Envejezco. Crezco. Las células se separan, el pelo se cae, brinco y vibro con música rock en un lugar oscuro donde hay cuerpos envueltos en carne, piel y tela; sudo porque ha hecho un jodido calor desde hace días, y por las noches no puedo dormir. Despierto con ronchas en los pies y con dificultad, pues me cuesta trabajo cerrar los ojos e ignorar el sonido de los mosquitos, simultáneamente. Ya no la paso bien a menudo, cuando salgo por la noche. Tal vez se debió a que era lunes o que la gente no estaba tan animada; tal vez porque Margo Glantz me puso ligeramente de mal humor cuando no contestó mi pregunta.
Mi pregunta fue: "¿Cuál es la importancia de separar o distinguir el fenómeno de la violencia contra las mujeres de la violencia en general?". Yo quería decir que la violencia contra las mujeres no era más, pero tampoco menos, que la que violencia que se vive a diario y en todas partes y entre todos. Sólo repitió que había una larga historia de violencia contra las mujeres y que se había asimilado a tal grado que las personas no hablan al respecto. También habló de la trivialización y de 2666 y de Huesos en el desierto y de Calasso.
Cuando me levanté para salirme de su clase, sin demasiado dramatismo, lo hice con una gran preocupación: por favor, por favor, por favor que no piense que estoy saliendo porque estoy en desacuerdo con ella, por favor, que entienda que tengo otro compromiso, que se entere, por mi pausada manera de caminar y por mi poca prisa por salir, que en realidad me dirijo a casa de un amigo, donde lo veré a él y a su hermana y a una amiga de su hermana, unas niñas, en realidad, y que más tarde, se entere, de que brincaré en la oscuridad y me arrimaré a otros cuerpos y beberé cerveza y comeré una hamburguesa y me preocuparé por mi creciente barriga; y que se entere, ojalá, de que en esa oscuridad advertiré que aunque vivo mi juventud con intesidad moderada, temo que se acabará pronto y que comienzo a comprender el temor animal que le tiene mi padre a la muerte; y que también, en medio de esa gente y sangre caliente, extrañaré a personas que ya no están aquí (ya sea por la geografía, o porque la carne, en efecto, es débil).
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