Me informé sobre él. Se le suponía extranjero sin que nadie pudiese decir exactamente de dónde venía. Iba, así, con un parche en el ojo, despechugado, esquelético, ciñendo una especie de faja que le llegaba hasta los pies.
No hablaba con nadie y nadie podía jactarse de haberlo visto reír; dormía sobre la paja en un granero y comía como los animales. Sin embargo, parecía tener el monedero lleno, y muchos desdichados de la ciudad no podían más que alabar su prodigalidad. Era temido por doquier cual si de un brujo se tratase, y poco me falta para ver en él alguna encarnación del doctor Fausto, cumpliendo sobre la tierra un nuevo viaje de expiación; empero, el posadero me aseguró que se trataba del Gran Mogol en persona, que viajaba de incógnito.
Matthew G Lewis parafraseado por Antonin Artaud citado por Michel Blancsubé en la página 74 de "Los iniciados", La Tempestad 16: Edición semestral de Artes Visuales. Verano de 2008.
Wednesday, January 19, 2011
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