Saturday, November 13, 2004

Un poco de optimismo

Mi padre cumplió sesenta años el día de hoy. Desayunamos juntos. Mi madre no lo felicitó por la mañana y cuando mi padre se lo echó en cara más tarde, mi madre se lo reprochó. Mi madre a menudo se queja de aparecer como una mala persona en nuestros relatos y anécdotas. Como familia, tenemos relatos y anécdotas.
Desayuné un huevo revuelto con salmón y un bagel con queso filadelfia. Mi padre pidió unos huevos revueltos con queso y rajas y frijoles que no se comió porque no le gustaron. Yo había olvidado que era su cumpleaños, también. Cuando vi a mi hermana felicitarlo con un abrazo, la emulé. Y después nos sentamos en un restaurante, solos, y comimos más o menos en silencio. Creo que estaba preocupado por algunos asuntos de trabajo. Una amiga alguna vez me dijo que me parecía a mi padre. No sé si fue una crítica o un halago o un comentario que dijo sólo porque habíamos pasado mucho tiempo en silencio.
Ha comenzado a envejecer, mi padre. A menudo me dice: "Envejecemos", como si fuera un personaje en una novela francesa contemporánea.
Mis hermanas y mi madre no nos acompañaron durante la mañana. Una de mis hermanas está a punto de casarse y unas amigas de mi madre decidieron hacerle una despedida de soltera. Hay muchas mujeres en mi vida. Vivo en un mundo feminino, de cohesión. Mi mente es masculina, separa.
Anoche bebí con un amigo y hablamos sobre el amor que nos falta. También vi a mi amiga y le hablé sobre lo mismo. Ella, por otro lado, está enamorada de su novio y es feliz. Cada vez que su novio y yo nos saludamos nos miramos a los ojos y nos tratamos con cortesía. Mis dos hermanas están enamoradas también. A veces sufren. Mi madre tiene amor en su vida. Mi padre está viejo.
Yo leo y escribo y me regodeo en el sentimiento de tener la razón.
También: a veces lloro por las noches.
Y esto: soy un obseso del sexo.
Y esto: le temo a la soledad.
Y esto: me río de mí mismo y de mi temor a la soledad y la importancia que le doy al sexo.
Pero: sigo temiendo.
Lo que debes hacer, me dijo mi amiga, es dejar de buscar. Cada vez que puedo, la toco. Es una fuerza muy grande la que me mueve, casi una necesidad, cuando estoy con ella, a tocarla. Es un sentimiento suave y agradable, placentero, pacífico y conciliador. Sus sonrisas envueltas en niebla, también lo son. Evidentemente aún no estoy listo para dejar de buscar. Me imagino que se necesita una especie de desesperación, de desesperanza, de anulación. Volverme una especie de zombie anodino.
Planeo escribir un cuento que lleve el título "La noche de los muertos vivientes", trataría sobre la resurrección de Jesucristo.
He soñado mucho últimamente. Me gustaría ir a fiestas.
Esto también se me pasará.
Hoy, después de desayunar con mi padre, fui a la peluquería y escuché una conversación entre un peluquero y uno de los clientes. Hablaron mucho tiempo sobre los Rolls Royce. Mientras hablaban yo procuraba poner atención a lo que decían porque más tarde, pensé, le hablaría a alguien sobre esta conversación. Yo nunca hablo con mis peluqueros. Procuro no discutir con personas que manejan instrumentos punzocortantes.
Amo.
Cultivo esperanzas.
Las riego con fracasos.
Me masturbo.
Mucho.

2 comments:

Akima said...

He leido todo lo has escrito y solo puedo decir que me encanta, es espectacular... te seguire leyendo, has conseguido captar mi atencion.

Besiños

Guillermo Núñez said...

Gracias Akima. Disculpa la parquedad, esto me hace sentir un poco extraño. De nuevo, gracias.