Saturday, September 18, 2010

Tierra Adentro, agosto-septiembre 2010

El próximo 22 de septiembre, a las 19:00 horas, se presenta el nuevo número de Tierra Adentro, en la Fonoteca de la Ciudad de México. Participan Mónica Nepote, Laura Emilia Pacheco, Eduardo Antonio Parra, Daniel Sada, Rogelio Sosa y Daniel Wence. Se presenta en la Fonoteca pues este número ofrece un dossier sobre arte sonoro. También se le dedica un dossier a Carlos Monsiváis y al libro electrónico, con textos de Nathalie Armella Spitalier, Mauricio Salvador, Carmina Estrada, Rogelio Villarreal, Anuar Jalife y José Israel Carranza. A continuación, reproduzco el texto con el cual participé en dicho dossier.

¿(En) qué estás leyendo?

Hace poco, después de pasar todo el día frente al monitor de la computadora en la oficina, regresé a casa y me senté un par de horas frente al de la televisión. Me entretuve pues estaban pasando Boogie Nights (1997), de P.T. Anderson. ¿Conocen esta película? Hay un momento, hacia lo que creo es el final de la historia, en el que el coronel James (Robert Ridgely) aborda al pornógrafo Jack Horner (Burt Reynolds) con una propuesta en mancuerna con otro pornógrafo, Floyd Gondolli (Philip Baker Hall). La junta tiene un propósito sencillo: que Horner acepte el nuevo modelo propuesto por Gondolli, a saber, crear una mayor distribución con actores no profesionales, amateurs. Menos calidad en sonido, iluminación y grabación: ¡el futuro en video! Así, se prescindiría de estrellas como Rollergirl o Dirk Diggler o de los grandes costos de producción al tiempo que se le daría cabida, democráticamente, a gente que haría este trabajo, esencialmente, por gusto. Ustedes ya vieron la película: Horner, en principio, se niega. Lo que él hace es arte.
Lo interesante aquí, creo, es que esa noche que volví a ver la película ocurrió una cosa curiosa: al toparme con esa escena, en la que un pornógrafo se da ínfulas de artista y se niega a aceptar ese futuro en el que todo sería más fácil y barato aunque desprovisto del aura que le brinda la plataforma sobre la que trabaja, creí que había dado con la analogía perfecta para tratar un tema que, en realidad, me preocupa más o menos poco. Si todo va de acuerdo a lo planeado, este texto lo están leyendo en un medio impreso y tardará en llegar a la red. Aún más, ustedes, lectores, debido al contexto en el que se presenta, ya están familiarizados con el tópico: el libro electrónico. Creo que es significativo que, espontáneamente, me encuentre buscando modos de explicarme el paso que, supuestamente, experimentamos a cuentagotas actualmente; es decir, el de los medios impresos a los electrónicos. Sospecho que en realidad se puede decir poco sobre esto pues vivimos un estado de transición. Poco sensato, quiero decir. Creo que fuera de las predicciones, limitadas y finalmente provisionales, son contadas las cosas que alguien pueda decir sobre este tema que no se reduzcan a tecnicismos que, en realidad, importan poco para el lector común. No se pase por alto, por favor, la ingente cantidad de líneas que se han escrito al respecto. Es bien sabido: entre más oscuro sea un tema –en este caso, un futuro más o menos inmediato- más se habla al respecto.
Por supuesto, la analogía con el pornógrafo que se da ínfulas de artista y que se niega a aceptar el futuro con la llegada de nuevas tecnologías, tiene límites claros. El principal de ellos es que no brinda nada a la discusión pues pasa por alto la materia de la que están hechos los libros. Los libros, lector, están hechos de ideas. ¿Por qué estamos tan apurados por la plataforma en la que se presentan? ¿Realmente altera la tinta electrónica los hábitos de lectura a un grado que la experiencia retinal de leer palabras en una plataforma u otra sea completamente distinta?
A propósito de esta serie de ideas inconexas, quizá convenga aclarar que 1) esto lo escribe alguien a quien le gusta leer literatura pero que se ve obligado a enterarse de otras cosas ya sea por el trabajo que realiza de 10:00 a.m. a 20:00 (aproximadamente) y que no es especialmente ducho en nada; 2) que esta persona en particular lee, de un tiempo para acá, casi todo en una plataforma electrónica (la computadora, “en línea”, como quien dice) pero no posee un libro electrónico (es decir, un Kindle o la versión de Sony o el iPad o etcétera); no está negado, sin embargo, a que en el futuro próximo o lejano lea en uno de estos aparatos, así como no está negado, digamos, a que en un futuro utilizará medios de transporte que utilicen energía solar, eólica o lo que convenga; 3) en el fondo le viene dando un poco igual y sólo pondera al respecto porque ha descubierto que es más fácil escribir sobre esto que hablar sobre libros, es decir, sobre ideas. Un modo de reformular este tercer inciso: me temo que la mucha tela que da para cortar la preocupación por el libro electrónico es una fábrica que poco tiene que ver con la de la literatura (o la disciplina que les interese); es una preocupación por medios, plataformas y, acaso, hábitos de lectura que, de cualquier modo, no reflejan, en realidad, más que las preocupaciones de un reducido grupo de personas (aquellas que, en fin, se preocupan por la materialidad con la que recibimos nuestras dosis de ideas). Creo que estamos discutiendo si el papel couché refleja más o menos la luz y si es incómodo o no para leer. Estamos discutiendo si un modelo particular de martillo tiene una mejor agarradera que otra, si dicha agarradera es más ecológica o no. Lamento un poco, ante este estado de cosas (en las que los fenómenos materiales se transforman en obsesión y fetiche) recurrir a la abstracción para finalizar este texto, pero no veo de qué otro modo pueda discutir algo que aún está, digamos, cuajando. Ahí les va: la sed de conocimiento pero, sobre todo, el ansia por suplir esta necesidad, es algo que en realidad está destinado a un puñado de personas. Que ese puñado de personas, invito ahora, se ponga a leer. ¿En qué medio? El que sea, francamente.

Sunday, September 12, 2010

Leyendo


Lo empecé hoy. En la introducción de Johnny Truant leo esto, que me hizo eco a la entrada anterior:

"Then no matter where you are, in a crowded restaurant or on some desolate street or even in the comforts of your own home, you'll watch yourself dismantle every assurance you ever lived by. You'll stand aside as a great complexity intrudes, tearing apart, piece by piece, all of your carefully conceived denials, whether deliberate or unconscious. And then for better or worse you'll turn, unable to resist, though try to resist you still will, fighting with everything you've got not to face the thing you most dread, what is now, what will be, what was always come before, the creature you truly are, the creature we all are, buried in the nameless black of a name".

En algún momento del fin de semana me hicieron saber algo que sé muy bien pero que extrañamente, dicho por alguien más, al escucharlo enunciado como una característica fácil de notar, me obligó a preguntarme por el grado con el cual presento o no la caricatura que hago de mí mismo en el exterior. Lo que me dijeron es que soy demasiado consciente de mí mismo. Esto, a la vez, me hizo pensar en aquello de nuestros cabellos y en cómo están contados, de acuerdo a cierta tradición cristiana, pero también en la recomendación que alguna vez me dio mi peluquero, respecto a la caída de mi pelo: "No pienses tanto en ello, el estrés no ayuda".

Tuesday, September 07, 2010

Steiner, Bloom

Esto del Shakespeare: The Invention of the Human de Bloom me recuerda a Steiner: "[Iago's] grand boast 'I am not what I am' deliberately repeals St. Paul's "By the grace of God I am what I am".

Fines de semana de soltero

De "Morning" de Donald Barthelme:

-Going home.
-No, thank you.
-You're afraid of it?
-Indeed, do I still live?
-What are you afraid of?
-One old man alone in a room. Two old men alone in a room. Three old men alone in a room.
-Well maybe you could talk to them or something.
-And say: Howdy, have you heard about pleasure, have you heard about fun? Let's go out and bust up a bar, it's been a long time. What are you up to, what are your plans? Still lifting weights? I've been screwing all night, how 'bout you? "You please me, happiness!"
-Well I don't think about this stuff a lot of the time.
-Humility is barefoot, Lewdness is physically attractive and holds a sprig of colewort, the Hour is a wheel, and Courage is strangling a lion, by shoving a mailed fist down its throat.
-How did the party end?
-I wasn't there.

Convergencia tipo "duerme en tus laureles"



Tarkovski, Spielberg.

Leyendo


Estoy leyendo esto. Estaba pensando en transcribirle este siguiente fragmento, de Houellebecq, a un amigo a propósito de unas entradas pasadas y algo que habíamos platicado, sobre todo por la coincidencia:

"En nuestro último encuentro me sorprendió que usted siga haciendo búsquedas en Google sobre su nombre, hasta el punto de utilizar la función de alerta, que te comunica cada nueva aparición. Por mi parte yo he desactivado esta función y después he renunciado a las búsquedas".

