Sunday, December 25, 2005
Historias de amor
Friday, December 23, 2005
París, mismo día.
París, otro día.
Lista
1. Pasaporte.
2. Cinco ñoñísimas mudas de ropa interior térmica.
3. Tres boxers.
4. Pantalón de mezclilla.
5. Pants.
6. Tres playeras.
7. Camisa.
8. Dos libros que ya leí.
9. Una barra de granola a medio comer.
10. Diccionario Italiano español, que no abrí.
11. Diccionario Francés Español, que no he abierto.
12. Guía turística de París.
13. Medallita de San Francisco de Asís.
14. Recibos.
15. Travellers Check (en realidad no los llevo en la mochila, sino en una especie de bolsita).
16. Reloj.
17. Tarjeta telefónica para llamadas internacionales que no he conseguido utilizar.
18. Un deseo ardiente por pasar penurias literarias.
19. Pedazo de boleto de Eurail.
20. Boleto de avión que aún debo cambiar.
Wednesday, December 21, 2005
Assisi-Roma, cuarto día.
Tuesday, December 20, 2005
Asis!, tercer dia.
Monday, December 19, 2005
Roma, segundo día.
Sunday, December 18, 2005
Roma, primer día
¡Divertidísima lista!
1. Mi brazo izquierdo.
2. Mi pierna derecha.
3. Mi brazo derecho.
4. Mi pierna izquierda.
5. Mis dedos.
6. Mi pelo.
Partes de mi cuerpo que preferiría perder antes de perder mi capacidad de escribir:
1. Mi pelo.
Partes del cuerpo de mi vecino que le arrancó uno de sus pacientes durante una de sus consultas psiquiátricas:
1. Sus ojos.
Saturday, December 17, 2005
King Kong, reseña.
Tuesday, December 13, 2005
Pizza
Monday, December 12, 2005
Thursday, December 08, 2005
El paseo
Monday, December 05, 2005
El tamaño sí importa
Sunday, December 04, 2005
Lumpen
Friday, December 02, 2005
Sobre desaparecer
Lo positivo es positivo
Tuesday, November 29, 2005
Intimidad
-¿A dónde vas?
-Al baño.
-¿A leer sin camisa?
-Sí.
Hay algo agradable en que conozcan algunas de tus manías.
Sunday, November 27, 2005
Lista.
1. Jugo de naranja.
2. Papaya con miel.
3. Sopa de letras.
4. Coca-cola.
5. Consomé de pollo.
6. Coca-cola.
7. Sincronizada de bisteck con salsa de frijol.
Las que fueron una mala idea comer, considerando que estoy enfermo del estómago: 2, 3, 7.
Las que sólo consiguieron que mi estómago hiciera guruguru: 1, 4, 6.
Número de veces que fui al baño hoy: 7.
Thursday, November 24, 2005
El tumor debería tener la última palabra
El humor debería tener la última palabra
Wednesday, November 23, 2005
Pequeño problema creativo
Anonimato
Tuesday, November 22, 2005
La fortaleza de la soledad
Monday, November 21, 2005
La humanidad
Más tarde, en el trabajo, la humanidad aprovechó uno de sus descansos para pensar en la manera en que algunos de sus escritores favoritos utilizaban metáforas sin referentes inmediatos a la realidad --la humanidad era una tímida gran lectora. Después de pensar en esto se distrajo con la idea de cómo algunas metáforas nombraban por primera vez, de una manera que era imposible simplificar o explicar claramente con un lenguaje coloquial.
A la humanidad le agradaba pensar en estas cosas, así como gastarse pequeñas bromas mentales. En ocasiones, sólo por el gusto de hacerlo, se imaginaba cómo sería su muerte o cómo reaccionarían sus seres queridos si esto sucediera. A veces pensaba en un estilo de vida alterno, en las decisiones que tomó a lo largo de su vida y lo que pudo haber pasado si se hubiera decidido por otra opción.
Generalmente, después de este tipo de reflexiones la humanidad se decía “Basta de filosofar” y volvía al trabajo. Pero no se lo decía con un tono despectivo, pues le gustaba invertir al menos algo de su tiempo en esto. Entonces, satisfecha, trabajaba varias horas sin parar.
