De tal forma que hace unos días nos encontrábamos en la carretera. Platicábamos, llovía, yo manejaba, el perro se detuvo, asustado, unos 120 km por hora, quizá más, fue rápido, di un golpe de volante, no recuerdo haber pensado algo ("afortunadamente no viene nadie del lado contrario, puedo cambiarme de carril") pero sí sé que guardé silencio y que hubo un momento de concentración, fugaz e intenso, tan intenso como no lo he tenido en un buen rato (al día siguiente me levanté adolorido), el automóvil se salió de mi control durante un momento, el ruido que hacen las llantas cuando derrapan, el peso del coche autocorrigiéndose, estar alerta al movimiento que dieron los contenidos en la cajuela, dentro de la cajuela, y de pronto, de nuevo, en el carril correcto. ¿Estás bien? Mi mano, buscándola. Sí, estoy bien. Y esto fue el pasado 23 de junio, nos dimos cuenta hoy, la noche de la Fiesta de San Juan, también conocida como una noche de aquelarre, y pensamos, curiosas travesuras, curiosas travesuras.
Monday, July 02, 2012
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