Pero luego me distraje con esto de la vida pero seguí leyendo. Es muy extraña la resistencia con la que siempre me acerco a los textos de Houellebecq, pues terminan de convencerme, una vez más, de que se trata de uno de mis autores favoritos, quizá, sobre todo, porque me coloca en una disposición que me obliga, en suma, a pensar. Otro fragmento que me gusta, a propósito de los textos autorreferenciales -que, a fin de cuentas, no sé qué tanto a cuento venga en un intercambio epistolario, sigo creyendo que cuando uno escribe a alguien en específico son mayores las dificultades para representarse honestamente:

"No valoro especialmente la literatura de la confesión; el problema es que me gustan casi todas las literaturas. Me he regodeado con Montaigne y con Rousseau, pero sigo sintiendo un delicioso shock nervioso leyendo este juicio de Pascal sobre Montaigne, este fustazo en plena cara, de una insolencia extraordinaria: '¡Ese proyecto idiota que tiene de pintarse!'. Me gustó también muchísimo ese opuesto radical de la literatura de la confesión que es la literatura del imaginario; mis ditirambos sobre Lovecraft son quizás exagerados; da igual, los asumo".

De inmediato Houellebecq habla sobre la "vía media" que supone, para el novelista, canibalizar la propia vida para construir personajes. Hace unos meses me escribí con S.T. Joshi a propósito de un texto que tiene sobre Lovecraft y los rasgos autobiográficos en su obra ahora recopilado, según me aclaró, en la colección de ensayos Primal Sources (2003) -creo que es difícil entender que Houellebecq considere a Lovecraft como si fuera la antítesis de la literatura "de la confesión", especialmente, si recuerdo bien, a partir de su ensayo donde también echaba luz sobre esto- y creo, en fin, que está por sacar una biografía, I Am Providence, si no es que ya salió.

En una carta posterior, Houellebecq regresa al tema autorreferencial:

"Pues bien, esta tendencia a la confesión, que manifiesto de cuando en cuando, procede, creo, de dos fuentes muy distintas. La primera es, como ya he dicho, la certeza muy arraigada de que ninguna confesión cambia nada de la personalidad propia, no cura ni agrava sus posibles fallas, la certeza antipsicoanalítica, en suma, una de las únicas que no me han abandonado nunca, junto con la inexistencia de Dios. La segunda es una sobreestimación de mí mismo que me aqueja de tanto en tanto y que me induce a pensar que ninguna confesión podrá agotar la riqueza indefinida de mi personalidad, que se podría sondear sin fin en el océano, no de mis posibilidades, y que si alguien cree conocerme se debe simplemente a que carece de información".

Qué extraña es la primera afirmación. ¿No sería más bien una razón para no confesarse? Hay un tema aquí: decidir cambiar, transformarse en lo que realmente es uno (el mandato bíblico, según Steiner), o bien, negarse a cambiar y seguir siendo uno mismo, como quería Nietzsche. ¿Por qué ambos caminos pasan por la autobiografía o el testimonio? No lo entiendo.

Hoy volví a pensar en una nota que me pasaron anoche, esta, y en esta otra también, de finales de agosto (Twitter me avisa que Thays acaba de subir esto; es precisamente por este tipo de cosas por las que Thays vive y muere, recuerdo hace unos días que subió un texto titulado, con su peculiar entusiasmo por el cotilleo, "¿Franzen o Franzenfraude?"), en fin, las recordé por lo que sigue, escrito en mayo de 2008 a propósito del libro de la madre de Houellebecq que se publicó entonces:

"Peldaño a peldaño, mi relación con la casi totalidad de los medios de comunicación de este país ha llegado ciertamente al odio total, en el sentido en que se habla de 'guerra total' (curiosa guerra, por lo demás, en la que estoy desarmado; sería más exacto hablar de guerra de exterminio total dirigida contra mí). [...] ¿La separación entre dominio público y vida privada, entre el hombre y la obra? Todo eso se ha vuelto demasiado complicado, hoy día ya no se tienen en cuenta estos escrúpulos".

Sigo leyendo.

Sunday, September 05, 2010

Entrada 1408

Antes de casarse, Emma había creído estar enamorada; pero como la felicidad que esperaba de aquel amor no había hecho su aparición, pensó que se habría equivocado. Y se preguntaba intrigada qué es lo que había que entender concretamente en la vida por palabras como dicha, pasión y ebriedad que le habían parecido tan maravillosas en los libros.

En cierto modo fue intrascendente, como la mayoría de las cosas lo son. Por otro lado, debo decir que no he dejado de pensar en ello.

El cuerpo humano.

El incendio que se había desatado en los sótanos de su alma había quedado extinguido.

Hacía mucho que había encontrado un hueco en su interior, siempre el mismo. Instalado allí, generaba en él una angustiosa repugnancia. La vida desgasta. El gote continuo acaba minando incluso la piedra.

...pero es desgraciadamente cierto que me siento en la vida como en un hotel y sé que tarde o temprano tendré que dejar mi habitación.

Wednesday, September 01, 2010

Fracasar mejor

Óscar dice: (11:19:54 a.m.)
¿Por qué tu vida es fracaso tras fracaso?
Óscar dice: (11:20:08 a.m.)
Oso tras oso.
Óscar dice: (11:20:09 a.m.)
...
Óscar dice: (11:20:13 a.m.)
¿No te cansa?

Tuesday, August 31, 2010

Los demonios


Escuché "Machinehead" del Sixteen Stone de Bush hasta el cansancio, aunque debí haber puesto otras, como "Come down" o la melosa "Glycerine" e incluso, más adelante, "Mouth", de otro disco. Debo haber comprado y rayado el Sixteen Stone dos veces de tantas veces que lo puse, esas tardes de secundaria cuando en lugar de hacer tarea o salir con mis amigos me encerraba en mi cuarto, sin atisbo de melancolía, para ponerme unos audífonos y jugar Doom y, más tarde, Doom II, matando, en una carnicería en la cual no ahondaré, demonio tras demonio, avanzando por corredores con muros claustrofóbicos y a los cuales no convenía acercarse demasiado porque se pixeleaban. Recuerdo que los espacios que eran particularmente perturbadores eran los abiertos pues uno podía pasar minutos enteros recorriéndolos sin dar con lo que se buscaba y uno, además, tenía la sospecha de que debían recorrerse enteros para no pasar nada por alto. Después vino, según recuerdo, Quake. Creo que Quake II traía su propia banda sonora, de NIN. Yo jugaba en PC, manipulando el teclado. Era muy bueno para los shooters, siempre y cuando fuera con teclado. No me gustaba la música de NIN que venía con Quake, así que ponía, de nuevo, a Bush, esa agrupación que los "medios especializados" llamaban "el Nirvana inglés". Mi cuarto tenía alfombra.
En la caja del Doom II, que tenía a un colérico Belcebú en su portada, guardé las cartas que me enviaron amigos y familiares a la academia militarizada cuando estuve un año de secundaria fuera de México, ese tiempo de mi vida que continúa presentándose, en mi mente, como mi auténtico pasado.
Tenía pocos amigos, en realidad. Había varias cartas que habían mandado amigas de mis hermanas. Eran cartas extrañas, especulativas y con un aire distraído. Las releí en varias ocasiones, a mi regreso. Tiempo después las tiré todas, excepto las que escribió mi padre.

Salamandras

Leo en Un asesinato que todos cometemos, de Heimito von Doderer:

"Escucha Günther: hace un momento decías que te 'aburría de antemano' eso del intercambio de cartas y tal. ¿Lo recuerdas con tanta nitidez? ¿También pensabas así en aquél momento? ¿Con estas mismas palabras? ¿Eras tan... tan libre, diría yo, como para pensar de esa manera y rechazar sencillamente el aburrimiento? ¿No te torturó nunca como... un asunto sin resolver, como un desorden existente en un punto determinado?
-No, si era el desorden lo que quería.
-Lo querías, claro. Dices 'lo quería'. ¿Estás tan seguro de ser la misma persona...? Ahora bien, de ser cierto, entonces... a decir verdad, ya eras un adulto en aquella época..."

Monday, August 30, 2010

"¿Con todos los vegetales?"

Me estaba buscando en la red a través de Google. Es decir: aburrido y sólo interesado en mí mismo, busqué mi nombre en la red, a través del buscador de Google. Después de varios vínculos, descubrí que la tesis de licenciatura que está en la biblioteca de la universidad donde estudié (la que escribí, pues) desde 2005 ha sido consultada en tres ocasiones (todas durante el segundo y tercer trimestre de 2006). Aunque, creo que debe decirse, por alguna razón el registro se detiene en 2007.

Las personas que consultaron mi tesis también consultaron:

Ética Nicomaquea, de Aristóteles.
Metafísica de Aristóteles, la edición trilingüe.
La edición de la obra de Aristóteles de Jonathan Barnes.
La Suma teológica de Santo Tomás de Aquino (texto latino de la edición crítica Leonina, traducción y anotaciones por una comisión de PP. Dominicos presidida por Francisco Barbado Viejo con una intrudcción general de Santiago Ramírez).
Una Historia de la filosofía.









Esto no consigue deprimirme del todo.

El otro día una compañera del trabajo me encontró en Google Maps (a través de su herramienta "Street View"). Mi rostro no se distingue, aparece pixeleado, como quien dice. Es mucho rollo contar por qué me encontró. No es tan interesante.

