Tuesday, December 13, 2011
Miércoles
Tuesday, December 06, 2011
Plataforma México: diciembre 2011
Compras navideñas: un rifle
Imaginemos la posibilidad de que en algún lugar de esta ciudad una madre –que, digamos, se llame Guillermina- le haga ver a su hijo –que, digamos, se llame Guillermo- que “ya no le dedica tiempo”. Esto sucederá en uno de esos fines de semana en los que Guillermo va a visitar a Guillermina a su casa, quien le pedirá: “ven, acompáñame, pasemos tiempo juntos”. Ahora bien, ¿cuál es la idea que esta madre tiene de pasar tiempo juntos? Ir a un centro comercial a comprar zapatos. En un escenario así (¡hipotético, insisto!), uno tendría que temer la extraña alineación de esta noción de pasar tiempo en familia (consumiendo) con la que tiene Calderón, presidente del empleo, cuando impulsa iniciativas como el Buen Fin, del pasado noviembre, a la que caracterizó como “valiosísima” pues es una “gran idea para promover el bienestar de las familias” (que tienen dinero para gastar, se entiende). Sin pizca alguna de ironía, Calderón añadió: “Es puente y hay que aprovecharlo para pasearse y consumir”.
Pasearse y consumir.
No quiero sonar injusto, en realidad esta madre seguramente tiene otros modos de pasar tiempo con su hijo –las sobremesas, las conversaciones peripatéticas- y, no sólo eso, “pasar tiempo juntos” aquí significa “necesitas otros zapatos pues los que ahora usas te hacen ver como un vago, sé que a ti no te importa pero alguien debe decirte estas cosas, y para eso estoy yo aquí, pues soy tu madre y te quiero como una madre quiere a su hijo”. De tal forma que, aprovechando que hará unas “compras navideñas” (era noviembre aún), Guillermo se verá obligado (es un decir, acompañó con gusto a su madre) a ir a un centro comercial.
Detesto los centros comerciales. Los odio. El principal placer que uno puede experimentar en un centro comercial, comprar cosas, me está negado. No tengo mucho dinero. Podría pedir dinero prestado, supongo. Pero no me gustan los créditos ni las deudas. El único objeto que me gusta comprar, he descubierto, es el libro. A menudo compro libros que no necesito, que no leeré.
Algunos pueden pasar horas comprando ropa o electrodomésticos, yo puedo malgastarlas consumiendo o pensando en consumir libros. Pero son pocos los centros comerciales que tienen librerías en su oferta. Así que el único placer real que experimento en un centro comercial es ver cómo se comporta la gente en ellos.
La gente se ve relativamente feliz en los centros comerciales, pero sobre todo distraída. Hay mucho con qué distraerse. La música, las ofertas. Todo el tiempo suena música en los centros comerciales. Un buen centro comercial tiene buena iluminación y consigue que su acústica diluya las voces de las multitudes. Sin serlo, estos centros comerciales evocan plazas públicas. Estos, claro, no son los que abundan en México. Escribe Witold Rybczynsky en City Life que en un centro comercial puede encontrarse “un nivel razonable de orden público; el derecho a no padecer comportamientos extravagantes, no ser asaltados o intimidados por adolescentes groseros, borrachos escandalosos o mendigos agresivos”. Pero cuando voy a comprar un par de zapatos comportamientos extravagantes es lo único que encuentro, vendedores groseros, personas que no se ceden el único asiento disponible, personas cansadas, borrachas de hiperconsumo. Y esto, señores, no está nada bien. Fin.
Wednesday, November 30, 2011
La fe en los demás
Tuesday, November 29, 2011
Cómo sería
Thursday, November 17, 2011
Viernes
Tuesday, November 08, 2011
Oxxotexto
Finalmente, en La Convivencia, además de la Etiqueta y la Antología de la infamia, mi columna, con un texto sobre los Oxxos que reproduzco a continuación.
Oxxotexto
En la esquina de mi casa, un oxxo. Qué alegría. Recuerdo que cuando me sugirieron rentar el departamento donde sobrevivo me dijeron que tenía la ventaja de tener un oxxo en la esquina. Pero, uy, no es una ventaja. Es una respuesta a un falso problema. Su variedad de productos, sus horarios atractivos, la intención de satisfacer deseos que en realidad nadie tiene no hacen nuestra vida más fácil. Ah, “la publicidad fracasa, la depresión se multiplica”.
Sé que me nutro mal en gran medida por culpa de esa “tienda de conveniencia”. A menudo, en lugar de armarme de disciplina para caminar hasta el mercado y comprar ingredientes baratos para cocinar algo, bajo y me compro unos Rancheritos. “Cuando tienes antojo y no sabes qué comprar, visita oxxo”, nos exigen en su sitio electrónico. oxxo, un favor, ya nomás dinos: ante incertidumbre existencial, compra.
