Thursday, August 09, 2007

Más Koulsy Lamkó

En una actualización lumpen, en este misma bitácora, había escrito un poco sobre Lamkó (en la imagen, es la persona de amarillo). Pueden ver aquello aquí, si todavía están de humor para mis tonterías del 2006. Total que hoy leo que Lamkó está ocupado promoviendo un evento para reivindicar la memoria de Thomas Sankara, a través de una especie de caravana musical que iniciará el 23 de agosto en Xalapa y continuará en el DF el 7 de septiembre (después irán a Francia, Suiza, Italia, para llegar, finalmente, a Ouagadougou, el 15 de octubre, fecha del aniversario luctuoso de Sankara).
Todo esto lo leo en el Reforma, donde también se informa que Lamkó, poeta, dramaturgo, novelista y músico (refugiado en el país desde 2003), salió de su país para refugiarse en 1983 en Burkina Faso, cuando censuraron su canción Mame non yo (Lloro la muerte). Coincidentemente, hace poco un amigo me hablaba sobre las cosas que uno puede aprender del exilio y las pérdidas que trae consigo, sobre la importancia de no permanecer mirando hacia atrás. "Los peores poetas", me dijo mi amigo, "son los de la resistencia". Pues uno no puede estar en esa tensión, todo el tiempo. "Tirados al suelo", dije. Y después, agregué: "Tumbados". Mi amigo, entonces, me preguntó: "Y bueno, ¿tú sabes de esa asociación en España, en Madrid, a la que le dicen Los Tumbados?". Por un momento pensé que seguía hablando de cosas politiconas y sus relaciones con la literatura. Pero entonces me explicó que se trata de un grupo de personas que deciden, pues, simplemente, ya no levantarse de la cama. No supe si creerle. En todo caso, hay cosas peores que la poesía de la resistencia.

2 comments:

Tormentas said...

la poesía aliada con el poder curiosamente tiende a ser buena, pensemos en nicolás guillén, por ejemplo... aunque nuestro mejor poeta contemporáneo, J.E.P., estaba supuestamente en la resistencia

Juan Manuel Escamilla said...

Bah, al final la resistencia es un contrapeso necesario para el sistema. Brecht. Hernández. Y, al final, o los matan o los consagran (mitficándolos): chivos expiatorios, a lo Girard.