"¿Con todos los vegetales?" es una pregunta que escucho con cierta frecuencia. Cada tanto, por comer en la calle, por la naturaleza de mi trabajo, como en sandwicherías. Pero desde la última vez que me la hicieron, a principios de la semana pasada, la pregunta aparece una y otra vez, en mi cabeza. Estuve pensando en esto hoy por la mañana, durante mi camino hacia el trabajo, en el Metrobús, y creo que la razón por la cual formulo una y otra vez la pregunta no es sólo por su peculiar musicalidad (como el "Now shut up, you distasteful Adbekunkus" de Cortázar) sino porque es muestra de los epiqueremas cotidianos que, por alguna razón, me parecen absurdos -la razón, creo, es que estudié filosofía y puedo llegar a darle vueltas a tonterías sin pensar en lo desgastante que eso puede llegar a ser. De tal modo: sin saberlo, cuando me preguntan "¿Con todos los vegetales?" mi primera reacción es decir "Sí, con todos" (dado el caso) pero en mi cabeza -esto se me ocurrió en el camión- debe pasar, aunque sea momentáneamente (un "momentáneamente" prácticamente imperceptible y que sólo se aclara pasado el tiempo), la idea de que la pregunta "¿Con todos los vegetales?" debería ser acompañada por una aclaración: con todos los vegetales se refieren a los vegetales disponibles en el establecimiento, en la ración apropiada para el sándwich y no, claro, a todos los vegetales que existen en el mundo.

Tipo de videos que aparecen en la programación del televisor que lleva el Metrobús:
1. Videos chuscos.
2. Videos musicales.
3. Cápsulas informativas (generalmente trivia).
4. Cortometrajes.

Videos que me hacen pensar que sería bueno que no pasaran videos en el Metrobús: 1, 2, 3 y 4.

Sunday, August 22, 2010

24.Oct.2009

Buscaba algo en mi diario personal y me encontré con esta "entrada", donde transcribí de Todo lo que quería decir de Gustave Flaubert, de Maupassant:

"...amó las letras de una manera tan absoluta que en su alma rebosante de este amor no cabía ninguna otra ambición.
Jamás tuvo otras preocupaciones ni otros deseos: era casi imposible que hablara de otra cosa. Su mente, obsesionada por preocupaciones literarias, volvía una y otra vez a la literatura, y declaraba inútil todo aquello que suele interesar al resto de la gente".

No sé qué estaba pensando pero ese día anoté, antes de transcribir eso en mi cuaderno, "Un amor así".

Tuesday, August 17, 2010

Dragones

De Un asesinato que todos cometemos de Heimito von Doderer:

Conocía al dedillo esa parte de la historia del reino animal: por ejemplo, que los batracios constituían una rama anterior a la de los reptiles, habiéndose hallado numerosos fósiles, y que en la actualidad aún existía un tipo de salamandra muy grande en Japón, de más de un metro de largo. Günther habló, además, de los auténticos dragones de épocas anteriores, de los dragones serpiente, de los dragones voladores de hasta nueve metros de envergadura, de las gigantescas especies sin alas, parecidas a montañas andantes: y a continuación describió con tanta viveza como precisión el paisaje de aquel período y señaló que la faz de la Tierra bajo el cielo tórrido y azul de esos siglos debía de tener unos rasgos infinitamente vacíos y abiertos, con grupos ambulantes de fascinants y mudos animales, con unas montañas chatas, unas planicies recién abandonadas por el agua, las formas rígidas de los bosques de equisetáceas rodeados de pantanos rebosantes de vida.

Friday, August 13, 2010

El pulpo

Me acaban de pasar esto, a propósito de El pulpo (1973), de Roger Caillois:

"Caillois se entusiasma con la posibilidad de captar una mitología “en su estado incipiente”, fenómeno que rara vez ocurre. Después, dice, el triunfo del racionalismo, la ciencia y la técnica obligan a la mitología a nuevos medios de expresión (el psicoanálisis viene a subrayar el carácter “polifálico” del pulpo).

Pero como a Caillois le importa destacar la continuidad entre la materia y la imaginación, dice que la conversión del pulpo en monstruo, en Mal, en vehículo de la destrucción y la catástrofe, es un corolario de su morfología corporal: ni fauces, ni dientes ni garras, lo que asusta del pulpo es su succión, sus ojos patéticos, sus tentáculos y sus ventosas, la blandura de su abrazo lúbrico y, finalmente, su capacidad mimética".

Extrañamente, me lo pasaron no por las entradas anteriores sino porque a la hora de la comida Nicolás nos contaba de un sueño que había tenido de adolescente en el cual aparecía Camus. No, ni siquiera por eso. Estábamos hablando del Pulpo Ojete y de Paul, el otro pulpo. Es muy extraño, todo esto.

"Words come to me in dreams"


Por razones que no vienen a cuento, ayer estaba releyendo la entrevista con Ed Ruscha que apareció en la The Believer de marzo de 2006. Al contestar si tomaba o no textos o frases de la televisión, Ruscha contestó:

Not su much television. Radio, particularly the car radio, and isolated sightings of some hot word I'd see in a book or a magazine. I was never that affected by television. I didn't even have a TV as a kid. I didn't get one until I was seventeen. Our family just didn't have it, so the TV Age skipped med. I rarely think about it as a vehicle, whereas other forms of mass communication, I do -radio, movies, even dreams. Words come to me in dreams. If I do remember sentences, I have to write them down instantly or they're forgotten five seconds after I'm out of bed. I'm going to forget them unless I absolutely sit down and write them. There is some wicked truth behind dreams. They are so out of your control. They're involuntary. There's got to be some protein to them, something important happening in dreams -especially the words that come out of them. It's a diabolical time.

Wednesday, August 11, 2010

Valvas.

De algo me estaba acordando.
En la regadera, hoy por la mañana, cuando me pasé una mano por la cara noté que ya empezaba a descarapelarme. Eso me recordó el fin de semana que acabo de pasar en Mérida, los cuarenta minutos que pasé en el agua, en una playa de Sisal, a donde se llega por un camino flanqueado por manglares, pero no era eso lo que quería recordar ahora.
Cada vez se me dificulta más escribir sobre mí mismo.
Vida fragmentaria.
De esto mismo escribía anoche, en mi diario. Es bien sabido, el género autobiográfico más atómico de todos es el que desempeña el dietista.
El otro día estaba buscando el pasaje de Los demonios donde se habla sobre las noticias de calamares gigantes* que vivían en las alcantarillas de Sao Paulo -era una conversación entre la Dobril, el Dr. Williams y, creo, Stangeler- pero no pude dar con él. Esto lo buscaba porque la vez anterior que había ido a Mérida, algo había dicho L., la novia de J., sobre tentáculos que salían del agua, como anoté acá, y me lo recordó.
Pero encontré algo más en Los demonios (un demonio, sugiere la novela, es una idea que lo obsesiona a uno, una segunda realidad) y que está relacionado con los calamares y los tentáculos y lo subterráneo. Está en nocturnario de uno de los personajes, la señora Kaps. (Incidentalmente: Musil llevaba un nocturnario pero sólo lo llamaba así porque escribía de noche, no porque registrara sus sueños; sólo he conocido una persona que escriba sobre sus sueños disciplinadamente, pero no conviene hablar de eso aquí). Del diario nocturno de la Kaps:

Me había quedado aquí. Pero en ese instante oí algo que pataleaba y se revolvía en lo hondo, entre el fango. Fui a ver qué era. Una vez en los subterráneos, no me pareció que el peligro fuera tan grave como había pensado en casa, cuando tenía al muchacho conmigo. No percibía ninguna amenaza ni en los corredores más secos ni en los más húmedos. Por otra parte, había olvidado traerme el cuchillo de cocina grande. Estaba allí sin nada en la mano. Habría estado perdida. Y sin embargo, entré en las cavernas húmedas (así es como se llamaban en mis sueños). Me quedé de pie, justo al lado del agua. Se oía un rumor, un murmullo. "Se acabó", pensé. Si los tentáculos hubieran salido, me habría muerto de asco.

*J. me pasó, unos días antes de ir a Mérida, una noticia sobre unos yucatecos que habían matado a un tapir. Lo habían confundido con un extraterrestre, aseguraron. También proliferaban noticias sobre tiburones en playa Progreso. Por mi parte encontré, también en playa Progreso, testimonios de locales que aseguraban haber encontrado rastros de ritos satánicos.