Escribo esto y escucho “Lost in the Supermarket”, esa canción de The Clash que informa: “Estoy perdido en el supermercado y ya no puedo comprar felizmente, vine por la oferta especial de personalidad garantizada”. ¿Y saben qué estoy pensando? Que es una canción muy simpática e ingeniosa, con un aire de inconformidad social que bebe del ethos punk, el tipo de actitud que realmente no se puede asociar con alguien que sólo se está quejando de la existencia de un oxxo. Es decir, conmigo. Sospecho que no atinaré a decir algo medianamente divertido como, digamos, podría hacerlo un episodio de los Simpsons en el que aparezca Apu y su Kwik-E-Mart. A estas alturas, estas tiendas no provocarán una respuesta más ingeniosa o inteligente que la canción de Children Garden, “Yonits Asuntos Internos” (y que abusa de esa estrofa marcada por la aliteración: “Sexo en el oxxo en exceso ¿con un marcatexto?”).
Camino a la oficina me voy fijando así que pronto descubro tres oxxos en una caminata de diez minutos, sin contar el 7 Eleven o el Círculo K que me encuentro por ahí. Abran los ojos: están en todos lados. No me gusta esto. No me gusta que proliferen los oxxos. ¿Saben cómo se le conocen a los oxxos en la industria de los abarrotes? Se les conoce –supongo que por ser muchos y porque son molestos- como Gremlins. Pero si los Gremlins pueden ser destruídos con luz solar, el oxxo funciona durante todo el día y en las madrugadas sus luces permanecen encendidas, como faros para barcos ebrios.
De acuerdo con mis informantes de confianza (pues tengo informantes) y los datos que tienen a la mano, en el Distrito Federal hay cerca de 1,100 oxxos. Les sigue el 7 Eleven (“famoso por su café”, me dicen), con 310 establecimientos. Círculo K, 150. Extra, 94. Super City, 90. ¿Saben qué veo? Un futuro en el que en lugar de dueños de establecimientos que vendan abarrotes, tendremos cada vez más oxxos regentados no por sus dueños sino por empleados uniformados, a quienes se les obligará a preguntar si queremos redondear nuestra compra, establecimientos que se jactarán de extrañas políticas como el Programa de Inclusión Laboral (aunque su “inclusión” considere, especialmente, a madres solteras). Leo en oxxo.com: “oxxo es la empresa de femsa con el más agresivo nivel de crecimiento, de hecho el crecimiento es la base de nuestra estrategia de negocio”. Corolario: la agresividad es la base de nuestra empresa y te vamos a chingar, vendiendo cosas que nadie necesita, en frente de tu casa, a horas innobles, por siempre. Qué alegría.
Sunday, November 06, 2011
Dicho de un toro: Que no tiene resabios y acomete francamente y sin repararse
Me pregunto en qué contexto se hizo Wittgenstein esta pregunta.
Estaba buscando la definición de contexto y una de las acepciones en desuso del término es "Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen" que, creo, da una idea un poco opuesta de la definición que todo mundo más o menos acepta (en la que lo que define aclara).
No sé por qué el diccionario incluye definiciones en desuso.
La primera acepción de definir, en el diccionario de la RAE, es: "Fijar con claridad, exactitud y precisión la significación de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa".
En su cuarta acepción, sin embargo, se coloca un mayor énfasis en el aspecto emocional de lo que significa definir algo: "Adoptar con decisión una actitud" (la segunda acepción de "decisión" es "Firmeza de carácter").
Cada vez que intento precisar un término un compañero de la oficina me implora que deje de filosofar, lo dice así, con énfasis, casi con veneno, sin querer realmente decir "filosofar" o "deja de aclarar términos" sino lo contrario, "deja de enredar términos". Cada vez que me lo dice -pasa a menudo, pues esto se hace generalmente en un contexto distendido y no ha habido una razón real para pedirle que deje de hacerlo- reímos (aunque creo que mi risa está acompañada por una sensación de desesperanza).
En uno de los avances de la vigésima tercera edición del diccionario de la RAE ya se incluye una definición de "descontextualizar", es decir, "sacar algo de su contexto". Tengo una amiga que solía llamarme "descontextualizador profesional". Esto solía hacerlo también en un contexto distendido, lo cual me ayudó a evitar considerar que en realidad me estaba llamando un sofista. Recuerdo que cuando llegué a dar clases de ética hice un énfasis especial, quizá por el modo en que me educaron, en aclarar que a pesar del uso común del término "sofista" (quien hace uso de razonamientos incorrectos que aparentan ser correctos), no todos los sofistas de la Grecia del siglo V (estoy citando el diccionario de la RAE) hacían uso de los "sofismas", sino que enseñaban "el arte de analizar los sentidos de las palabras como medio de educación y de influencia sobre los ciudadanos".
Creo que nunca me sentiré cómodo en la desagradable posición del que intenta explicar algo con claridad. A nadie le gustan las cosas claras. Pues las cosas no son claras. Creo que esto lo tengo claro.
Friday, November 04, 2011
Viernes
A nadie le importa.
Pienso en ella.
A mí me importa.
Tuesday, November 01, 2011
Martes
Friday, October 28, 2011
Los pelos contados
Se le ocurre posteriormente: quizá es demasiado duro en lo que no tiene que ser duro y demasiado laxo en lo que no tiene que ser laxo.
