Anoche estacioné el auto sobre el empedrado, junto al parque y caminé hacia la librería, al otro lado de la calle. Escuché mis pasos y noté que mis zapatos rechinaban. Imaginé, por un momento, que tenía una prótesis, una pata de palo y caminé con esa idea en la cabeza, entre los árboles del parque, caligráficos contra el cielo de noche. Muy bonito, pensé, caminas y piensas en literatura, pensé. Al llegar a la librería no encontré los libros que buscaba pero compré otro par de libros. Vale la pena mencionar Guardianes de la intimidad, una traducción de un libro de Eggers que ya leí (no lo compré para mí) y Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz. Lo empecé anoche, en la cama.
Thursday, December 08, 2005
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