Tuesday, August 10, 2010

Martes

Guillermo Íñigo dice: (10:06:23 a.m.)
Leo en La Jornada que "Rosa María Robles muestra La piedad en el Museo de las Artes de la UdeG".
"Utiliza una 'cobija auténtica' de una persona victimada por la delincuencia organizada en esa entidad.
Guillermo Íñigo dice: (10:06:32 a.m.)
"Sus obras provocan 'sentimiento de angustia y de soledad', dice Élmer Mendoza".
Óscar. dice: (10:07:20 a.m.)
:(
Óscar. dice: (10:07:27 a.m.)
Qué asco.
Guillermo Íñigo dice: (10:07:37 a.m.)
¿Minerva Cuevas se cambió el nombre a Rosa María?
Óscar. dice: (10:07:48 a.m.)
Maaargoooolleeessss.
Guillermo Íñigo dice: (10:07:53 a.m.)
¿Tú duermes en cobijas auténticas?
Óscar. dice: (10:08:02 a.m.)
Sí.
Guillermo Íñigo dice: (10:08:08 a.m.)
¿Te gusta cuando me hago el culto?
Óscar. dice: (10:08:15 a.m.)
Pues me da risa.
Guillermo Íñigo dice: (10:08:16 a.m.)
El súper interesante.
Óscar. dice: (10:08:17 a.m.)
Porque...
Guillermo Íñigo dice: (10:08:21 a.m.)
Ya.
Óscar. dice: (10:08:27 a.m.)
O sea, sí sabes de cosas y de otras no, y la cagas.

Friday, August 06, 2010

El arte de ser

"¿Pero qué hacemos si lo que queremos es que el mundo nos observe? Mira, mamá, estoy respirando. Mírame hacer mis primeros pinitos, usar la bacinica, arañar a mi hermanita; jugar a la botella. ¡Diablos, es la primera vez que cometo adulterio! ¡Qué gran tipo! Eso de seguro amerita una marca conmemorativa en la supercarretera de mi propia vida. Así que ahora escribo mi emocionante historia. Existe, sin embargo, un problema".

El resto, acá. De William Gass.

Tuesday, August 03, 2010

La Tempestad 73, la intemperie del amor*


Miren. Pasan muchas cosas en este número. Una de ellas, no la más importante, es que se publica mi cuento "Retrato de un hombre cansado", que finaliza con una línea que le robé a un escritor que me gusta. Les pido perdón por eso. Otras cosas que pasan son: Eduardo Abaroa escribe una columna de artes visuales titulada "Teoría del superfundamento". David Miklos publica, en el dossier Repetir, reanudar, crear, un texto titulado "Tres glosas y un colofón" a propósito de la relectura de Elizabeth Cook de la Ilíada. En ese mismo dossier Patricio Fontana escribe sobre Las cinco obstrucciones de Lars von Trier, realizadas a partir de El humano perfecto de Leth. Vesta Mónica Herrerías, por su parte, escribe "Reinventar los iconos", sobre las fotografías de Zbigniew Libera. Shaday Larios Ruiz escribe sobre una reescritura de Dido yEneas a cargo de Sasha Waltz. Gustavo Prado también discurre sobre reinterpretaciones, desde el lado del diseño, abordando la influencia decisiva que fue Dieter Rams en Jonathan Ive. Finalmente, David Buchanan le da un vistazo a la reinterpretación que los Flaming Lips (y otros) hicieron del Dark Side of the Moon. Estas cosas no están en la revista en este orden.
Hay más.
Otro dossier, el de portada: La intemperie del amor. Ahí pueden encontrar "Las perversiones del amor", una lectura de la obra de Jelinek realizada por Asunción Sainz Lerchundi. Les copio un fragmento donde Sainz Lerchundi señala el "implacable análisis" de Jelinek, quien "reduce las relaciones familiares a una serie de comportamientos fatales: la mujer labora hasta encontrar un hombre que la retire del trabajo. Ésta, a cambio, le proporciona cierto desahogo sexual y un par de hijos, se deja maltratar sumisamente al tiempo que se ocupa de la limpieza y el alimento familiar.". También: "Hombres y mujeres sueñan con relaciones amorosas y sexuales totalmente fuera de su alcance". Etcétera: Abel Cervantes escribe sobre la obra de Christoffer Boe en "El instante que se desvanece" ("Los personajes de Boe son marionetas que el autor manipula a placer arrebatándoles recuerdos, alterando sus sentimientos..."); Diego Fischerman escribe sobre Keith Jarrett en "Tormenta e impulso"; Daniel Montero sobre Nan Goldin en "La negación de Narciso"; Robert Stejin sobre MaisonDahlBonnema en "La excepción del amor", ópera de la que se desprenden estas líneas:

"Cerré la puerta con el viento/ y me deslicé por las escaleras / en mi senda viscosa / en mi bola de nieve / rebotando en la pared / con mis vientos / delicadamente, rebotando delicadamente / llorando delicadamente, cantando delicadamente / una canción de espermabebé / una canción para mi espermabebé / llena de viento / nunca antes escuchada / mi niñobaba virgen / lleno de nieve / nieve de bebé rosa / sobre su féretro / amarillo de baba".

Mencioné la columna de Abaroa, también hay otras, en la sección de agenda: "El dolor de Carmen Balcells" de David Miklos; "La publicidad y el acto de ver" de Larissa Ferrer; Miguel Galperin escribe sobre "Música, disonancia y terror"; Samael Barrios sobre los "desarrollos inteligentes" de suburbios... Chale, es que todavía hay mucho material que no alcanzo a cubrir aquí. En la sección de actualidad, por ejemplo, hay una entrevista con Annette Messager, reseñas de obras de Abraham Cruzvillegas, de Messager, de Efecto Drácula y Pierre Soulages, de Enrique Vila-Matas, Eduardo Milán, Hugo Gola y Horacio Castellanos Moya; también de Jacques Audiard, de Sebastián Silva, Diego Luna y Steve McQueen. Y de Xiu Xiu, y de Salvatore Sciarrino, y de LCD Soundsystem y de Vijay Yver Trio. Y de: Grace Allen Barkey, Juan Ríos, Raúl Parrao y Barutta + Lamas. También hay textos sobre el Salón internacional del mueble de Milán, sobre Theurel & Thomas, Martin Margiela, sobre el nuevo museo del Chopo y sobre el diseñador gráfico James Joyce (el otro).
Además... se seleccionan las mejores exhibiciones, en artes visuales, de 2009-2010 y se cuestiona, con el cuestionario LT (esa serie de preguntas "inocentes") al compositor Peter Ablinger. Por ejemplo, ¿saben cómo descubrió Ablinger su vocación? "Seguramente", dice, "cuando, a los 14 años, leí aquella biografía kitsch sobre Van Gogh".
En CPI (Cuaderno para invenciones, a veces llamado "Carpeta de inventos", por los no iniciados), hay, además de mi cuento, textos de Román Luján (poemas), una crónica de Carlos Jesús González sobre su paso por la Bienal de Berlín, un cuento, muy bueno, de Oliverio Coelho, titulado "El traidor" y unas piezas de Carlos Laszlo, con introducción de Óscar Benassini, que se presentan bajo el título de Ante la bandera de la juventud todos somos iguales, lo cual es cierto, pero también es cierto que sólo los jóvenes mueren jóvenes (es algo que leí en Internet).
Hasta pronto.

*No sé por qué pero ahora se me ocurre citar esta cita de Lacan que aparece en la introducción del dossier que le da título a este número, a saber, "El amor es dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere".

Realidad daimónica


Quiso la providencia que al día siguiente de haber escrito la entrada anterior, un compañero del trabajo, al que llamaremos Óscar, y que es perseguido por un demonio cuyo nombre no revelaremos, haya llegado con este libro bajo el brazo.

Monday, August 02, 2010

Una biblioteca especializada en demonología


Al día siguiente de haber leído lo que a continuación transcribiré, correspondiente al capítulo "Los subterráneos de Neudegg" de Los demonios de Heimito von Doderer, una mujer leía, en la mesa contigua a la mía en el café de todos los días, un volumen titulado Brujas medievales, en una edición de bolsillo. Se lo pedí prestado, momentáneamente. Lo examiné. Se lo devolví. Eran cuentos.

Esa misma tarde descubrí el nombre del demonio que supuestamente me tienta -en un examen que alguien me mandó y que pueden tomar aquí. Lo que sigue es lo que encuentra René Stangeler en la biblioteca del castillo Neudegg:

"Parecía una biblioteca especializada en demonología. No obstante, igual que sucedía con las obras literarias, la colección obviaba la abundante bibliografía que había aportado la Edad Moderna sobre la brujería y los procesos contra brujas: no encontró ni un Soldan, ni un Hansen. En cambio, dio con un ejemplar muy bien conservado de la Démonomanie, de Bodin, en la edición de París de 1581. René se quedó asombrado al encontrar junto a él a Ambroise Paré, renovador de la cirugía. Sin embargo, cuando abrió el pequeño volumen infolio, encuadernado en cuero de ternera, se dio cuenta de que en medio de las "opera chirurgica" había algo más. Era una edición de comienzos del siglo XVII de un tratado traducido del francés al latín: De monstris et prodigiis -"Sobre monstruso y prodigios"-. Después de este volumen -clasificado por materia a pesar de su pequeño formato-, empezaba una serie disparatada. Comenzaba con un libro plenamente moderno, uno de los más extraños que existen: la Histoire des monstres, de Ernst Martin; contiene la biografía exacta de todos los monstruso conocidos de la Edad Moderna, desde "gemelos siameses" a seres de naturaleza horrible. Lo seguían los antiguos trabajos de medicina de Maximilian Markwitz, que también tratan sobre monsutros, así como los de Otto Luther y el francés Cattin. Había una tesis doctoral del año 1854, escrita en latín: De monstro quodam, de Albert Georg Luecke. El grupo se cerraba con el manual de Choulant, un índice bibliográfico sobre la medicina antigua".