Cuando regresaba agotada a casa, lo primero que hacía era prender la televisión. Aquél día vio un programa de concursos y noticias que tocaron varios aspectos de su vida. Después, apagó la televisión y bajó a la cocina para prepararse la cena y calentarse un vaso de leche. Tuvo que conformarse con un té.
Friday, November 18, 2005
Su saludable juventud
Tuesday, November 15, 2005
Monarca Absoluta.
Saturday, November 12, 2005
Imre Kertész
Friday, November 11, 2005
La relación que sostengo con mi diario
En la tarde tuve una discusión sobre el desapego que parece caracterizar la escritura de Henry James, con una estudiosa del tema. La discusión me puso de mal humor por el resto del día. ¿Es posible que James sufriera por los personajes de su Otra vuelta de tuerca? Me cuesta trabajo creerlo. El malestar sólo fue comparable con la ocasión en que Margo Glantz no quiso contestarme la pregunta sobre la relevancia de hablar sobre una violencia contra mujeres, en lugar de una violencia en general. Me pregunto ahora si no habré escrito esto para hacer notar (¿a quién?) que conozco gente que escribe mejor que yo. ¿Albergo, en verdad, la idea de que soy mejor escritor que alguien? Ciertamente. Esto, como es de esperarse, me hace sentir tonto. Probablemente, al final no seguiré con este texto y le mandaré lo poco que haya escrito a alguna chica que quiera impresionar. Dios, la juventud, la carne".
Juan Rulfo
Tuesday, November 08, 2005
La intimidad de mi bitácora electrónica
Sunday, November 06, 2005
Los que duermen y los que beben.
Milan Kundera
Thursday, November 03, 2005
Jack London
Wednesday, November 02, 2005
Robert Walser
Monday, October 31, 2005
Guillermo Núñez
Immanuel Kant
Hace unos años Adriana le pidió a Guillermo que le explicara unos pasajes de la Crítica de la razón práctica de Kant. Probablemente fue de la Crítica de la razón pura, no lo recuerdo, en todo caso fue de alguna de las dos. Lo que sí recuerdo es que para sorpresa de ambos, cuando se sentaron en las butacas del Vips para platicar el asunto, no había mucho que explicar en parte porque Adriana sabía muy bien lo que quería decir Kant, en parte porque Guillermo no sabía muy bien explicar lo que quería decir Kant, pero sobretodo porque Kant, además de ser impresionantemente árido y aburrido (o tal vez precisamente por eso), era muy claro.
En la misma hoja donde elaboraron unos diagramas para distinguir los juicios sintácticos y los juicios estéticos de los otros, de los que no me acuerdo, hicieron un dibujito de un vampiro sonriente.
Años más tarde Adriana y Guillermo se encuentran frente a frente, borrachos, o ligeramente borrachos, o actuando como si estuvieran borrachos, en todo caso ella menos borracha que él pues él no puede retener demasiado alcohol. Y están platicando. Y escuchando música. Y lo hacen en compañía de amigos que no son tan amigos como lo son ellos. En algún momento dado, platican sobre Kant, pero no en un sentido pedagógico ni especulativo, sino despectivo porque, vamos, Kant es de hueva.
Por alguna extraña razón, la gente cree que cuando un escritor se vuelve exitoso, entra al Olimpo literario y sale a pasear con sus amigos escritores, a pasarla bien, de una manera en la que nadie más podría hacerlo; la misma extraña razón que le hace creer a algunos que Julia Roberts es íntima de Nicole Kidman o de Cameron Díaz; que Mel Gibson le habla a cada rato a John Travolta, y que, de vez en cuando, se pican el ombligo. ¿Por qué Kant es tan prestigioso? ¿Por qué está ahí, en el imaginario colectivo? ¿Cuántos amigos tendría Kant? ¿Le pesaría su soledad? Me cuesta trabajo creer que estuviera por encima de ella.
