Estaba en San Francisco en la caja de un Barnes and Noble comprando un libro sobre Chris Ware y su arte cuando recordé, primero, que en una de las novelas de Ware, la única que he leído, se le llamaba a este tipo de librerías como Barnes and Ignoble, entonces empecé a sonreír, primero, por esto y, segundo, porque la otra cosa que iba a comprar era la última película de Wes Anderson. Y esto, pues, me poníade buenas. También llevaba un par de discos de Elliot Smith, una colección del mejor humor de McSweeneys, la peor novela de Nick Hornby (How to be good) y las ganas de comprarme el memoir titulado Oh The Glory Of It All! que tuve que comprar varios meses después. Ay, el dinero.
El chico de la caja, un tipo similar a mí en algunos aspectos y distinto en otros, me preguntó si me había gustado la película de Wes Anderson. Sí, le dije. A mí no tanto, me dijo sin que le preguntara. Pero, continuó, creo que tiene un estupendo gusto musical. Yo también creía esto, pero no se lo dije porque el opinar sobre casi cualquier cosa en casi cualquier espacio no es una de las cosas que compartíamos, este muchacho y yo.
Más tarde, esa noche y de vuelta en el hotel, abrí una de las revistas que había comprado en otra librería de San Francisco, una extraña librería que había sido decorada como si fuera el interior de un barco pirata. La revista traía una entrevista con Karen O, la cantante de los Yeah yeah yeahs! En algún momento dado la entrevistada opinaba que los blogs estaban plagados de un entusiasmo y una extraña necesidad por ser el primero en hablar sobre algo. Todo se volvía reseñable, aquí, en las bitácoras electrónicas. Desde entonces procuré hablar cada vez menos sobre los últimos libros que había leído, la última película o la última novedad. Es difícil. La entrevistaba la vocalista de Sleater Keane, quienes abrieron el año pasado a Pearl Jam. Y pues muy bien, anoche vi de nuevo la película de Wes Anderson con Mariana, en una de las salas de televisión más oscuras que existen, y mientras hacíamos esto, me puse a pensar en la música de las películas de Anderson, en esa canción de los Zombies que ponen cuando se muere el supuesto hijo de Zissou y después en Pearl Jam a quienes volveré a ver porque soy un animal de costumbres e iré en compañía de mis amigos y de Mariana, a quien, por otro lado, esto de Pearl Jam no le entusiasma demasiado, ¿pero qué se le va a hacer? Nada por supuesto, porque todas estas cosas son cosas buenas y agradables y que nos harán mejores personas o al menos adormecerán el peor de nuestros lados y lo mantendrán latente, bombeando pequeñas dosis de malicia, la suficiente como para no amargarnos la vida y la suficiente como para que nuestra bondad no parezca una especie de resignación sino un movimiento positivo, ascendente y que congela al acto.
1 comment:
porque corre sangre caliente por nuestras venas porque somos jóvenes y eso lo sabemos, y nos importa y somos felices, o lo seremos...
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