Otros autores, obras y obras de consulta encontrados por Stangeler son: Teophrast von Hohenheim; De malfranzos morbo gallico praeservativo ac cura, de Bartholomeus Steber; el Dictionnaire infernal; Le monde enchanté. Cosmographie et Histoire naturelle fantastique du moyen-age, de Fernand Denis; un tratado sobre basiliscos y dragones del conde Luigi Bossi; Cautio Criminales Friedrich von Spee (actas de procesos de brujas) y otros... También el Lumen animae, de Farinatos de Vyena, del cual Stangeler recordó esta frase: "El dragón es el símbolo de la envidia, que él mismo alberga porque no tiene veneno".

Thursday, July 29, 2010

Convergencia



Arriba, The Weather Project (2003), de Eliasson. Abajo, bomberos chinos acercándose a la explosión de un oleoducto en Dalian (a mediados de este julio). Una mejor convergencia, acá, en la primera entrada de Matt Haber.

Dinero

Tres titulares del New York Times, hoy:

"As Death Soar in the Desert, a Morgue Grows Crowded", de James C. McKinley Jr., sobre el poco espacio que queda en la morgue de Arizona debido a la cantidad de indocumentados que fallecen en los desiertos cercanos a Tucson.

"Ruling Against Arizona Is a Warning for Other States", de Julia Preston, sobre el fallo de la juez Bolton en el que frena una ley que criminaliza ser inmigrante sin portar documentos legales.

"Congress Rethinks its Ban on Internet Gambling", de Sewell Chan, sobre una propuesta del congreso de Estados Unidos para poner un impuesto a las apuestas en línea, de donde se desprende esta cita del representante Barney Frank: "Algunos adultos gastarán su dinero imprudentemente, pero el gobierno federal no tiene el propósito de impedírselos legalmente".

Tuesday, July 27, 2010

F.D.S.D.S.

De Los demonios:

"El día anterior, el domingo, había sido terrible.
Solo, en casa".

Thursday, July 22, 2010

"Disfruta de los mejores y más variados canales"


Bueno*, quizá les interese saber que el otro día estaba sentado frente a uno de los televisores que se encuentran en mi casa, disfrutando de la conversación que Steve Carrell sostenía con David Letterman. Permítanme enfocarme en el momento en el que Carrell recordaba una conversación que había tenido con una de sus hijas, de nueve años. Le explicaba cómo solía ser la televisión. Para empezar, dijo, "tenía perillas". Uno debía levantarse del asiento y cambiar de canal. Había cierto esfuerzo, ¿lo ven? Aún más: no existían todos los canales que existen ahora. "¿Pero y el Kidz Channel?", preguntaba la hija. "No, nada. Entonces, tenías que levantarte temprano para ver caricaturas. De otro modo, tenías que conformarte con lo que veían los adultos, de los cuatro o cinco canales disponibles". No había Disney Channel. Ni el canal Sony, para el caso. No había canales especializados en cocina, en viajes, en viajes culinarios o culturales. No había canales dedicados exclusivamente a shows de entrevistas ni canales que explotan la melancolía por la antigua televisión. Estuve pensando en esto un rato, momentos más tarde, ya en mi cama, en la oscuridad de mi cuarto. ¿Qué de bueno hay en que uno tenga todo lo que quiere cuando quiere? ¿Son tan interesantes nuestros intereses? ¡Exijo la diferencia impuesta por gente más sabia que yo!

*Historia curiosa: en la preparatoria tenía un compañero que cada vez que entregaba una tarea en la que se nos pedía dar rienda suelta a nuestra opinión (un reporte de lectura o un ensayo) , pero que no involucraba hacerla en la casa sino en el momento ("Tomen una hoja y escriban qué opinan sobre..."), iniciaba sus textos con "Bueno," como si se encontrara en medio de una conversación, algo que, creo, hacía con el objetivo de establecer, para sí mismo, claramente las reglas discursivas de lo que realizaría a continuación. No era el más inteligente de mis compañeros.**

**Esto de "Historia curiosa" es un modo de emular el "Interesting story", que cuenta Dave Eggers al inicio de su A.H.W.O.S.G., a saber: "My father once related how he and his friend Les had come up with a way, when stalling for time in a meeting or disposition [...] instead of saying "Um..." or "Uh..." one could say "Now...", a word that accomplishes two things: it serves the same stalling purposes as "Um..." or "Uh..." but instead of being dumbsounding offputting, it creates suspense for what is coming next, whatever that might be...".

Tuesday, July 20, 2010

Convergencia


El cuerpo del Ché Guevara (que, obviamente, también remite a esto), rescate de bombero chino en el derrame de "mil 500 toneladas de petróleo en el mar causado por un escape en dos oleoductos y que ha creado una mancha que ocupa una superficie de casi 100 kilómetros cuadrados cerca de las costas de Dalian", y Lando Calrrisian, inspeccionando el cuerpo congelado en carbonita de Han Solo, en El imperio contraataca.

Monday, July 19, 2010

F. D. S. D. S.

Sábado. Levantarse, correr, escribir, desayunar, bañarse, arreglar la bicicleta prestada, devolverla, regresar a casa en Metrobús, ver televisión. Leer algo de Curso de literatura europea, de Nabokov. No tomar apuntes excepto una nota, mental: no leer a Jane Austen. Volver a considerarlo, unas medias horas más tarde. Comer: sopa, empanizada, arroz, agua de limón, café. Más café. Café con Nabokov. Jane Austen, quizá deba leerla. Pero, ¿seguir leyendo a Nabokov? Televisión. Culpa. Pensar volver a Nabokov y saltarse sus lecciones sobre Austen, Dickens y pasar a su lectura de Madame Bovary, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Por el camino de Swann, La metamorfosis y Ulises. No volver a Nabokov, seguir con la televisión hasta que dan las horas de dormir. Domingo. Despertar, levantarse, correr, escribir, desayunar (mal), bañarse, leer a Nabokov, decidirse a no leer a Jane Austen a menos que se consiga una vida con más tiempo, cambiar de Nabokov a Heimito von Doderer, Los demonios. Salir de casa, Los demonios en mano. Comprar boleto (1) para el cine. Comer, hamburguesa, cerveza, papas fritas, leer Los demonios. Dejar el restaurante. Ver revistas. Ver libros. Comprar café, leer Los demonios. Entrar al cine. Salir del cine. Regresar a casa. Ver televisión, nada. Culpa. Leer Los demonios. Cenar (mal). Dormir. Lunes.

Friday, July 16, 2010

Thursday, July 15, 2010

Gusanos macabros en el fondo marino

De casualidad, releí "El Gusano", un cuento de Llamadas telefónicas que me hizo recordar esto. Hay un momento en que el narrador, Arturo Belano revela que su abuelo vivió en Santa Teresa, el pueblo maldito de 2666:

"Pronto supe que era del norte o que había vivido mucho tiempo en el norte, que para el caso es lo mismo. Soy de Sonora, dijo. Me pareció curioso, pues mi abuelo también era de allí. Eso interesó al Gusano y quiso saber de qué parte de Sonora. De Santa Teresa, dije. Yo de Villaviciosa, dijo el Gusano."

Pero lo interesante era ver cómo Arturo Belano mira a El Gusano :

"De golpe me encontré sin ganas de librerías, sin ganas de paseos, sin ganas de lecturas, sin ganas de cines matinales (sobre todo sin ganas de cines matinales). La proa de una nube enorme apareció sobre el centro del D.F., mientras por el norte de la ciudad resonaban los primeros truenos. Comprendí que la película de Jacqueline se había interrumpido por la proximidad inminente de la lluvia y me sentí solo. Durante unos segundos no supe qué hacer, hacia dónde ir. Entonces el Gusano me saludó. Supongo que después de tantos días él también se había fijado en mí. Me volví y allí estaba, sentado en el mismo banco de siempre, nítido, absolutamente real con su sombrero de paja y su camisa blanca. Al marcharse los técnicos cinematográficos, comprobé asustado, el escenario había experimentado un cambio sutil pero determinante: era como si el mar se hubiera abierto y pudiera ahora ver el fondo marino. La Alameda vacía era el fondo marino y el Gusano su joya más preciada".

No tengo el libro a la mano -me hicieron el favor de pasarme el párrafo en cuestión- no sé dónde ande, carajo. Estuve buscando el fragmento en línea. Y di con esto, un texto de ciencia titulado "Macabros gusanos en el fondo del mar", en la revista de ciencia ficción argentina (ahora en línea), Axxon. Más sobre ella, en la columna de Alberto Chimal en el número 72 de La Tempestad.

