The Guardian sacó esto, una serie de fotografías de estudios de escritores, comentadas por los mismos. Incidentalmente: el viernes planeo reacomodar mis libreros. El sistema de colores sencillamente no funciona. Hace poco le comentaba a David y a Graciela que los libros que se han ido depositando en el escritorio donde trabajaba, arriba en mi habitación, finalmente me han expulsado de mi cuarto.
Pero soy injusto, no son los libros sino la presencia de mi primo --un estudiante de medicina quien ahora utiliza mi escritorio-- quien lo ha hecho, calladamente. No le reprocho nada, yo le ofrecí el espacio (la verdad es que no me siento cómodo trabajando ahí, normalmente lo hago de noche, cuando él duerme; así que a esa hora me retiro a otro lugar). A saber: Ahora utilizo el escritorio de mi padre, quien no se encuentra desde hace un par de semanas. A su regreso, me pregunto, ¿regresaré a mi habitación? Es raro, fue aquí, en un estudio de la planta baja de la casa, donde comencé a escribir, mirando de frente a una de las paredes del estudio. Ahora escribo con la ventana a mi izquierda y de frente a un librero ocupado en su mayoría por libros de derecho, historia y una pequeña colección de literatura clásica. En mi habitación, la ventana está a mi derecha, un librero queda justo detrás de mí y el otro a mi derecha. Creo que haré ese reacomodo, con la ayuda de la siempre amable A., para poder regresar a mi habitación. Desde que estoy aquí abajo, no he escrito más que en esta pinchurrienta bitácora electrónica. Y, por alguna razón, me arden los ojos cuando trabajo. Creo que escribí un par de artículos, pero nada más, poca cosa.
La foto es el estudio de Banville. Cuenten: uno, dos tres cuadernos Moleskine.
3 comments:
No sabía que dormías con tu primo ahora. La irrupción de la sagrada intimidad ha de ser difícil de asimilar
No es tan grave, es un buen muchacho.
Un conocido amistoso me mandó un comentario pero lo rechacé porque manda tantos que luego van a decir que sólo acepto los de él.
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