Pero también: quizá esto es otro tipo excesivo de dureza.
Monday, October 17, 2011
El medio es el masaje
Thursday, October 13, 2011
Jueves
Wednesday, October 05, 2011
PLTMEX Octubre 2011
Ya comienza a distribuirse el número de octubre de PLTMEX, échenle un ojo. En este número un breve texto que está a poco de preceder un nuevo texto que probablemente se titulará: "Compré un rifle". Lo copio a continuación.
Fui al banco, soy un neurótico, a nadie le importa
Hay varias cosas que me molestan de esta ciudad. Aún más: cualquier cosa en cualquier momento está sujeta a convertirse en una de ellas. Soy un neurótico. Ciertos malestares emocionales provocados por la vida en la ciudad han terminado por alterar mi “funcionamiento social”. Temo que esto, con el tiempo, se agrave.
Estoy en el banco y estoy esperando en fila para pagar impuestos. Veo un cartel que invita a sacar un crédito. El cartel afirma: “Sigues pensando en tus vacaciones y ya debes comprar los útiles escolares”. De tal modo, creo, se apunta a la (aparente) tensión provocada por nuestras obligaciones y nuestros deseos de pasar tiempo de ocio. El cartel es ilustrado con una imagen de útiles escolares enterrados en la arena. Es muy desagradable. Creo que las personas que diseñaron el cartel y la promoción (al sacar un crédito con este banco, se regalan un cuaderno, lápices, sacapuntas y otros útiles, hasta agotar existencias) han puesto su inteligencia al servicio de algo, esencialmente, perverso. Claramente, este tipo de cosas más bien contribuyen a que sean nuestras existencias las que se agoten. He adoptado un punto de vista negativo, o eso quiero creer. Pues pensar que uno es negativo (y no, como gustan decir algunos, “realista”) es básicamente una actitud positiva: lo que ocurre, es que, sencillamente, estamos en un error. Que hay otros modos de ver las cosas. Quizá la vida en la ciudad no es tan mala como nos la pintamos y sólo estoy molesto porque sigo en el banco y no he tenido tiempo para comer.
Detrás de mí, una pareja discute cómo le explicarán a sus hijos dónde fue que se conocieron. Están formados para pagar su servicio de cable. Se conocieron en Internet. “Podemos decirles que nos conocimos en un puerto español”, dice él, ingenioso (se conocieron en un portal de Internet para citas de origen español, descubro más tarde). Es horrible pero por un instante consiento el sincero deseo de que esta pareja nunca se reproduzca.
Sólo hay una persona atendiendo en caja.
Quizá el problema no es que viva en una ciudad, sino que se trata de una de las más grandes del mundo, parte de la “Corona regional de ciudades”, megalópolis conformada por el Distrito Federal, Puebla, Tlaxcala Xicohténcalt, Cuernavaca, Cuautla de Morelos, Toluca de Lerdo, Pachuca, Tula de Allende, Tulancingo y sus áreas metropolitanas (el término megalópolis designa a esta región desde 1996, tras una propuesta realizada por el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal). ¿Cómo puede esperarse que una entidad con un sistema nervioso lo suficientemente sofisticado y sensible para edificar o imaginar estas comunidades, también las habite?
El otro día, en la estación del Metrobús, me percaté que uno de los botones de alarma que allí se encuentran está acompañado por dos instrucciones. Una dice: en caso de alarma, oprima el botón. La otra: en caso de alarma, jale el botón. Encontré el fenómeno enervante, tanto como que en algunos restaurantes de la ciudad existan animadoras infantiles que retiren a los niños de la mesas para que no molesten a los adultos. También encuentro perturbador descubrir faltas de ortografía en el sitio electrónico de Neuróticos Anónimos (neuroticos-anonimos.org.mx) y, aún más, que las “disturbios emocionales” sean tratados como una enfermedad, cuando, claramente, el problema ocurre sólo cuando la gente presta atención. Cuando le importa. Pero no, a nadie le importa.
Creo que necesito unas vacaciones. Quizá regresando saque un crédito.
Saturday, October 01, 2011
Wednesday, September 28, 2011
Estoy inquieto
Debo leer un libro de John Berger, uno de Amis, uno de George von Rezzori, uno de Leonid Andréiev, uno de Chéjov y uno de Flaubert. Empecé el de Flaubert.
Terminé de leer Punto de fuga de Markson. Me gustó mucho. Quiero leer This Is Not a Novel y The Last Novel.
Estoy leyendo The English Novel de Eagleton. Estoy leyendo a Pavese. El libro de Pavese que estoy leyendo podría terminarlo hoy. Estoy leyendo a Pessoa. El libro de Pessoa que estoy leyendo podría terminarlo hoy. Estoy leyendo Klusterman. No me gusta. Estoy leyendo el último número de la Vanity Fair. Me gusta. Estoy leyendo Las noches de Gerard Reve, que fue un regalo. Quiero que me guste.
Creo que no estoy leyendo nada.
Quiero leer algo.
