello, ¿no? Como es edición limitada (sólo se harán 100), cuesta 11, 495 dólares. Ahora, ¿es edición limitada para que cueste 11, 495 dólares? Por supuesto. Es irritante, todo esto. No deberían existir libros ni editoriales de diseñador. Eso déjenlo para la ropa de perro o para coches, para muebles y vestidos, para cigarreras, perfumes y relojes. Pero no a los libros. No, por favor: déjenlos en paz. Son buenas cosas, estas cosas. Quizá no hagan al mundo mejor, quizá no posean la fuerza suficiente, quizá no provoquen cambios morales en las personas, pero diablos, lo intentan y hacen un gran esfuerzo, un buen trabajo, estos buenos libros a los que uno puede acceder, usualmente, sin problemas. Muerte a Assouline. Vida a McSweeneys.
Sunday, August 05, 2007
Jeremías 29 5-8
Saturday, August 04, 2007
Pasa algo
Thursday, August 02, 2007
Cerdos
La primera vez que leí acerca de este libro de Buford, fundador de Granta y editor de The New Yorker, fue en la bitácora electrónica de Iván Thays (pueden leer su entrada aquí, donde se queja, comprensiblemente, de los ingeniosos de la revista "New York" y también acá, donde habla sobre la próxima traducción de Heat y otras novedades). Debo decir que leí estas cosas y un poco se me olvidaron pero ahora que vi la foto en la tele de Buford, sosteniendo al cerdito, todo regresó íntegro y de golpe con la fuerza de un huracán que pega a una bahía --de manera íntegra. Y de golpe. (No quiero que se pierdan). Pero creo que lo que más me impresiona de todo esto es que estaba hace un rato frente al televisor, escribiendo sobre algo que me ocurrió en la adolescencia que tenía que ver con algo que me ocurrió unos años después de haber cursado la preparatoria y que a su vez tenía que ver con algo que pasó hace un par de meses. Y ahora resultaba que en la televisión pasaban la imagen de un hombre (que en mi cabeza me hizo pensar, por la calvicie, en Homero Simpson) que sostenía un cerdo y luego bajé aquí, al estudio donde escribo sobre todo esto, y recordé la entrada de Thays y al entrar a su bitácora para buscarla di con una nueva entrada, nuevísima, donde hablaba sobre el libro de Heat, de nuevo, iniciando con "¿Se acuerdan de Heat, el libro de Bill Buford?" y por supuesto que nos acordamos y no sólo nos acordamos sino que nos acordamos de que nos acordamos que a menudo debemos ponerle un alto a esta jodida cabeza, a esa maldita tendencia a unificar, que en tantos problemas nos mete.