Tuesday, July 13, 2010

Se me cae el pelo, mientras leo esto

Un fragmento de Levemente ondulado de Roberto Appratto:

Hablo con voz pausada, serena, para decirte/ que te quedes así, sentado, / si es posible, en actitud de cumplir / estrictamente mis palabras: es en presente, es en imperativo, que te digo que te concentres / que te mantengas alejado del alcohol / y de las malas compañías: que estés solo, / profundamente solo, / aún en presencia de los otros, / que no harán sino molestarte / con textos imprecisos, torpes, mal puntuados, / la impresión indirecta y borrosa de sus almas;

[...]

Deja que tu pasado, / a menudo abrumado por el dolor, / por la incertidumbre, / por la entrega absoluta a causas imposibles / por la lenta pero implacabale corrosión de tu orgullo / se evapore...

Saturday, July 10, 2010

¡Aventuras a la hora de la comida!

-Mira, Blue Demon.
Blue Demon estaba sentado a la cabecera de una mesa, platicando. Parecía encontrarse en una posición incómoda (¿o es que todos los hombres corpulentos siempre parecen estar incómodos?). Nosotros íbamos, también, a comer.
-¿Sí sería Blue Demon?, se preguntó unos cuantos metros más adelante.
-Llevaba la máscara de Blue Demon.
-Pues sí, pero...
Etcétera.

Sábado

Thursday, July 08, 2010

Leo a Donald Barthelme

De "Daumier", del apartado Two whiskeys with a friend, transcribo:

"I myself," said Gibbon, "am slightly underdone in the personal worthlessness line. It was Papa's fault. He used no irony. The communications mix offered by the parent to the child is as you know twelve percent huggles and endearments. That is standard. Now, to avoid boring himself or herself to death during this monition the parent enlivens the discourse with wit, usually irony of the cheaper sort. The irony ambigufies the message, but more importantly establishes in the child the sense of personal lack-of-worth".

Creo que es suficiente, de este texto. Iba a transcribir más pero recordé esto otro, de "Kierkegaard Unfair to Schlegel", donde la ironía se enlaza también con el aburrimiento:

Q: You are an ironist.
A: It's useful.
Q: How is it useful?
A: Well, let me tell you a story. Several years ago I was living in a rented house in Colorado. The house was what is called a rancher -three or four bedrooms, knotty pine or some such on the inside, cedar shakes or something like that on the outside. It was owned by a ski instructor who lived there with his family in the winter. It had what seemed to be hundreds of closets and we immediately discovered that these closets were filled to overflowing with all kinds of play equipment. Never in my life had I seen so much play equipment gathered together in one place outside, say, Abercrombie's. There were bows and arrows and shuffleboard and croquet sets, putting greens and trampolines and things that you strapped to your feet and jumped up and down on, table tennis and jai alai and poker chips and home roulette wheels, chess and checkers and Chinese checkers and balls of all kinds, hoops and nets and wickets, badminton and books and a thousand board games, and a dingus with cymbals on top that you banged on the floor to keep time to the piano. The merest drawer on the bedside table was choked with maked cards and Monopoly money.
Now, suppose I had been of an ironical turn of mind and wanted to make a joke about all this, some sort of joke that would convey that I had noticed the striking degree of boredom implied by the presence of all this impedimenta and one which would also serve to comment upon the particular way of struggling with boredom that these people had chosen [...]".

El texto sigue, claro, pero, también, creo que hasta aquí es suficiente. Lo recomiendo mucho, sin embargo. Aún sigo pensando en la razón que revela el ironista de este texto para atacar el sentido de la ironía de Kierkegaard y la preocupación de Kierkegaard por el modo en que la ironía destruye sin construir (por decirlo de algun modo); y el sentido de su ataque, es, sencillamente (y es más sencillo que, digamos, provocar), poder lidiar con la desaprobación de Kierkegaard.

Es muy agradable encontrar textos literarios que plantean preguntas sobre la ironía sin atacarla directamente. Exponiendo, nada más. Ni eso, digamos. Lo mismo sentí leyendo algunos pasajes de La montaña mágica.

Sunday, July 04, 2010

...

"We hope you have a very succesful day".
"Welcome to the [...] hotel".
"That's a very good question".
"We should keep in touch".
"Thank you for your stay".
"Are you business class?"
"Checking in?"
"Checking out?"
"Do you have a Gold Member card?"
"Fragments are the only forms I trust", D. B. en Views of my Father Weeping.

De algún modo me hubiera gustado ofrecerles una imagen de las muchas que pude haber capturado de los varios campamentos improvisados que se han formado espontáneamente en distintas salas del aeropuerto internacional en el que me encuentro. Son diez minutos después de las 4.a.m. y es comprensible que el aeropuerto se encuentre sembrado de almas exhaustas, periódicos sobre los rostros, posiciones fetales, calcetines, creo. Pero me sorprendí a mí mismo confiándome que registrar el cansancio de los demás tiene algo de perverso.

¿Nada más siniestro que un hotel frente a un aeropuerto iluminado a todas horas, música electrónica de ritmo animoso transmitida en los pasillos, un camarero recorriendo pisos con un atril portátil a las tres de la mañana, canales bloqueados, canales de noticias, canales internacionales en el televisor, una regadera incómoda?

Friday, July 02, 2010

Lobby

El esloveno lleva tres maletas y una PC, ahora mismo la guarda pues esperamos irnos pronto. El norteamericano lleva una mochila, un mohawk discreto y una Mac, algunas de sus esquinas cubiertas con cinta de aislar. Cuando lee, lee en voz alta, apenas un murmullo, me di cuenta ayer en el camión. El español lleva corbata y camisa de manga corta, escribe sobre un Ipad. La estrella de televisión eslovena, una mujer con un ligero aire veterano pero aún bella, escribe sobre la máquina que el hotel proporciona a los clientes. La chica tailandesa espera sin decir nada, observando. La puerta giratoria del hotel gira sin que nadie pase por ella. Esperamos al resto.

...


Viajar para que a uno le cuenten que en una de las columnas del templo de Poseidón, Byron, como muchos otros viajeros románticos, talló su nombre. Viajar para que a uno le cuenten que realmente no puede ver eso porque desde hace años ya no se puede acercar, el visitante, a las columnas, por razones de seguridad. Intentar, entonces, ver la firma. El sol en la cara, haciendo bizcos. Verla, entonces, a través del zoom de la cámara de alguien más. Buscarla, entonces, en Internet. Preguntarse, ¿salir de casa para esto? Salir de casa. Pensar en el retrasamiento romántico. Escribir sobre el retrasamiento romántico. Retrasarse para el vuelo.

Monday, June 28, 2010

Wednesday, June 23, 2010

El nacimiento de una nación



Le cuento a Óscar (Benassini) que hoy, a las 4. a.m., desperté desconcertado y creí haber escuchado una risita aguda. Le estaba poniendo salsa a mis tacos con lo de la risita pero es verdad que me desperté a esa hora, con exactitud. Igual y por el pendiente de ver a mi vecino para correr un par de horas más tarde o, no sé, porque estaba lloviendo. A cambio, Óscar me ofrece esto:

Benassini.
11:44
A mí ayer en la madrugada me despertó el negro de nuevo.
Me encontró, Memo.
11:45 El que se manifestaba en mi cuarto del virreyes.

[Óscar vivió un tiempo en el Hotel Virreyes].

Benassini.
11:50
¿Te acuerdas que yo me burlo de que Reyna vio un diablo negro en mi cuarto, un día que yo no estaba y se asustó tanto que se fue y etc? (Es la historia).
Pues yo lo veía, también. No era un diablo, sino un...mono, no sé. Una figura humana, negra (no negroide), oscura.
Y se sentaba en la cama, así en cuclillas, a verme.
Y a veces me...no sé..agarraba de los brazos
¿no?
Y etc.
Y una vez platicando con Franco, cuando vivía, me contó lo mismo, sin yo habérselo contado antes.
Y pues así.
Anoche se presentó de nuevo.
11:51 Antenoche.
Guillermo Íñigo Núñez Jáuregui
11:52
¿Cuando Franco vivía?
Benassini.
11:52
Cuando vivía en el hotel, conmigo.
No ha muerto.
Creo.
Guillermo Íñigo Núñez Jáuregui
11:56
Oye y... ¿tú qué piensas del fantasma negro?
Benassini.
11:57
Pues no sé, mira...es que...yo sé que son cosas de la mente ¿no?, o cosas de otra dimensión... y les das importancia o no.
Pero cuando Francisco Félix Martínez me relató lo que le sucedió, idéntico a lo mío... pues sí se me hizo rarito. Así como de..."ay boey".
Guillermo Íñigo Núñez Jáuregui
12:00
Pero igual y sólo quería asustarte.
Benassini.
12:00
Ni que estuviéramos de campamento.

Más sobre el temor a la castración y la supremacía aria, acá.

Tuesday, June 22, 2010

Club de lectura global, ruido blanco


A propósito de One Book, One Twitter, el otro día escribí esto. Hoy, a través de Hermano Cerdo, leo esto otro. Me acordé porque estaba leyendo y di con una línea que dice "Think of it as a permanent, global book club". Me dio escalofrío. Quizá porque mi primera reacción fue colocar la frase en mi Tumblr. Escribo esto, ¿no?, y es la hora en que no he terminado de leer el texto porque estoy muy ocupado comentando que estoy escribiendo el texto.