Saturday, September 24, 2011
Sábado
Mi padre me envió un correo electrónico.
Thursday, September 22, 2011
Toque a sus hijos*
Ahí les va una anécdota: me encontraba atorado en el tráfico de una zona residencial al sur de la ciudad, a saber, el Pedregal. Avanzaba lentamente por el Boulevard de la Luz, flanqueado por camellones y jardineras. Mi paciencia, como quien dice, se agotaba. Quizá para apreciar aún más el sentido de esta anécdota deba aclarar que me considero una persona medianamente paciente y caritativa, es decir, creí que estábamos atrapados en el tráfico porque, más adelante, a algún automóvil le había ocurrido algún desperfecto. Pensé: es posible que una ambulancia esté ayudando a algún necesitado. Quizá, imaginé, una persona de la tercera edad está cruzando la calle.
Por supuesto, nada de esto ocurría. En realidad llegábamos tarde a nuestras citas, el resto de los automovilistas y yo, porque a una señora fodonga se le ocurrió sacar a pasear a su perro. ¿Cómo sacan a pasear a sus perros las señoras fodongas? El perro camina, a su moroso ritmo animal, sobre el camellón, mientras la señora sostiene la correa desde el interior del automóvil.
Cuando tuve la oportunidad, ¿le menté la madre a la gorda infecta aquella? No. Entre las prácticas sociales complejas que tenemos que desarrollar para poder hacer de este un lugar habitable, considero, se encuentra la de ocultar o disimular muchas de nuestras emociones. La misma habilidad que, por ejemplo, los niños pequeños apenas comienzan a dominar.
Apenas ayer, frente a mí, en un café, vi a uno de estos pequeños animales racionales dependientes. Gritaba, lloraba, exigía. Y debo decir, fue un espectáculo digno de verse. Un adorable pequeño tirano.
¿Por qué vienen a cuento estas anécdotas? No estoy muy seguro de poder aclararlo pero sé que pensaba en aquella señora cuando veía a este niño. Quizá esté siendo injusto con el infante, pues a menudo pienso en La Fodonga como uno de los ejemplos más claros de todo lo terrible que ocurre en esta ciudad. La desconsideración total a las necesidades ajenas, ciertos valores burgueses torcidos (antes arde en llamas la ciudad que mi perro se quede sin pasear), la soledad, ay, la soledad, y, sobre todo, la deshumanización que provoca la tecnología. Pues, verán, creo que ese perro necesitaba ser paseado porque se encontraba inquieto. E inquieto se encontraba porque nadie le prestaba atención. Y poca atención se le prestaba porque estaba encendido el televisor. ¿Exagero? Quizá, pero añádale a esto el uso del automóvil y el uso de la correa: artilugios absolutamente modernos, creados para distanciar y someter. ¿Sabe en qué pienso también cuando recuerdo a esta señora? En esas otras señoras, jóvenes aún pero corriendo sin demora al futuro representado por La Fodonga, que pasean por los centros comerciales (rara vez en los parques, claro) conectadas a sus hijos pequeños por, sí, correas. Quizá ya hayan escuchado esta queja antes, y quizá alguien ya ha puesto atención al fenómeno (son cada vez más raras las ocasiones en que veo a una de estas madres), pero no lo olvide: sucedió, en esta ciudad.
¿Qué ciudad es esta? Es un lugar donde las personas se obligan a realizar actividades constantemente, evitando toparse con el sueño, el aburrimiento o la desidia, al mismo tiempo que ejercen la cautela que normalmente lleva al sueño o la desidia. Un lugar ocupado, con sus bancos, cines y oficinas, saturado de distracciones. Es difícil acercarse a las personas así, entablar vínculos afectivos. Lo sé. Vivo aquí. Pero se lo pido, por favor: saque a pasear a su perro, viva un poco, toque a sus hijos.*Este texto apareció originalmente en la edición de septiembre de PLTMEX. Busquen la publicación, es gratuita.
Sunday, September 18, 2011
Domingo
Tuesday, September 13, 2011
Martes
Wednesday, September 07, 2011
Miércoles (por la mañana)
se podría decir que tú creciste escuchando la música de cri-cri?
Guillermo Íñigo dice: (10:18:07 a.m.)
no sé si podría decir que yo crecí
Óscar. dice: (10:18:14 a.m.)
...
Tuesday, September 06, 2011
Martes
Tuesday, August 30, 2011
Martes
Bathos o mañana es quincena.
Thursday, August 25, 2011
Wednesday, August 17, 2011
Miércoles
Entrada 1549
Monday, August 15, 2011
San Judas Tadeo
He tomado los 10 centavos para dejarlos como limosna en una iglesia católica.
No tengo claro si a la difusión de esta carta debo añadir 10 centavos por cada una.
La última vez que revisé, hace un par de años, este blog era leído por unas 30,000 personas (diferentes). Creo que es difusión suficiente de la carta.
No me estoy burlando de la carta.
Entiendo que San Judas Tadeo, además de los casos difíciles, es patrono de los ladrones.
Dejaron la carta en el parabrisas del automóvil que dejé estacionado en la calle.
