
Y es extraño, pienso ahora, porque en la introducción de La mano gloriosa realizada por Villarreal, donde además de soltarse datos un poco ya conocidos y que acercan a Schwob con Borges (como la aversión que ambos tenían a su reflejo), se comienza hablando de El grafógrafo, de Elizondo, y de la asociación mental que este texto le provoca a Villarreal con la pintura de Escher en la que una mano dibuja una mano.
La mano gloriosa, además, tiene un aire muy parecido al del cuento de The Monkey's Paw, de W.W. Jacobs. Romanticismo siniestro, oscuridad, exotismo --y, ¡uy!, pienso ahora, en el discurso de Focillon, en su elogio, pues, que busca ir más allá de una vista virtuosa a la mano y a esa fácil tendencia de poner en la derecha todas sus ventajas, y en la izquierda, la siniestra, sus desventajas. También: en los cuentos de Schwob hay muchas apariciones de manos de muertos (como en esas historias que rescata de pasajes de Herodoto). Hay un cuento, además, que se llama Manoslimpias pero que resulta ser el nombre de un personaje (¡como Hand, de Y.S.K.O.V!).
Y veo ahora este texto, mis manos sobre el teclado, moviéndose como cangrejos autómatas y nada, no pienso nada. Sólo veo cómo se mueven, casi como si la cosa no fuera conmigo.
2 comments:
Manita!!! Jajaja...
m.
jajajaja
espero estés bien
abrazo
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