Y así como Eros dirige los centelleos de los ojos y aguza las puntas de las flechas, Anteros desvía las miradas y embota la asperaza de los dardos. Es un dios bienhechor que tiene su asiento entre los muertos. No es cruel, como el otro. Posee el nepentes que proporciona el olvido. Y sabiendo que el amor es el peor de los dolores terrestres, odia y cura el amor. No obstante, es impotente para expulsar a Eros de un corazón ya ocupado. Entonces se apodera del otro corazón. Así lucha Anteros con Eros.
Vidas imaginarias, Séptima.
1 comment:
Por doloroso que resulte, prefiero el efecto de Eros que el de su contrapartida.
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