Estoy muy preocupado.
***
Otra cosas que dejan en mi parabrisas.
Thursday, August 11, 2011
PLTMEX agosto-2011
Ya se distribuye la nueva Plataforma. Abajo, mi columna para este mes.
No lea en el Metro
«Precaución, no rebase la línea de seguridad», leo. No se alarmen, por favor, con lo que diré a continuación. Pero he descendido al metro, y como muchos otros pasajeros, como en tantas otras ocasiones, estoy esperando. Mientras lo hago, se instala un paréntesis en mis preocupaciones cotidianas y pronto me encuentro en una especie de trance hipnótico que tiene aires de familia con el vértigo. Y no puedo apartar la mirada de la indicación, «…no rebase la línea de seguridad…», ni de los rieles, ni de la barra alimentadora de tensión y, por favor, por favor, no se alarmen, pero estoy pensando en el suicidio.
Estoy pensando, casi simultáneamente, si más tarde, ya en la oficina, podré encontrar el dato duro de la cantidad de personas que se arrojan a las vías del metro anualmente en la ciudad, y si es realmente algo que quiero saber. Y, también, ¿por qué lo hacen? ¿Preocupaciones económicas? ¿Perspectivas limitadas de vida?
Finalmente, el transporte llega y la veloz mole naranja de los vagones me arrebata del trance para detenerse frente a mí. En una de las ventanas, antes de subirme al vagón alcanzo a distinguir una calcomanía con el siguiente verso de Raúl Renán (Mérida, 1928): «Sólo a los ángeles les es dado pisar la línea, sin temor a caer». Recuerdo entonces la queja del cosmonauta Krikaliev, el hombre que ostenta el récord actual de permanecer más tiempo en órbita (contra su voluntad, a principios de la década de los noventa) y quien, en un comunicado desde la extinta estación espacial mir informó al Kremlin que le parecía «de pésimo gusto» encontrarse en la videoteca de la estación una copia de la película 48 horas, cuya trama gira alrededor de dos astronautas a quienes se les agotará el oxígeno en un máximo de 48 horas.
Es decir: me parece de pésimo gusto que utilicen ese verso de Renán precisamente en el metro.
La calcomanía forma parte de Poesía en Movimiento, una «iniciativa de la Secretaría de Educación del Distrito Federal para promover la lectura al interior del Sistema de Transporte Colectivo Metro», como se ha repetido en varios medios impresos y electrónicos. ¿Por qué querría la Secretaría de Educación del df que se lea en el metro? Porque, como aseguran los publicistas de la librería Gandhi (en otro proyecto publicitario –antes que lectores, no lo olvide, se buscan clientes- apoyado por este sistema de transporte), en su propia iniciativa, se trata del “lugar ideal para leer”. Pero no lo es. El lugar ideal para leer es un escritorio, con tiempo para hacerlo; quizá en una biblioteca, o en un estudio, en una cama, en un sillón, en casa.
El proyecto de la secretaría se desprende de Más Libros, Mejor Futuro, un programa que, de acuerdo con el secretario Mario Delgado, busca «sembrar la semilla de la inquietud a la lectura». A mí me parece muy bien preocuparse porque la gente lea. Se nos ha recordado hasta el cansancio (como se nos recuerda que no rebasemos la línea de seguridad): en México se leen 2.7 libros al año, en promedio, por persona. No me parece tan bien, en cambio, que se espera que leamos en el futuro. Cedamos la voz a García Ponce: «…nuestras instituciones culturales subrayan abiertamente su carácter didáctico, anunciando que su propósito es también preparar para el futuro; pero esa continua mirada hacia el futuro nos deja sin presente. Y, sin embargo, ese presente es el único que puede dar realidad a la cultura».
Amigo lector, ¿está obligado a leer en el metro porque no tiene tiempo, porque trabaja demasiado? Lo que necesitamos no son más campañas publicitarias sino un mejor presente.
Wednesday, August 10, 2011
Urgente examen de conciencia
Ahora bien, la cuestión, lo preocupante, es que estuve un buen rato rumiando las palabras que utilizó para recriminarme. Si la banqueta es sólo para los cristianos, ¿qué ocurre con quienes no creen en Cristo? ¿Qué ocurre con quienes creen en Cristo pero de un modo distinto a los cristianos? ¿Y los animales, incapaces de tener creencias? ¿Pueden ellos circular sobre la banqueta? ¿Y si uno es cristiano y ciclista? Es en serio: estuve pensando en esto. Quizá porque cruzó por mi cabeza lanzarle alguna ironía hiriente cuando la escuché. También estuve pensando en esto, en mi decisión (no resuelta) de arrojarle una ironía cruel (ser sarcástico, pues) en lugar de mentarle la madre o en lugar de explicarle que si andaba sobre la calle yo iba a correr peligro. Es curioso, creo, que frecuentemente recurra a ese camino medio entre la grosería y la explicación reconciliadora. En un mundo ideal las personas deberían recurrir a los argumentos conciliatorios. Extrañamente, mi decisión es otra: me percato de que estoy a punto de soltar una ironía, opto por callar y luego vengo a casa y escribo al respecto.