Extraño cuando para leer me podía ir a uno de los cubículos de la biblioteca de la universidad donde estudié. Nunca nadie molestaba y uno parecía tener mayor control y responsabilidad sobre las distracciones.

Sunday, June 20, 2010

Casa de campo

Cae la noche y en la camioneta le cuento a mi hermana, todavía a una media hora de que podamos decir que estamos cerca de la casa de campo, que de un tiempo para acá escucho voces de la habitación que antes ocupaba, de vuelta en la ciudad que dejamos atrás hace un par de horas. "Diario", le aseguro, "a las 3:oo a.m., sin falta, escucho que alguien habla en tu cuarto". Mi hermana dejó de vivir con nosotros -conmigo y con mis padres- hace tiempo. "Eso me lo dices para que nunca vaya a visitarlos", me dice, entre molesta y divertida. Estamos en una zona de la carretera donde hay curvas y los faros de la camioneta iluminan los troncos de los árboles, sus copas oscurecidas pueden apreciarse, sin embargo, gracias a la luz que rebota sobre la superficie lunar, cuando no hay nubes que la interrumpan. "No me creas", le digo, al tanto de que no me cree. Avanzamos por la carretera un rato más en silencio, en la radio no puede escucharse más que estática. Después de un rato me ofrece una pregunta: "¿Y qué dicen las voces?".
"La verdad es que no distingo nada, sólo murmullos", le digo con una seriedad que me sorprende. "No siempre las escucho, a decir verdad. Diario me despierto a las tres y no sé por qué, igual y hay un duende o algo, pero generalmente escucho las voces sólo cuando estoy solo en casa".
"Sólo me quieres asustar".
"No, no, es en serio. Más bien me preocupa que me esté volviendo loco".
"Lo que tú necesitas es volver a misa".
"¿Crees que sea el diablo?"
"Sólo te digo".
"Tenía entendido que el diablo sólo se le aparecía a gente muy santa".
"Yo sólo te digo que quizá debas rezar más para que luego no te anden pasando esas cosas".
"Quizá sí soy muy santo".
"Sí mijito".
Seguimos así un rato hasta que llegamos a la casa de campo. Allí, cansados, bajamos las cosas de la camioneta, encendemos los calentadores de agua, revisamos que las camas tengan sábanas (hablamos un día antes con Leo, quien se ocupa de estas cosas) y que haya electricidad donde debe haber electricidad. Después de llenar el refrigerador y lavarme los dientes, me recuesto en su cama mientras ella se ocupa de poner toallas en las habitaciones. La escucho caminar de un lado a otro, los tablones crujiendo. Entra y sale de su recámara, la escucho preguntarme algo que no alcanzo a contestarle y cuando regresa descubre que ya no estoy sobre la cama.
"Guillermo, ¿dónde estás?". Nada. Entonces, grita: "¡Guillermo, no quieras asustarme!".
Suena su teléfono celular.
Mientras decide si contestar o dejarlo sonar, pienso en el alemán que se suicidó en la casa de la Laguna Negra, a pocos kilómetros en moto de nuestra casa; pienso en el novio que descuartizó a su novia en las cabañas que solían estar a la entrada de Valle de Bravo (ahora un hotel remodelado), en la adolescente que, cruzando el lago en lancha de noche, bebiendo con sus amigos, se golpeó la cabeza y cayó al agua; su cuerpo no apareció sino hasta un par de días después; en los muchos choques y muertes que han ocurrido en la carretera; en el hombre que cayó muerto de su caballo, durante un juego de polo; en la mujer que quedó prenzada contra un árbol, su pierna atravesada por una rama y que falleció desangrada, colgando aún del parapente, las escaleras de los rescatistas demasiado cortas para alcanzarla.
El celular deja de sonar.
Y entonces, debajo de la cama, mientras suelto la carcajada y dejo de marcar, me pregunto si es posible que haga estas cosas porque, en efecto, me estoy volviendo loco.

Wednesday, June 16, 2010

El rumor de la hojarasca

Ayer leí las introducciones a Sixty Stories y Forty Stories. Cosa curiosa: en la de Eggers, a Forty..., se le hace una entrevista a Michael Silverblatt a propósito de Barthelme (se conocían) y, apenas ayer, leía esta otra entrevista que ahora aparece en The Believer. Otra cosa curiosa: originalmente llegué a Silverblatt y a su Bookworm a través de Luis Panini, uno de los entusiastas de Barthelme entre mis "conocidos" (a Panini sólo lo conozco "por Internet", como ahora se dice).
Hay un momento de la entrevista que le hace Eggers a Silverblatt en el que le pregunta si Barthelme solía reírse como un chita. Silverblatt contesta que a menudo lo hacía pero que también tenía una risa que sonaba como si fuera hojarasca arrastrada por el viento. Esto, como usted bien sabe, lector, es el sonido que hace el Odradek cuando ríe. Venía distraído en el camión, leyendo esto, y quizá por eso mismo primero pensé que era un chiste beckettiano y no fue hasta más tarde que recordé la referencia a Kafka. Más tarde es cosa de segundos, pero no deja de ser más tarde. Unos minutos antes de subirme al camión hablaba con Nicolás sobre Barthelme y la modernidad y de cómo yo había leído, acá, que la vida en la ciudad es más difícil para la mente (como lo es el trabajar estando todo el día conectado a la red) por la cantidad de estímulos y distractores que ofrece. Volví a recordar la conversación por una cosa que dice Silverblatt en la entrevista, a saber, que él considera (¿o fue David Gates, en la introducción a Sixty...?) que la mejor colección de cuentos de Barthelme es City Life, de 1970.
Y bueno, pensé también en que el padre de Barthelme era un estricto admirador de Mies van der Rohe y que la casa en la que creció Barthelme era moderna, llena de libros y muebles y cuadros modernos y también, para finalizar, pensé en que Silverblatt opina que quizá no necesitamos otro reformador formal, estéticamente hablando, como Barthelme, sino que necesitamos vivir bien.

Tuesday, June 15, 2010

Entrada 1,373

Hace dos semanas aproveché que Nicolás pidió libros a Amazon para pedir Sixty Stories y Forty Stories de Donald Barthelme. Había leído un par de textos rescatados en la McSweeney's 24 (Dave Eggers, por cierto, hace la introducción a Forty Stories; David Gates, quien hace la introducción a Sixty Stories, es uno de los que se encuentran en el "simposio" de la mencionada McSweeney's) y recientemente leí la traducción de The Dead Father que sacó Sexto Piso y que "reseñé" (es un decir) para el número 72 de La Tempestad (en la sección "Actualidad del arte", donde también pueden encontrar una reseña de Nicolás sobre Mitologías de invierno / El emperador de Occidente, de Pierre Michon; una reseña de Muerte en la rúa Augusta de Tedi López Mills, escrita por Ernesto Lumbreras y una escrita por René López Villamar sobre Señales que precederán el fin del mundo, de Yuri Herrera). Ya pueden encontrar este número en Sanborns o donde sea que la encuentren normalmente. La portada:


Me quedé con ganas de pedir las otras dos novelas de Barthelme, así como el libro de ensayos, pero a ver. Vamos por partes, dijo Jack. Incidentalmente, René López Villamar, a quien Luis Panini tuvo a bien mandarle hace tiempo los dos libros de cuentos que pedí, dirigió en su blog a algunos cuentos que pueden encontrarse en la red, en esta entrada. El sitio al que dirige también incluye crítica y miscelánea.

***

Finalmente ayer nos llegaron (como pago) unos libros que esperábamos desde hace casi año y medio, en mi caso: Cuentos completos de Philip K. Dick (el volumen I, II, III y IV, me falta el V), La aventura de un fotógrafo en La Plata de Adolfo Bioy Casares y Las muertas de Ibargüengoitia.

Monday, June 14, 2010

"...esa fobia que le impide entrar al elevador"


Leo esto en "El apátrida", que se encuentra en Laúd y cicatrices:

"Una vez leyó en un periódico, de eso han pasado más de veinte años, que un joven, en Budapest, se había precipitado con el ascensor y que lo encontraron aplastado en el sótano. Este suceso lejano se había grabado en su memoria y allí dormitó durante años escondido, para resurgir un día, igual que emerge a la superficie del agua un cadáver al perder la piedra que lo arrastraba. Había ocurrido unos meses atrás, mientras esperaba el ascensor en la redacción de un editor de Berlín. Apretó el botón y oyó cómo el antiguo elevador francés bajaba zumbando en su jaula desde alguna parte en las alturas. Y entonces, de repente, con una ligera sacudida, se paró ante él, justo delante de sus narices, un ataúd negro barnizado, forrado de seda morada con lirios estampados como el revés de un brillante crespón de China, con un enorme espejo veneciano de bordes pulidos y cristal verde semejante a la superficie de un lago límpido. Este féretro vertical, encargado para un entierro de primera clase, movido por la fuerza invisibles del deus ex machina, que había bajado de las alturas y se acercaba navegando como la barca de Caronte, aguardaba ahora al viajero pálido que estaba indeciso y petrificado, apretando bajo el brazo el manuscrito de su última novela titulada El hombre sin patria (y observaba en el espejo, a través de las rejas, al viajero pálido que indeciso y petrificado apretaba bajo el brazo el manuscrito de su última novela), y lo esperaba no para trasladarlo al 'más allá', sino sólo hasta el oscuro sótano, crematorio y cementerio, donde descansaban en sarcófagos similares viajeros extraviados de ojos vidriosos".