Hace poco un alumno de la preparatoria me saludó, lo saludé y vi que llevaba una sudadera con el símbolo de Le Mans Academy, en la que cursé el segundo año de secundaria, hace unos nueve años. Emocionado, como si fuéramos parte de un mismo club, le dije: “¡Fuiste a Le Mans!”. Y él: “¡Sí!”. Y yo: “¡Yo también!”. Y él: “¡Qué bien!”. Y luego: “Pues qué bien”. Y también: “Sí, qué bien”. Y esto otro: “Con el Brother Shaun y todos ellos”. “Sí, sí.” “¿Quiénes fueron tus preceptores?”. “Pues había uno gordo, de barba…” “¡Claro! ¡Que tenía una serpiente en su cuarto! ¡Mr. Tharp!” Y él: “¡Sí, él! ¡Y Mr. Torrijas!”. Después nos callamos y nos observamos con detenimiento, pues sabíamos que no era la gran cosa. Aún más, sabíamos que era una cosa terrible. No deberían existir lugares en la tierra como Le Mans, pues nos joden un buen rato haciéndonos creer que la ética kantiana es una buena cosa.
Se trata de uno de mis mejores alumnos. Me da gusto ver, en clases, que tiene buenos amigos.
Thursday, October 27, 2005
Ernest Hemingway
Monday, October 24, 2005
Kafka
Enrique Vila-Matas
Sunday, October 23, 2005
Dave Eggers
Thursday, October 20, 2005
La relación que sostengo con mi labrador
La carne
Tuesday, October 18, 2005
Todo bien
Este fin de semana me invitaron a una fiesta. La fiesta es de un amigo. Mi amigo es novio de una amiga, quien ha sido, a su vez, la única persona que me ha correspondido sentimentalmente. Esto está bien, somos amigos. La fiesta será de máscaras y antifaces.
Estamos cenando, ¿no? Y parece ser que es la hora de contar historias crueles y perturbadoras. Mi hermana cuenta que en África, por ejemplo, están pensando sacar al mercado una especie de diafragma, o de condón, o de cinturón de castidad, realmente no lo sé, que prensa al pene cuando penetra la vagina. Es una medida contra el creciente número de violaciones, aparentemente. No supo bien a bien explicar el mecanismo.
-Ay hija, qué cosa tan fea, dice mi madre, ¿no se enteraron de los tres payasitos que atraparon hace poco?
-¿Payasitos?
-Unos niños de la calle que se disfrazan como payasos. Violaron a una niña de doce años. Luego la niña los denunció y –ay, Memo, ¡qué bonito suéter traes hoy!
Salgo del trabajo, por la noche. En la mañana le había comentado a un amigo que me sentía deprimido. Este amigo es mi jefe, me conoce desde hace tiempo. Me dijo: “Bueno, era de esperarse”. O algo parecido: “El licenciado Núñez insiste en guardarse las cosas”, me dijo. “Juega a la caja fuerte hecha de un material transparente”, dijo, o dijo algo que se le acerca mucho a esto. “Sí, bueno, supongo que sí”, creo recordar que le contesté. No hablamos más.
Pero salgo del trabajo, decía. Es de noche. Los niños de las escuelas vespertinas apenas están saliendo. Y un automóvil acelera frente a mí, sigue su camino, cruzando el semáforo se trepa a las jardineras que dividen el paseo de las Águilas, o como se llame, y se da una vuelta en el aire. No escucho el ruido pero veo las luces y pedazos de la carrocería brincar. No escucho el ruido porque traigo la música muy alta. Las personas que esperaban el camión cerca, corren al auto. Cuando me bajo del mío, también corro. Saco el celular. Estúpidamente marco al 040. Pido una ambulancia. “Aquí es información”, me dicen, “pero le doy el teléfono”. Una patrulla pasa de largo. “¡Sáquenlo!”, escucho. “¡Va a explotar!”, gritan otros. Hay un olor en el aire, como a quemado. Pero no va a explotar, por supuesto. Estas cosas no pasan en la vida real. Veo que los estudiantes, porque son estudiantes, sacan al hombre. Veo la bolsa de aire, desinflada, como un condón usado. El hombre camina y guarda silencio. Temo que de un momento a otro se vaya a desplomar por heridas internas, o algo, una hemorragia, un dolor terrible del que nadie se haya dado cuenta, algo de lo que no puede hablar y sobre lo que, si le preguntaran, mentiría porque prefiere pensar que se siente bien. Al final no pasa nada, regreso a mi auto. Subo la música y acelero rumbo a mi casa.
