Mientras espero en primera persona a que alguien salga del baño, me doy cuenta de que esto ya había sido sentido por alguien más, que el núcleo intacto de otra persona ya había observado con detenimiento sus propios sentimientos mientras hacía cola para entrar al baño, en una fiesta en la que la gente se movía como si estuviera realmente alegre, como si nadie tuviera la culpa de nada.
En tu situación, me dije, Dave Eggers hablaría con la chica que tiene enfrente. Le hablaría, muy probablemente, de algo que no tiene significado pero que establecería un vínculo, un nexo, una red de referencias entre los dos; hablaría de sus múltiples intervenciones de ortodoncia. La chica le mostraría sus muelas tapadas, Eggers le mostraría las suyas. Reirían. Y cuando él saliera del baño, ella aún estaría ahí, esperándolo. Esto lo has vivido antes, Guillermo, en otras fiestas, me dije.
Así que ahí estoy, caminando por el corredor oscuro que lleva al baño, iluminado todo muy hip y cool y chic con velitas, y hay una chica, esperando, sentada. Le pregunto: "¿Estás esperando?" Y lo hago por decir algo. Entonces ella se para, y sonríe. Y luego: "¿Te han dicho que te pareces un poco a Uma Thurman?". Esto es verdad. Realmente estás diciendo esto. Por un momento deseas ser Dave Eggers. "Sí, a veces. Digo, no todo mundo me lo dice, pero algunos amigos me lo han dicho", contesta. "Tal vez es la luz", le dices. Estás seguro de que platican de algo más, antes de que ella entre al baño, pero no consigues recordarlo. Cuando tú entras al baño te sientes observado, como si tu vida fuera una película o un libro muy bueno o como si no existieras realmente. Estando así las cosas, decido hacer algo. Tomas una de las velas que iluminan el baño para prender otra que se ha apagado, mientras orinas. Es difícil, te quemas, no puedes hacerlo con una sola mano. Terminas de hacer lo que estabas haciendo, y tomas papel de baño y lo acercas a la flama para prender la vela que está apagada. Pero el papel de baño se quema muy rápido. Sospechas que estás borracho, si estás haciendo esto, y sospechas que tal vez deberías dejar de hacerlo. Pero sigues. Y estás a punto de quemar la pared. Te ríes como un morlaco. Al salir, por supuesto, la chica no te está esperando.
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