Me pregunto si realmente me preocupa o si sólo quería escribir. Hacer esto, sentarme frente a una computadora y teclear algunas cosas, es de las actividades que mayor placer me provocan, hacer de mis obsesiones algo comunicable, la búsqueda de empatía a través de la palabra escrita. Pero cuando me acerco peligrosamente a una realidad, específicamente a preocupaciones morales y mi modo de ver las cosas, siempre temo que paso por una especie de loco sin control alguno sobre el modo en que enfrenta al mundo.
Hace unos días alguien me preguntó en un comentario a una entrada reciente si estaba loco. Y una amiga, a propósito de las últimas entradas, me dijo en broma que era como el diario del Unabomber. Eso por un lado. Por otro lado: hace unos días me mandaron algunas preguntas de parte de la gaceta de la universidad donde estudié la licenciatura en filosofía relacionadas con el trabajo en el cual me desempeño actualmente. Entre ellas se encontraba una por el modo en que la filosofía me ayuda a mis actividades laborales. Dije que para un editor (que es más o menos lo que soy en el día a día) era importante ser preciso con las palabras y los conceptos y que de algún modo la filosofía me había entrenado para eso.
También venía pensando que una de las razones por las que no le dije nada a esta señora (pues, creo, como Platón, que es mejor padecer una injusticia que cometerla -es decir, creo que hubiera sido injusto de mi parte entablar una conversación necia con una señora necia-) es que sólo podría haber recurrido a la ironía a través de un uso preciso de las palabras (la cuestión de los cristianos en las banquetas). No he estudiado a Wittgenstein pero sé que escribió que cuando se nos pregunte por la última casa de la aldea no deberíamos contestar que esa casa no existe, pues aún podrían construirse más. Esto podría ser preciso, pero no sería verdad. Aún más, no sería prudente. Y quizá lo que me preocupa es por qué me preocupa ser prudente. Creo que es importante no contestarle a las personas que están enojadas, no iniciar discusiones que nos podemos ahorrar, pero me asusta endemoniadamente que al evitarlas en realidad no las estoy evitando, sólo las estoy guardando para después.
Lo que estoy diciendo es que temo que un día de estos agarre a todos a escopetazos.
Sunday, August 07, 2011
Domingo
Wednesday, August 03, 2011
Musée des Beaux Arts, W.H. Auden
The Old Masters: how well they understood
Its human position; how it takes place
While someone else is eating or opening a window or just walking
dully along;
How, when the aged are reverently, passionately waiting
For the miraculous birth, there always must be
Children who did not specially want it to happen, skating
On a pond at the edge of the wood:
They never forgot
That even the dreadful martyrdom must run its course
Anyhow in a corner, some untidy spot
Where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse
Scratches its innocent behind on a tree.
(Primera estrofa).
Monday, August 01, 2011
Lunes
Me ofrecieron un refresco mientras esperaba, en la peluquería. Pasaban de las siete y media de la noche. Agradecí el ofrecimiento pero lo rechacé, no así el adolescente a quien le cortaban el pelo y por quien más tarde pasó su padre. Extrañé a mi padre, pero no marqué a casa. En la televisión de la peluquería, un noticiero. Entonces Ricardo Cayuela Gally apareció repentinamente, una cápsula de opinión para Milenio TV, afirmando que la izquierda populista no podía llegar al poder pues representaba un peligro para las instituciones. Se le veía molesto. La cápsula duró poco. Sólo escuché esa parte. Ya en casa, con el pelo corto, leí un poco más de Terry Eagleton, pensé en mis amistades, dormí una pequeña siesta, desperté hace rato y ahora estoy un poco como tigre enjaulado.
El cuñado, después de la cena, anota Chéjov: "Todo llega a su fin en este mundo. Recuérdenlo: quien se enamora, sufre, se equivoca, se arrepiente; y quien deja de amar, recuérdenlo también, comprende que ha llegado el fin de todo". La amante del cuñado encanecía. El cuñado aún era muy bello.
Le marcaré a mi padre.
No contesta.
Sunday, July 31, 2011
Domingo
Saturday, July 30, 2011
Sábado
Tuesday, July 26, 2011
Martes
Wednesday, July 20, 2011
Miércoles
Monday, July 18, 2011
Lunes
Tuesday, July 12, 2011
Martes
Friday, July 08, 2011
Viernes
Wednesday, July 06, 2011
Miércoles
Tuesday, July 05, 2011
Con disculpas a L.D.
Tuesday, June 28, 2011
El próximo domingo eterno
El filme, de acuerdo a lo indicado al inicio del mismo, sigue a un grupo de actores no profesionales (se presenta como un "experimento" y no se tarda en señalar que los intérpretes, al final del filme, han regresado a sus trabajos normales, como lo hacen los 4 millones de berlineses del año de 1930 al término de cada domingo que esperan con ansia, y como lo seguimos haciendo nosotros, hombres modernos, tras dejar nuestros papeles domingueros). Los no-actores también se desempeñan como trabajadores que descansan de sus trabajos en la realidad del filme: Christl, una actriz que quiere ser extra en un filme; Wolfgang, o Wolf, un vividor (en los créditos de la edición de Criterion se dice que vende vinos, y que, como el resto del reparto, se interpreta a sí mismo); Briggite, dependienta de una tienda de discos y fonógrafos; Erwin, un taxista y Annie, una modelo, que se la pasa el domingo tirada en la cama, a diferencia del resto, que tienen una especie de cita doble en un lago cercano a la ciudad.