Saturday, October 15, 2005
Fun Farewell to a Friend
Depresión
Friday, October 14, 2005
Madre
Thursday, October 13, 2005
Mujeres
Algunas metáforas y algunas de sus claves:
Garrote: pene.
Flores: vagina.
Houellebecq: Tristeza infinita que aqueja a la humanidad.
Hombres: animales.
Misteriosa, injustamente.
Es un secreto que albergamos, el mismo que nos permite terminar una relación o dejar que el teléfono siga sonando, cuando sabemos quién llama. He tenido amigos y he dejado de verlos. ¿Por qué? Por la simple y llana razón que vive en nuestro oscuro y húmedo interior, una verdad que procuramos no nombrar pues hacerlo nos acercaría cada vez más a las máquinas y a los fríos metales, pero que permanece ahí a pesar de todo. Y sí, nos ayuda a sobrevivir. Aceptémoslo, nos caga la gente.
¿Toda? No, no toda. ¿Siempre? No, no siempre. ¿Ahora? Sí, hijo de tu puta madre.
La ceguera
Muleta
Wednesday, October 12, 2005
El mejor de los textos
Quiero escribir bien, un texto que nos ayude y nos haga mejores pero sin ironía, que convenza a las personas o al menos a una niña guapa de que es posible, que no es necesario ser ojete, que ser ojete es sólo un capricho pasajero que utilizamos para permanecer quietos en nuestro vibrante interior. Escribir un texto que utilice claves generacionales, algo donde la forma y el estilo estén supeditados a la bondad y el amor, pero no de manera irónica. ¿Se puede ser siempre irónico? ¿Se puede ser ligeramente irónico? ¿Se puede estar un poco muerto o apenas embarazado? Mi texto lo conseguiría. Sería el bien a secas y lo entenderías porque sería la misma voz que te hace sonreír cuando observas a un hombre desempleado esforzándose por hacer reír a su hijo, en la calle, en los semáforos, entre limosna y limosna. La misma voz que te hace sentir incómodo cuando haces chistes racistas pero que provocan la risa de todos tus amigos, la misma desesperada y anhelante carcajada. Realmente, ¿de qué nos reímos? ¿De la verdad que se revela tímida pero brutalmente? ¿Es una risa sincera? ¿O una que está por encima de esa pequeña maldad que en ocasiones nos permitimos? Mi texto no juzgaría a distancia, no necesitaría hacerlo: sabría diferenciar perfectamente entre el bien y el mal, lo necesario y lo superfluo, lo humano y lo cotidiano. Y se pegaría a ti, Dios mío, estaría en tu cabeza todo el tiempo. Mis palabras laterían en tu interior como un enorme sol naciente y sería tan bueno como un abrazo de personas que se aman sin segundas intenciones, tan bueno como una fría y helada cerveza. Por lo tanto, sería original. La gente intentaría copiarlo pero fallaría. Porque mi texto no usaría recursos trillados y no se vería en la necesidad de hacer pequeñas concesiones a sus predecesores, no sentiría pena, estaría seguro de sí mismo, no se arreglaría el cabello cada vez que se tope con un espejo. En mi texto se harían metáforas acerca del clima. Algunas de estas metáforas, que también serían sobre el heroísmo de la vida fáctica y aparentemente irrelevante, serían atinadas comparaciones (un par de limpios anteojos sería, simbólicamente, un alma impoluta; la clara voz de un estéreo sería la clara voz de tu conciencia; Dios sería una eterna carretera) pero otras serían aperturas y maneras de nombrar lo innombrable.
Mi texto uniría en lugar de separar. Te provocaría revisar tu vida y moverte para hacer algo al respecto. Dejarías de masturbarte. Dejarías de utilizar a las personas. Dejarías de ser egoísta. Dejarías que la vida siguiera su curso y te abandonarías poco a poco en las bondadosas manos de mi voz, pues te identificarías con ella. Si llegara a escribirlo, terminarías de una vez por todas con ese odio dirigido a los que no tienen suerte. Y comenzarías a respetarte. Y no habría, al final, una frase que te permitiría sospechar que, en realidad, no hablaba tan en serio. Al final, pues, no anularía mi texto.