Monday, May 16, 2005

Alguien está aquí, a mi lado, y piensa.

Piensa que piensa que está pensando. Escribe "piensa que piensa que está pensando" y acaba de colgar el teléfono, que en realidad no cuelga sino que desliza hasta que se cierra. Es un bonito modelo, este, el de su teléfono, que en lugar de colgar (en realidad, no recuerda ningún teléfono que se "cuelgue", todos más bien se colocan, cierran o, en este caso, se deslizan) se cierra como una almeja o, más bien, como una baraja de cartas. Algo así.
Entonces: termina de hablar con su madre y se pregunta si no habrá cometido un error. Habló para preguntarle si querría comer con él pues hace mucho que no platica con su madre. Es decir, ve a su madre practicamente diario pero sólo es eso. Verla, saludarla, preguntarle cómo ha estado si, seamos honestos, estar realmente interesado porque lo que realmente le interesa en ese momento en que pregunta cómo ha estado es ir a su cuarto, encerrarse y dormir o leer o ver pornografía o masturbarse o bañarse o cagar o escribir o cambiarse de ropa o pensar en otras personas a quienes también quiere pero que no son su madre. Hoy decide que no hará eso así que habla con su madre y le pregunta si quiere comer con él, en un restaurante de carnes en el sur de la ciudad al que su madre ha estado queriendo ir desde hace unas semanas. Así que su madre le contesta y por un momento él tiene la impresión de estar invitando a salir a una niña y agradece enormemente cuando esa impresión se disipa en el cariño filial que siente por su madre. Su madre le dice que lo verá alrededor de las tres, cuelga, o coloca el teléfono en su lugar, y se despiden y es cuando se pregunta si no habrá cometido un error porque, ahora piensa, le da un poco de pereza salir a comer con su madre.
Tal vez sería mejor ir a casa, comer en un lapso menor a una media hora, y luego trabajar en su tesis o hacer lecturas sobre su tesis o leer la página del McSweeneys de ese día o leer a César Aira o escribir más sobre su novela o hacer una nueva actualización en su bitácora o cagar, o masturbarse aunque no, eso no, casi nunca lo hace por las tardes, de hecho, es muy rara vez que lo hace durante el día, así que tal vez sólo se recostará en su cama y pensará en personas a las que quiere o por las que se interesa o por las que se preocupa y que no son su madre. O tal vez no suceda nada de esto y comience a pensar sobre sí mismo o tal vez no piense en nada y se aburra o sienta angustia porque está ¡ante el ser y ante sí mismo!, o tal vez tema por su muerte, como sospecha lo hace su padre, o tal vez se ponga a escribir sobre todas esas cosas que podría sentir y entonces decida que, para distraerse, verá la televisión.
Verá a su madre. Comerán. Hablarán de el resto de los familiares. Del día laboral. De lo que le falta para terminar su tesis. Evitará hablar sobre sus relaciones sentimentales. Evitará hablar sobre su sexualidad, porque, simplemente, no es algo que discutiría con su madre. Ni siquiera con su padre, tal vez en otro momento, si ambos estuvieran bebiendo, pero no lo haría principalmente porque no le gustaría que su padre sintiera la misma confianza con él y le comenzara a hablar sobre su propia sexualidad. Teme que le daría asco. Así que no hablarían de eso. Su madre y él, en cambio, tal vez hablarían de su padre, no de su sexualidad ciertamente sino de su modo de ser, o uno de sus modos de ser, sobretodo los que les irritan. ¿Con quién discutiría sobre su sexualidad? Con otras personas a las que quiere pero que no están relacionadas con él de manera sanguínea. A no ser que fuera uno de sus primos. Y de los más pequeños. Y de los más curiosos. A ellos les hablaría algo, pero no en un sentido cómplice sino explicativo. De hecho, ha hecho esto. No: hablaría al respecto con alguno de sus amigos, sobretodo para reafirmar su hombría o para exponerle algunas dudas. Hablaría con alguna de sus amigas, un poco con las mismas razones, pero sobretodo porque siempre es algo exótico.
Decide que esto es gracioso. Esto de hablar sobre las cosas que haría y hacerlo en tercera persona. Porque es un poco trágico y triste. No sabe por qué pero es un poco sí, pero escrito así, y es trágico y triste y además le está sucediendo a alguien más. Es trágico y triste porque a la persona a la que le están sucediendo estas csoas, son él mismo, pero parece que no lo son. Sabe, como todo mundo, que la comedia es algo terrible que le sucede a alguien más. También sabe, como todo mundo, que cuando dice "todo mundo" es una manera de diluirse en el anonimato. Esto también lo sabía Heidegger. No quiere hablar de Heidegger porque teme parece demasiado pomposo y presumido y mamón y estúpido, sobretodo estúpido. Su mejor amigo sabe que aparentar saber cosas es algo que está mal. Mal y retorcido y asqueroso. Ya no quiere hablar. Ya no quiere escribir. Se dentendrá.

4 comments:

Anonymous said...

Hola Guillermo, no sabes quién soy, o tal vez sí, pero creo que no revelar mi identidad y esperar a que la descubras por tí mismo es más divertido que decirte quien soy.
No quiero que te espantes, ni que te sientas observado. Soy alguien que te quiere mucho y que se divierte con tus textos.
Soy casi una fan.
En fin, estaba un poco aburrida visitando el blog de alguien más y recordé que en alguna ocasión me habías hablado de tu blog, así que vine a ver qué habías escrito.

Te mando un abrazo con mucho cariño.
Yo.

Guillermo Núñez said...

¿Por qué juegan con mi mente?

Anonymous said...

Muchos teléfonos cuelgan, fijate en los teléfonos públicos o en cualquier teléfono que esté fijado a la pared.

Anonymous said...

Debí de haber sido más específico, más bien fíjate en los teléfonos públicos de las películas viejas, y en algunos de los teléfonos fijados en la pared. A la mejor de ahí viene la expresión "cuelga el teléfono", antes los teléfonos sí se colgaban, y esa expresión terminó sobreviviendo hasta nuestros días, aunque los teléfonos fueron cambiando a través de los años.