Winter recuerda que, por su momento histórico, de entreguerras, el filme evoca un vago anhelo, una especie de nostalgia anticipada: "...a Berlín se le está acabando la luz del día". Brigitte, hacia el final del filme, le pregunta a Wolf (quien ya ha acordado verse con su amigo Erwin para un partido de fútbol el próximo domingo) si se verán el próximo domingo, con, escribe Winter, unos "ojos hambrientos de una esperanzada anticipación y la despreocupada y joven creencia de que existe un futuro".
Esto que sigue es de "Domingo", una entrada en Las reglas del juego (1948-1955) de Leiris. Es un poco largo pero creo que vale la pena:
"Por mi parte, debo poner mucho cuidado en esto, porque tengo demasiada tendencia a instalarme en la desesperación, a decidir que ahí me quedo y luego no moverme ya; también demasiada inclinación -después de haber sido atraído, en primer lugar, por todo lo 'moderno' [...], todo eso me atraía porque me parecía situarse en el punto extremo de la época y que había para mí, tan rebelde ante la idea de que algún día ya no sería joven, una especie de necesidad de acercarme a las últimas creaciones de la época-, demasiada inclinación a huir románticamente hacia la edad de oro que representan algunas formas de vida pasadas, que pueden ser la infancia (la de antes de la edad llamada 'de razón') o el estado de inocencia que se atribuye (sin haberse metido demasiado en ello) a los primitivos aún no corrompidos por nuestra civilización, incluso a todos los que no participan en nuestro frenesí mecanicista. Si pudiera soportar el vacío y la inacción de un domingo perpetuo, quizás me conformaría con eso. Pero la inmovilidad (incluso la de la felicidad) ya no significa para mí más que monotonía, transcurrir de un tiempo uniforme sin accidentes que obstaculicen mi mirada [...] sin nada de pintorequismo, si no para cegarme al menos para atraer mi mirada e impedir que se dirija directamente a la muerte inevitable que me espera al final de la calle.
[...]
Hoy, finalizada la guerra en nuestro continente y terminada la ocupación, ya no hay nada frente a mí, ni muralla de fuego que atravesar ni puerta opaca que derribar, nada que se levante en mi camino y le impida ir directamente hacia el foso; de suerte que, quizás, jamás me he sentido tan desamparado".
Leiris, tengo algo que decirte: no te equivoques.
Monday, June 20, 2011
Gazapo
Me gustaría ser más simpático.
Tener un mejor humor.
Monday, June 13, 2011
Hay razones por las cuales no converso
Wednesday, June 08, 2011
Plataforma México, número de junio
La más reciente se titula Fui al cine (trata sobre cómo fue que fui al cine, el otro día) y la pueden leer a continuación:
Fui al cine...
Es temprano por la mañana y estoy formado en el estacionamiento del Centro Comercial Santa Fe bajo un sol de justicia que ilumina nuestras diminutas vidas y evapora líquidos insalubres. Lo apestoso no merma la alegría de las familias que esperan y que están a punto de desayunar hot dogs, palomitas y refrescos frente a una pantalla para ver la cuarta película en una serie que se ha distinguido por ofrecer lo mismo en cada entrega. Confieso: vine al estreno de Piratas del Caribe: En mareas misteriosas.
En unos minutos una mujer, ya dentro de una de las salas llenadas a tope, nos informará a través de un altavoz que México se adelanta un par de semanas al estreno mundial de esta nueva entrega en la franquicia. Creo que miente. Quizá sólo lo dice para provocar una oleada de gritos y aplausos. Pero antes de que eso suceda, de vuelta en el estacionamiento, una edecán guapa pero malacaruda me explica que todos tienen que usar el paliacate rojo que está repartiendo pues debemos tomarnos una fotografía con las personas que, unos metros más adelante, están disfrazadas como piratas. Tomo el paliacate pero no me lo pongo. La edecán me mira con odio y comprendo que la dimensión de mi rebeldía es ridícula. Esto no está bien: no puedo seguir así, si estoy preparando una reseña de la película (pues vine para verla y reseñarla), debería evitar los grandes prejuicios. Se supone que vine a pasar un buen rato. Pero cuando, más tarde, otro edecán, masculino y musculoso, me dice que aunque lo vea así, aunque esté enojado, insistirá en que debo usar el paliacate rojo sobre mi cabeza, decido que es imposible. La película que voy a ver va a ser un pedazo de mierda. ¿Por qué? Por culpa de los edecanes. Por culpa de todos. Por culpa del petróleo y el capitalismo y la violencia y la vida diminuta a la cual voluntariamente nos hemos sometido.