Si esto le interesó, querido lector, quizá, y sólo quizá, o sea, ya dirá usted, pueda también interesarle esto, esto y esto.

Sunday, June 13, 2010

Anóteme otro fin de semana de soltero, por favor

No lo dije en la entrada anterior porque no los tenía a la mano y no quería anotar los nombres sin cierto grado de precisión, pero ocurre que en el trabajo, en el sistema ya mencionado, también se me retribuyó con algunos libros de Anagrama. Funciona así: a uno le pasan una lista, el catálogo, de tal o cual editorial, escoge y después de un tiempo, los libros llegan a manos de uno. Hay un número, claro. Un número de pesos o libros que no podemos superar. Así, escogí tres libros (hoy en día los libros son caros, usted sabe esto), a saber: Prisión perpetua y El último lector, de Piglia y Autobiografías ajenas, de Tabucchi. Cada vez hay menos libros del catálogo de Anagrama que me interesan. Mejor dicho: cada vez se me dificulta más escoger libros del catálogo de Anagrama. Ese último de Tabucchi, no estoy muy seguro pero temo haberlo leído ya. No sólo eso sino que temo haberlo reseñado para alguna revista, hace tiempo. Es probable que esté confundido. El volumen no se encuentra en mi biblioteca. Hay otros de Tabucchi. De ellos, es probable que lo esté confundiendo con Réquiem, que leí, creo, después de haber leído Sostiene Pereira. Aunque también existe la posibilidad de que leí el libro y lo presté y nunca fue devuelto. ¿Cómo saberlo? Leí algunos pasajes al azar y no recordaba nada.
No me gusta que me esté pasando esto: que comience a dudar qué libros he leído o no. Me daré el beneficio de la duda y me diré para tranquilizarme que ocurre con Tabucchi que sus libros se parecen. Y que es natural que uno se confunda. Y que bueno, a ver, voy a cambiar de tema.
O no. Quizá les interese saber -pero, francamente, si no es así, ¿qué puedo yo hacer?- que de los libros abajo enlistados (en la entrada del viernes, pues), sólo he tenido la oportunidad de leer uno: Los ojos de Davidson, de H.G. Wells, una antología de cuentos. De Wells sólo había leído La guerra de los mundos y estos cuentos fueron "una agradable sorpresa", como quien dice. Disfruté mucho de "El astro", "El huevo de cristal" (en estos dos los marcianos pasan a saludar) y "El País de los Ciegos", un cuento que tiene lugar en el Perú y cuyo protagonista se llama Núñez. (Hace poco escribí un cuento que tiene lugar en Puruchuco-Huaquerones; leer a Wells me invita a volver a él y revisarlo y reescribir algunas cosas; curiosamente, cuando escribí aquél cuento pensé mucho en una aventura de Tintín, El Templo del Sol; y leyendo "El astro" pensé en otra, La estrella misteriosa). La edición de Atalanta de Los ojos de Davidson presenta los dos finales que escribió Wells para "El País de los Ciegos".
También leí algunos de los extravíos mentales del Príncipe de Ligne (como este o este) y estuve ocupado intentando vender libros en librerías de viejo y arreglando una bicicleta. El viernes fui al cine con una amiga. El sábado con mi hermana. Corrí el sábado y hace rato, sudé, escribí un poco en mi "Cuaderno de ejercicios" y en general siento haber hecho poca cosa.

Friday, June 11, 2010

Día de libros


Como parte del plan de pago extra en libros que tenemos aquí en la oficina ("el plan dental", lo llamamos cariñosamente) me llegaron los siguientes títulos de RM: Los geniecillos dominicales de Julio Ramón Ribeyro; Nadie encendía las lámparas de Felisberto Hernández y la antología Pulpo Cómics: historieta mexicana de ciencia ficción.
Eso hoy. Hace unos días, me llegaron estos de Sexto Piso (y lo que distribuyen de otras editoriales): Extravíos o mis ideas al vuelo, del Príncipe de Ligne; La mano de la buena fortuna, Diferencias y Atlas descrito por el cielo, de Goran Petrović; Lila de Robert M. Pirsig; El día antes de la felicidad, de Erri De Luca; Filosofía de andar por casa, de Xavier Rubert de Ventós; El beneficio de las ventosidades de Jonathan Swift y El terror y la piedad de Marcel Schwob.
De Atalanta: Los ojos de Davidson, de H.G. Wells; El mito polar, Joscelyn Godwin y El hombre que amaba las islas (en imagen), de D. H. Lawrence.
Es un día de alegría, este. Muy similar al día de regalos en Navidad, cuando nos envidiamos mutuamente.

Thursday, June 10, 2010

Muerto en vida

En la oficina aprovechando un breve tiempo muerto, les comparto esto: cinco enfermedades que pueden hacer que actúes como zombi.

Monday, June 07, 2010

Lunes

-¿Qué película viste el fin de semana?
-Dogtooth, contesto.
-¿De qué te pediste pizza?
-No pedí.
-...
-Pedí sushi.

Sunday, June 06, 2010

Mis esfuerzos


Cuenta la leyenda que en una ocasión Robert Walser invitó a uno de sus editores a que lo visitara a su pequeña buhardilla. Era una trampa, en realidad, lo que Walser quería era exigirle dinero. ¿A cuál de sus editores? El biógrafo que cuenta esto, no lo aclara. Pudo haber sido Cassirer, Rowohlt, Rychner, Wolff, Zsolnay, ¡incluso Korrodi! No lo sabremos. Pero algo podemos saber: que el editor viajó de otra ciudad, encontró el domicilio proporcionado, subió por las empinadas escaleras hasta dar con la buhardilla, recuperó su aliento y llamó a la puerta. Entonces, un hombre abrió, vestido como un criado. "En un momento el señor le atenderá", anunció, azotando la puerta, dejando, estupefacto, al editor fuera. La estupefacción crece: un instante después, el mismo hombre que le abrió lo recibe ahora, vestido con suma elegancia y portando gestos señoriales. Se trata, de nuevo, de Robert Walser. Al editor no le causa gracia.

Tomé algunos apuntes, de la biografía que leo. Citas. Por ejemplo, del texto Mis esfuerzos:

"Refrenando mi ambición, me obligué a contentarme con los triunfitos más modestos. El escritor que llevo dentro obedeció las instrucciones del que deseaba vivir tranquilamente, que tenía que vérselas con múltiples redacciones periodísticas. Según creo, un día gocé de buena reputación; pero también me acostumbré a otra menos distinguida deseé conformarme con el calificativo de 'periodista'".

O de una carta que le mandó a Max Brod en 1927:

"Los escritores, que a los ojos de los editores son una banda de desharrapados, deberían tratar a éstos como a cerdos roñosos".

Tengo calor.

Thursday, June 03, 2010

Las publicaciones periódicas

En el capítulo "La Alianza" de Los demonios:

"Y luego a esperar. Esperar mientras los empleados con sus sueldos fijos, nada desdeñables, pensaban en cómo disfrutar del 'fin de semana' y debatían la cuestión en largas conversaciones, que, sin embargo, resultaban triviales e inútiles, porque nada de lo que decían se llevaba a la práctica; se trataba más bien de que aquellos tipos, la mayoría con algunos kilos de más, que se habían encontrado por casualidad en cualquier rincón o por un pasillo, demostraran públicamente que eran auténticos hombres de mundo y que lo conocían todo, que ya habían estado en todas partes... Charlatanería insustancial, cháchara sin fin, falsa amabilidad -una sonrisa no era más que una mueca en el rostro y, como tal, se quedaba en un gesto meramente epidérmico, por así decirlo-, ostentación y firmeza, porque aquí nadie era necesario, cualquier individuo, daba igual su rendimiento y capacitación, era prescindible y sustituible, lo único importante era tener un puñado de personas unidas, amalgamadas, para mantener en marcha el periódico".

Tuesday, June 01, 2010

Me preocupa

Que existan notas de cultura con títulos como "Brigadas para leer en libertad invaden C.U.".

Friday, May 28, 2010

Sujetándonos a las correas de cuero de nuestros bastones

Vuelvo a encontrar -ver entrada anterior- en Heimito von Doderer la expresión esa del lago al fondo de la montaña: "Una hora más tarde contemplábamos desde lo alto del Kahlenberg, recortado entre los árboles recién adornados con una gruesa capa de nieve, un piélago de casas de color azul acero, como un oscuro lago que reposara a los pies del monte" (en la página 374 de Los demonios, de la edición de Acantilado).

Hoy me hicieron el favor de prestarme Un asesinato que todos cometemos (Muchnik editores) y El tormento de los saquitos de cuero (Universidad Veracruzana).