Cuando, ya en la sala, la mujer del altavoz se calla (¡no sin recordarnos que debemos decirle no a la piratería!) le cede el aparato a un hombre que lleva un paliacate azul quien, nos informa, representa a la marca Swarovksi (“vengo representando a Swarovksi”, dice). Celebrando el lanzamiento de la película, nos explica, se ha colocado, debajo de los asientos, un regalo –y entonces, con voracidad, el público comienza a buscarlo. Cunde el caos. La búsqueda no ha cesado cuando la mujer del altavoz y el hombre del paliacate huyen de la sala (“Quizá debí aclarar que sólo había un regalo”, le escucho decir al hombre). Se apagan las luces. Los niños que seguían buscando el regalo gritan. Ha iniciado la película. Pero algo sucede. Se ve mal. Y está doblada al español. La gente grita: “¡Cámbienle a inglés!”. La gente grita: “¡Se ve mal!” Grita mucho, esta gente. La sospecha recorre la sala: la película está en formato 3D. Nadie tiene los lentes necesarios para verla. Después de un rato se encienden las luces. La gente grita: “¡Trátenos como nos merecemos!” La sospecha de que nos tratan justo como nos merecemos cruza por mi mente. Entonces, un hombre entra a la sala. Es el gerente del cine. Nos explica que a él nadie le avisó pero que la película está en 3D y que nos repartirán lentes (gritos de la audiencia) y que esta dinámica tomará unos minutos más. Antes de retirarse, grita: “¡En breve continuará la magia del cine!”.
La magia del cine inicia unos quince minutos más tarde, el público entra en una especie de coma y entonces viene esta historia sobre un grupo de piratas en búsqueda de la fuente de la juventud… Y en fin, no vean esta película.
Sunday, June 05, 2011
...
El hombre no actúa "en vista" de aquello que viene, como si fuese algo que pudiera alcanzarlo, sino, antes bien, "con vista" a lo lejano, a lo cual se amolda. Y por eso consultar los astros -incluso entendido alegóricamente- tiene un fundamento más profundo que cavilar sobre lo inmediato. Pues lo lejano que determina la vida del hombre es la naturaleza como tal, y lo hace tanto más acabadamente cuando aquél es más puro. Podrá la naturaleza intimidar con su más leve seña al que es neurótico, guiar a los demoníacos con los astros, pero ella determina con sus armonías más profundas -y sólo con éstas- sólo a los piadosos.
***
Soñé que temblaba en la ciudad. Le marcaba por teléfono. El teléfono sonaba ocupado.
Monday, May 30, 2011
La Tempestad 78: México, la mirada de los artistas
Sunday, May 29, 2011
Tonto National Monument
Qué tonto fui.
Si lo fui, ¿lo soy?
Qué tonto soy.
Aunque quizá no es una cuestión de tener o no tener razón.
Qué tonto soy al creer que la razón tiene algo que ver con esto.
Es decir: ¿tiene que ver mi capacidad intelectual en el ser tonto?
Define tonto.
¿Tiene sentido pedirle a un tonto que defina algo?
Define tonto.
Tiene sentido: se es tonto, ocasionalmente. Se puede ser tonto, frecuentemente. Pero no se puede ser tonto todo el tiempo y reconocerse tonto.
Pues es claro que fui tonto.
Pero define tonto.
Tonto es quien para definir tonto necesita un diccionario.
Tonto es quien necesita un diccionario pero no lo tiene a mano.
Tonto es quien quiere definir lo que significa ser tonto y espera a que cargue la página de la RAE antes de definirlo.
Tonto es quien no sabe qué hacer en el aquí y en el ahora.
Tonto es quien siente lástima por sí mismo.
Así pues: quizá no es que sea un tonto.
Quizá soy un pendejo.
Define pendejo.
Pendejo es quien al esperar a que abra la página de la RAE abre la página de la Wikipedia como quien abre una página de horóscopos.
Pendejo es quien en lugar de buscar la definición de pendejo, cuando es lo que necesita, pues lo necesita, pues todo pendejo necesita algo, lee un modo de explicarle a un pendejo lo que es un tonto: "Eres medio tonto con las mujeres" podría aplicarse a un hombre inteligente, pero que por timidez comete errores con las mujeres. Lee también, en la Wikipedia: Así mismo "eres un completo tonto" se usaría para señalar a quien toma siempre la opciones o decisiones incorrectas. Lee también: "Poco tonto" se usa para quien por medio de tonterías se sale con la suya.
Quizá soy un poco tonto.
Pero definitivamente soy un pendejo.
Y ante todo esto, ¿qué?
¿Qué de qué, pendejo?
Friday, May 27, 2011
Puentes colgantes
Wednesday, May 25, 2011
En la librería
En mi sueño tenía toda la intención de comprar el libro. "Pero está muy caro", me decía mi hermana. Eran, recuerdo, 300 pesos exactos. Recuerdo, también, que buscábamos el X'ed Out de Charles Burns y que no lo encontrábamos.
6:09 a.m. Me voy a correr.